Emilio Saracho, nuevo presidente del Popular en sustitución de Ángel Ron
El consejo de administración aborda hoy el proceso de sucesión que concluirá en el primer trimestre de 2017
Banco Popular convocó ayer una reunión extraordinaria del consejo de administración, con un único punto en el orden del día, el proceso de sucesión de su presidente, Ángel Ron, (Santiago de Compostela, 1962), y su sustitución por Emilio Saracho (Madrid 1955), vicepresidente de JPMorgan desde 1998. El principal accionista del banco, el grupo mexicano capitaneado por Antonio del Valle, estaba buscando un relevo de Ron, ya que le considera el principal responsable de la complicada situación del banco por su mala gestión bajo la crisis inmobiliaria.
Saracho, de 61 años, es licenciado en Economía por la Universidad Complutense de Madrid y realizó un MBA en la Universidad de California. Es un ejecutivo acostumbrado a cambios. Ha pasado por Goldman Sachs, el Santander Investment (en dos ocasiones) y JP Morgan. En este periplo, vivió la fusión de JP con Chase Manhattan. Es consejero de Inditex y del grupo de aerolíneas IAG. Es un experto en banca de inversión y gestión de activos, con una agenda internacional de primer orden, ya que ha tratado con los grandes banqueros internacionales.
Ángel Ron cesará como presidente de Banco Popular tras la junta de accionistas de la entidad que se celebrará en el primer trimestre de 2017, momento en que abandonará sus funciones en la presidencia y en el consejo de administración, que serán asumidas por Emilio Saracho una vez que haya aceptado el cargo. Ron percibirá una pensión de 8,2 millones, pero no tiene indemnización por su salida. Este ejecutivo entró con 22 años en el Popular, en 1984. Veinte años después, en 2004, alcanzó la presidencia, con 42 años de edad, lo que le convirtió en el presidente más joven de la banca española. Abandonará el cargo poco antes de cumplir 55 años.
El consejo aprobó en la tarde del jueves 1 de diciembre "por unanimidad abrir un proceso" de relevo. Agradeció a Ron los servicios prestados al banco y ha destacado su esfuerzo y determinación por conducir a la entidad "a través de una crisis de duración y proporciones sin precedentes". Además, le ha solicitado que, hasta su sustitución, siga dirigiendo el banco con la misma dedicación.
Ron: El hombre de la casa que lidió con la crisis
Ángel Ron (1962, Santiago de Compostela) dejará el cargo tras 12 años al timón del Banco Popular. Ha capitaneado el banco durante la peor tormenta financiera del último siglo. Ron, que presume de la independencia de la entidad, sucedió a los hermanos Valls Taberner.
Con fama de afable, lleva trabajando en el Popular casi toda su vida profesional. Comenzó con apenas 21 años. Y con 40, ya era el consejero delegado. Conoce los entresijos de la entidad como pocos.
Apostó por la internacionalización del banco para escapar de la resaca del pinchazo de la burbuja inmobiliaria y los activos tóxicos. La rivalidad con el accionista mayoritario le ha costado el cargo.
Por otra parte, también se ha acordado crear una vicepresidencia primera del consejo de administración, cuyo titular será designado próximamente, así como ratificar a Francisco Aparicio Valls como consejero, secretario y letrado asesor del consejo. Este acuerdo se interpreta como una forma de que la Sindicatura de Accionistas, próxima al Opus Dei, que controla el 9,56% del banco, siga con una parcela de poder en la entidad. Asimismo, ha acordado cubrir cualquier vacante adicional que pueda producirse en el consejo en el futuro, "con la persona que proponga la mayoría de los consejeros independientes del banco".
Los planes de Saracho
Saracho: Una singladura compleja para un banquero de inversión
Emilio Saracho (Madrid, 1955) es uno de los banqueros de inversión españoles que más lejos ha llegado en la escena internacional. Casado y con tres hijos, es licenciado en Economía por la Universidad Complutense de Madrid y realizó un MBA en la Universidad de California. Es un ejecutivo acostumbrado a cambios. Ha pasado por Goldman Sachs, el Santander Investment (en dos ocasiones) y ahora era vicepresidente de JP Morgan. En este periplo, vivió la fusión de JP con Chase Manhattan. Es consejero de Inditex y del grupo de aerolíneas IAG.
Es un experto en banca de inversión y gestión de activos, con una agenda internacional de primer orden, ya que ha tratado con los grandes banqueros internacionales en la City de Londres y en Wall Street.
Quienes le conocen dicen que es un ejecutivo cansado de estar en despachos y que, tras esa etapa de éxito, ahora tiene ganas ahora de dirigir equipos de miles de personas. No se sabe si viene o no a vender el Popular, pero todos creen que antes buscará ponerlo en orden, elevar su valor y pacificar el consejo. Aficionado a la vela, afronta una singladura compleja e interesante.
