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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El trapo rojo de Aguirre

La presidenta madrileña ha 'calentado' la final de la Copa del Rey, en lugar de explicar el déficit de la Comunidad

SOLEDAD CALÉS

En vez del calentamiento deportivo que suele preceder a un partido como el de hoy, el que enfrentará al Barça y al Athletic de Bilbao por la Copa del Rey, hemos asistido a una exacerbación del populismo político que tanto explota Esperanza Aguirre, autora de la propuesta de suspender el encuentro y celebrarlo a puerta cerrada en caso de pitada al himno español y al príncipe de Asturias.

Lejos de dar cumplidas explicaciones sobre el déficit oculto descubierto en las cuentas de la Comunidad de Madrid, que eso sí es asunto de su responsabilidad, o de contar a los ciudadanos quién puso "la pistola en el pecho" de Cajamadrid para que matrimoniara con lo peor del sector financiero, la presidenta madrileña desvía la atención del respetable agitando un trapo rojo. Y lo hace con una propuesta que implicaría el desalojo de decenas de millares de personas, simplemente porque una parte del público silbe o agite banderas. Es algo que supera cualquier intento de explicación racional.

El origen del asunto es la reivindicación de un reconocimiento a las selecciones deportivas de Cataluña, Euskadi o Galicia, planteada por entidades cívicas. Pidieron que se haga sin generar "enfrentamiento", y eso es una buena cuestión: por legítimas que sean, nadie debería defender sus posturas con gestos de desprecio a símbolos en los que honestamente se reconocen millones de personas. Pitar un himno, como ya ocurrió con el español en la final de 2009 y en presencia del Rey, no es una reivindicación, sino un gesto de mala educación. Pero si ocurriera, tampoco sería una tragedia, como la que sí podría suceder de hacerle caso a Aguirre, a quien no le importa cultivar el aplauso del populismo.

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Un tribunal madrileño ha echado más gasolina al incendio, aprobando la celebración de una marcha ultraderechista cuatro horas antes del encuentro, frente al más prudente criterio de la Delegación del Gobierno, que intentaba cambiar la fecha para evitar un choque entre extremistas.

Las aficiones del Barça y del Athletic de Bilbao no deberían dejarse arrastrar. Mejor apasionarse por el juego que por provocaciones politiqueras.

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