"Me di cuenta de que no se puede ser provocador de izquierdas"

Esta es una novela incorrecta. Muy años noventa. Entonces leía novelas tipo American psycho en las que el protagonista era un hijo de puta y no pasaba nada. Ahora todo es tan monjil...

Pero aquel era un asesino, y el suyo, un tipo encantadoramente odioso. ¿El problema es que parece usted? No veo el problema. No soy así. Solo he puesto lo peor de mí. A veces se olvida que un libro no es tan diferente de la PlayStation. Los diarios sacan en portada videojuegos en los que se viola o mata. Una novela también puede mostrar esa posibilidad de lo real.

¿Qué le diferencia de un 'neocon'? El origen del libro es una conversación en la que descubrí que no se puede ser provocador de izquierdas. Me dije: ¿cómo sería un Houellebecq rojo?

Siendo de izquierdas, ¿se ha situado en la derecha para provocar? No. Pero para algunos es difícil entender que la izquierda también puede hacer autocrítica.

Será porque está gustando a la derecha. Sí, porque se mete con los progres mediáticos. Al final aparece una izquierda más pura, más dura, que me cae mejor que el que va a Copenhague a colar una pancarta en una cena de jefes de Estado. Eso me da grima.

El 'leitmotiv' de su novela es: "La solidaridad ha fracasado". Sí. En los últimos 20 años hemos gastado más que nunca en ayuda humanitaria y estamos peor o igual que antes.

¿Le puedo pedir su opinión sobre el 15-M? No. Estoy harto de que me malinterpreten y es imposible explicarlo en dos frases.

La novela le ha quedado muy clásica. Tiene formato de novela policiaca. Mucha gente me ha dicho que le ha enganchado. Es un elogio más apetecible a que digan que soy arriesgado.

¿Qué significó haber sido elegido uno de los mejores narradores jóvenes en español? Si no lo hubiera sido, me habría dado un bajón... me habría echado a llorar. Seguro.

¿Es el ambiente literario tan horrible como lo describe? Siempre me lo ha parecido, pero ahora que salgo en portadas he descubierto de veras lo que es la mezquindad y la envidia.