Recuerdos utópicos
El descalabro de Caja Madrid tiene su origen mucho antes de la crisis, en su ocupación por una facción ‘liberal’ del PP
1.Primer acto: se abre el telón y aparece Alberto Garzón, joven diputado de IU, pidiendo la nacionalización de Bankia. El coro de biempensantes grita: “¡Antiguo, trasnochado!”. Se cierra el telón.
Segundo acto: se abre el telón y en escena está el flamante nuevo presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, que demanda la nacionalización del banco. En esta ocasión, el coro, formado por más de una docena de dirigentes del PP, piropea: “¡Es la única solución!, ¡moderno!, ¡con un par: así se arreglan los problemas!”.
Burla burlando, Mariano Rajoy se ha unido al club de dirigentes nacionalizadores de George Bush, en una manifestación más de que no todas estas operaciones son progresistas, como hace muchos años demostró el Caudillo. He aquí cómo un proceso de privatización, el de las cajas de ahorros, ha acabado por ahora con una de las más importantes en el sector público.
2. Noviembre de 2009, un año largo después de lo de Lehman Brothers. El entonces presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, dijo en el Parlamento Europeo: es “improbable” que los contribuyentes acepten “por segunda vez” salir al rescate de entidades financieras con dinero público. Dos años después se tragó sus palabras cuando hubo que sacar del pozo, de nuevo, al gigante franco-belga Dexia. Mayo de 2012: ¿tercera oleada de recapitalizaciones? El dinero público —en capítulos heterogéneos— que el Estado español ha puesto hasta ahora para ayudar a la banca equivale al 11,5% del PIB anual de nuestro país. Según Ana Mato, el presunto agujero de la Sanidad, que ha impulsado los recortes más recientes, es del 1,6% del PIB.
Trichet también dijo que todo lo que se había hecho por los bancos “no ha sido por su cara bonita” sino porque tienen un papel esencial en la economía de mercado: prestar. Dos años y medio después no se ha restaurado el flujo de préstamos.
3.“Ayudar a los bancos, no a los banqueros”. Ese era el lema. Por ello ha caído Rodrigo Rato (y por estar en desacuerdo con el diseño de salida a Bankia programado por Luis de Guindos). Pero Rato llevaba poco tiempo. Desde finales de los noventa hasta hace muy poco, Caja Madrid (matriz principal de Bankia) estuvo regida por Miguel Blesa, de quien no se conocía ningún antecedente cercano al sector financiero (pasó de la nada al todo) y cuya principal virtud para estar ahí consistía en ser amigo íntimo de Aznar.
En unas declaraciones antológicas a este periódico en octubre de 2009 (que le costaron muy caras), Manuel Cobo, vicealcalde de Madrid, parafraseó a Brecht para explicar la ocupación de poder por las huestes de la muy liberal Esperanza Aguirre, hoy silente: “Vinieron a por la tele y yo no hablé porque no era de la tele, vinieron a por la Cámara y yo no hablé porque no era de la Cámara, vinieron a por Ifema y yo no hablé porque no era de Ifema [ahora sí], vinieron a por la Caja y yo no hablé porque no era de la Caja”.
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