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Guimarães se busca la vida (y el futuro)

La ciudad portuguesa se vuelca en la Capitalidad Cultural para salir de la crisis - Las viejas fábricas textiles, ahora cerradas, se convierten en salas multiusos

Antonio Jiménez Barca

La crisis, varias crisis simultáneas, cercan a Guimarães, bella ciudad portuguesa de unos 50.000 habitantes, cabeza de la comarca del Valle del Ave. En los años ochenta y noventa, las inmensas factorías textiles que jalonaban todo este valle se fueron abandonando por la pujante competencia china. Desde entonces languidecen como viejos dinosaurios inútiles. El mismo casco antiguo de Guimarães, preciosamente conservado bajo la sombra del viejo castillo, está rodeado de factorías vacías con chimeneas de ladrillo muertas. Pero los habitantes de esta ciudad han decidido devolverles la vida llenándolas de cuadros y de conciertos y de obras de teatro para, de paso, tratar ellos mismos de sobrevivir. La Capitalidad Europea de la Cultura, estrenada el sábado por esta localidad situada a 150 kilómetros de Vigo mediante un espectáculo de La Fura dels Baus contemplado por la ciudad entera en la calle, prevé la recuperación de muchas de estas fábricas como escenarios culturales, platós de películas o residencias de artistas becados. Reinventarse o morir.

Entre sus planes está atraer rodajes que antes se hacían en Europa del Este

La fábrica de Ramada, una vieja industria de curtidos, cerrada hace muchos años, albergará en septiembre un instituto de diseño, pero antes servirá como sala de ensayos de la orquesta de la organización. La factoría ASA, especializada en su tiempo en colchas y toallas, enclavada fuera de Guimarães, en la localidad de Vizela e Santo Tirso, dejó definitivamente de funcionar en 2006. Ahora, mediante un inversor privado, se transformará en una especie de centro comercial de tiendas baratas. Pero antes, sus 24.000 metros cuadrados servirán para albergar las principales exposiciones de pintura.

Y en la fantasmal fábrica textil del Conde de Vizela, donde en el siglo XIX trabajaban más de 4.000 empleados y que contaba hasta con moneda propia, Víctor Erice y otros cineastas como Jean-Luc Godard o Aki Kaurismäki (el finlandés vive cerca de Guimarães) rodarán una película colectiva. La ciudad no está dispuesta a que el cine pase por aquí con la excusa de 2012 y después se vaya, así que ha adquirido un equipo de producción de películas a fin de convertirse en una ciudad-destino para los cineastas: "Ya tenemos apalabradas producciones para 2013 que iban a irse a Europa del Este. Erice mismo dice que le gustaría venir aquí a rodar", asegura el responsable del sector audiovisual de Guimarães 2012, Rodrigo Areias.

Areias explica esto en otra vieja fábrica de Guimarães, reconvertida -gracias al impulso de un grupo de jóvenes arquitectos de la ciudad- en el Centro para Asuntos de Arte y Arquitectura. Aún huele a nuevo, hay muchos espacios vacíos, la biblioteca presenta los libros arrumbados y envueltos en plásticos y hace un frío que pela. Pero cada habitación tiene adjudicada una misión, desde residencias para artistas extranjeros invitados a un laboratorio audiovisual especializado en robots animados y juguetitos móviles que haría las delicias de cualquier chiflado de la informática aplicada o de cualquier chiflado a secas.

"Aquí viene la gente de la ciudad por la noche", explica Areias con una sonrisa. Tal vez este es el secreto: la ciudad, la gente de esta ciudad, que en 2001 fue elegida Patrimonio Cultural de la Humanidad, vive lo de la capitalidad cultural más como una oportunidad que como una fiesta. Para muchos es una suerte de tren que a lo mejor no viene más. Los que lo organizan lo tienen claro: "No queremos que venga la Filarmónica de Berlín, que además es muy cara, toque, lo haga muy bien y luego se vaya y adiós", explica uno de los portavoces de la candidatura. "Queremos hacer algo que perdure, que sirva para reubicar a la ciudad, y con la gente de aquí", añade. De ahí uno de los lemas: "Yo formo parte". Hay chapitas colgadas con la frase de las solapas y de las chaquetas de casi todos los vecinos de Guimarães.

El presupuesto es magro (110 millones de euros), consecuencia de un año en el que Portugal se juega -literalmente- su suerte como Estado solvente, amenazado por la bancarrota y supervisado por la troika. Por eso ha sido necesario echarle imaginación. Un ejemplo: vendrá la innovadora banda Buraka son Sistema, uno de los ejemplos de la modernidad portuguesa, que dará un concierto el 28 de enero en el Pabellón Multiusos. También hay previsto ese día un programa titulado Mi casa es tu casa, en el que los vecinos de la ciudad prestan su piso o su habitación o su pasillo para que otros grupos den allí recitales. Ya hay 40 casas dispuestas a abrir sus puertas.

Los orgullosos vecinos de Guimãraes, pues, responden. No en vano, según los historiadores, Portugal nació aquí, como su primer rey, Alfonso Enríquez, que habitó el famoso castillo que, con el tiempo, ha ido adquiriendo aspecto de vieja fábrica abandonada. No es casual que el programa oficial arrancara el domingo con un documental sobre música portuguesa titulado, sintomáticamente, Vamos a tocar todos juntos para oírnos mejor.

Dos momentos de la actuación de La Fura dels Baus en la ceremonia de inauguración, el sábado, de Guimarães como capital europea de la cultura.
Dos momentos de la actuación de La Fura dels Baus en la ceremonia de inauguración, el sábado, de Guimarães como capital europea de la cultura.HUGO DELGADO (EFE) / PAULO DUARTE (AP)

Maribor, la otra

El sábado 14 fue el inicio de los actos de Maribor, la ciudad eslovena que comparte con Guimarães la Capitalidad Cultural de Europea. Maribor apuesta por el optimismo en tiempo de crisis y, junto a una oferta clásica de espectáculos de ópera, ballet y teatro, la organización ha dotado de Internet gratis a los principales edificios de la ciudad (públicos y turísticos) y creado puntos en la calle de wi-fi accesible para cualquier ciudadano. El programa comprende más de 1.000 actos y proyectos a lo largo del año. Y una curiosidad: el acuerdo con otras ciudades de la región para que su programa se reparta por la zona.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.
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