La calle habla
Las manifestaciones de ayer prueban que la reforma laboral crea inseguridad en la ciudadanía
Una marea de ciudadanos recorrió ayer domingo las calles de más de 50 ciudades para manifestarse contra la reforma laboral aprobada por decreto ley por el Gobierno de Mariano Rajoy. Convocada por las centrales UGT y CC OO, la de ayer fue la primera expresión en la calle de la inquietud y desmoralización que la reforma ha generado en todo tipo de asalariados, en los parados y en los que aspiran a un primer empleo, a los que tampoco se abre un horizonte esperanzador.
La huelga general de desigual seguimiento que convocaron los sindicatos en septiembre de 2010 contra la reforma laboral, mucho menos agresiva, de Rodríguez Zapatero se saldó con un debilitamiento tanto del Gobierno de entonces como de las centrales. Esta vez, los dirigentes sindicales han decidido seguir una estrategia moderada y correcta. No hablan de huelga general, sino que han preferido lanzar un aviso al Gobierno de Rajoy con unas manifestaciones cuyo éxito sorprendió a los propios convocantes. A las de ayer seguirán otras protestas en un proceso creciente de movilizaciones. No es una calle crispada lo que necesita una economía en crisis como la española. El Gobierno, por lo tanto, debe reflexionar.
De momento, los sindicatos piden que el Gobierno se avenga a negociar con ellos y con la patronal la plasmación en ley de esta reforma, para cambiarla. “No queremos confrontar, sino corregir”, ha afirmado Cándido Méndez, líder de UGT. Es un mensaje, reforzado por las movilizaciones de ayer, que el Gobierno del PP haría mal en ignorar. De hecho, el reciente acuerdo entre patronal y sindicatos sobre moderación salarial y flexibilidad en la aplicación de convenios colectivos demostró que hay capacidad para pactar salidas sensatas. Afirmar, como hace el Ejecutivo, que las centrales rechazan la reforma solo porque pierden capacidad de negociación con los empresarios es demasiado simplista. El diálogo social debe mantenerse.
Rajoy no parece estar por la labor. Dice estar dispuesto a negociar retoques en la ley, pero nada sustancial. Ayer, en la clausura del congreso del PP en Sevilla, volvió a argumentar que la reforma es “justa” y “necesaria” para dar oportunidades a los parados, especialmente a los jóvenes que no han tenido aún un primer empleo. Sin embargo, el mensaje es contradictorio, pues también señaló que no hemos llegado a lo peor y que la destrucción de empleo seguirá. ¿Hasta dónde?
España necesita unas condiciones laborales que faciliten la creación de puestos de trabajo cuando la economía crezca, algo que todavía no se vislumbra en el horizonte. Desde luego, se puede discutir si esta reforma es o no la adecuada. Lo que es indiscutible es que ha generado un clima de inseguridad en amplios sectores de la población. Ahí es donde los sindicatos desempeñan un papel relevante, pese al empeño deslegitimador de sectores del PP. Tal vez de esa labor de zapa surja un resultado inesperado: la resurrección de los sindicatos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.