Saracho fue uno de los candidatos escogidos por el grupo mexicano para reemplazar a Ron. Esta circunstancia le situaría en la órbita de Antonio Del Valle, que capitanea estos inversores. Su perfil como banquero de inversión y hombre ajeno a la casa, de fuera del Popular, hace presuponer que sería proclive a estudiar operaciones de fusión o venta. Saracho tiene una estrecha relación con Ana Botín, con la que ha trabajado en dos ocasiones en el Santander. Sin embargo, todavía se desconocen sus planes.
Hasta ahora, Ron siempre había dicho que el Popular no haría ninguna operación en donde no pudiera mantener su independencia, es decir, que si participaban en alguna fusión, sería bajo el mando de su entidad. En mayo pasado, el magnate colombiano Gilinski, uno de los principales accionistas del Sabadell, y Del Valle, organizaron un encuentro con los presidentes de las dos entidades para analizar una fusión. Sin embargo, Ron se negó a cualquier operación.
Al margen del pasado, la primera misión de Saracho será pacificar el consejo. Cuenta con el respaldo de los supervisores para su trabajo más inmediato, poner fin al desgaste de reputación que sufre la entidad porque las discrepancias internas se han proyectado en los medios de comunicación durante mucho tiempo. Los supervisores transmitieron a Ron que esta situación era insostenible. La caída en picado de la acción, llegó a perder el 74% de su valor en el año, podría llegar a convertirse en un problema de solvencia si se contagiaban las dudas sobre el banco a los grandes clientes. Poca antes del mediodía, la cotización subía un 9%, hasta los 0,90 euros por título.
Investigación bursátil
Hace días, la CNMV ha abierto una investigación sobre la especulación bursátil sobre el Popular. El supervisor no impedirá las ventas a corto plazo, pero está analizando la propiedad de los títulos que se colocan en Bolsa por si tuvieran alguna relación con los que están lanzando las noticias que han hecho caer las acciones. El paquete de acciones del grupo mexicano no está depositado en España. A pesar de la recuperación de este jueves, el banco tiene la peor trayectoria del índice financiero de Bloomberg que analiza los 500 bancos mundiales.
La figura de Ángel Ron ha sido cuestionada desde hace tiempo. Ha necesitado 5.400 millones en tres ampliaciones de capital para provisionar los agujeros que han provocado las inversiones en el ladrillo. Ron, que está al frente de la entidad desde 2004, ha tenido cuatro consejeros delegados diferentes bajo su mando, pero se negó a traspasar activos tóxicos a la Sareb, el banco malo, para evitar la entrada del Estado en el capital de la entidad. Esta decisión le llevó a las ampliaciones de capital y ahora, la solvencia de la entidad depende del éxito de Sunrise, una empresa inmobiliaria que quiere sacar del balance.
Precisamente, la semana pasada el consejo del Popular dio luz verde a Sunrise con unos 6.000 millones en créditos e inmuebles de poca calidad, mezclados con otros activos que pueden ser fácilmente vendibles. Además, debe vender otros 12.000 millones en activos para el 2018 si quiere cumplir con los objetivos propuestos en la última ampliación de capital de mayo pasado, cuando los inversores colocaron 2.500 millones.
En el mercado se llegó a la conclusión de que el grupo mexicano podría estar interesado en hacer bajar la cotización y trasladar el mensaje de que el Popular necesitaba más capital para provisionar el ladrillo. Posteriormente, estos inversores podrían cubrir esta ampliación de capital (unos 2.000 millones de euros, según diferentes firmas de análisis), y hacerse con el control de la entidad por una cantidad inferior a lo que supondría lanzar una opa.
El problema del Popular ha sido tratado por el Ministerio de Economía y los supervisores porque es una entidad considerada "sistémica nacional", es decir, capaz de desequilibrar al conjunto de la banca si entra en dificultades. Desde el Banco de España se ha transmitido que la entidad tiene la solvencia adecuada tras el nuevo capital, pero también que vivía una situación insostenible. El supervisor no ha querido ser quien coloque un presidente, como ha ocurrido en el pasado en otras luchas intestinas bancarias, sino que sea el consejo el que busque la solución.
Respaldo del BCE
El miércoles pasado, el Banco Central Europeo comunicó al Popular que superaba con holgura los requisitos de capital exigidos para 2017, por lo que no tendrá limitaciones para abonar dividendos ni pagar retribución variable.
El BCE pide a Popular una ratio CET1 del 7,875% y un capital total del 11,375%, por debajo del 15,29% y el 15,91%, respectivamente, que tenía la entidad a finales de septiembre. Si se tienen en cuenta los niveles de capital Tier 1, las exigencias del BCE para la entidad son del 9,375%, igualmente por debajo del 15,29% que tenía a cierre del tercer trimestre. La información pudo estar detrás de la subida de la cotización del miércoles pasado, cuando registró un alza del 5%. El temor a que no repartiera dividendos en 2017 estaba en el mercado. Ahora los inversores esperarán a conocer los nuevos planes de Saracho.
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