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Reportaje:Adiós a un testigo de la barbarie | Las reacciones

Un tributo de literatura y memoria

Francia y España se unen en la conmoción por la muerte de Jorge Semprún - El escritor y exministro será enterrado el domingo junto a su esposa Colette

Antonio Jiménez Barca

Francia se despertó ayer pendiente del recuerdo emocionado de Jorge Semprún, fallecido el martes por la noche en su casa de París, en la rue de l' Université, entre el Sena y el barrio de Saint-Germain-des-Prés. Toda la madrugada, todo el día, todas las radios de noticias, las televisiones informativas, los telediarios, las páginas webs de los periódicos y las de papel evocaron la inmensa talla literaria y moral del escritor, su recorrido vital de auténtico viajero comprometido con el siglo y protagonista y testigo de la historia. También su especial manera de ser el más español de los grandes escritores franceses o el más francés de los grandes escritores españoles.

Gérard de Cortanze, autor de una reciente biografía de Semprún titulada L' écriture et la vie recordaba en una emisora de radio cómo una noche de 1988 Javier Solana llamó a las dos de la mañana a la casa parisiense de Semprún para preguntarle si aún tenía carnet de identidad español porque querían nombrarle ministro de Cultura. Fue ministro pero, por lo mismo, esto es, por no renunciar jamás a la nacionalidad española, no ingresó en la Academia Francesa de la Lengua.

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El presidente francés, Nicolas Sarkozy, mediante un comunicado, rindió un homenaje "a esa figura tutelar entre los escritores del siglo XX". Y añadió: "A través de su talento multiforme de novelista, memorialista y guionista ha contribuido, de forma decisiva, a la comprensión de los mecanismos de los totalitarismos". Sarkozy también recordó la relación estrecha con Francia de este escritor exiliado en París desde 1939, que escribió casi toda su obra en francés: "Eligió por patria el francés, como Casanova, Cioran o Beckett. Era un francés de adopción para el que la plaza del Panteón constituía el centro del universo, una figura familiar en Saint-Germain-des-Prés, una de las últimas grandes personalidades de una época trágica pero deslumbrante de la historia literaria de nuestro país".

Por su parte, el ministro de Cultura francés, Frédéric Mitterand, que visitó a Semprún en el hospital Georges Pompidou varias veces en los últimos meses, por medio de otro comunicado oficial, definió al intelectual español como "un escritor mayor" y "uno de los más hermosos ejemplos de pensador comprometido con el ideal europeo". La ministra de Educación Universitaria, Valérie Pécresse, se limitó a escribir en su twitter que releerá, como homenaje, La escritura o la vida.

Pero no solo hubo reacciones oficiales. En las radios y cadenas de televisión francesas desfilaron ayer amigos artistas, amigos a secas, escritores renombrados o menos renombrados que conocían a Semprún desde hacía muchos años. Bernard Pivot, el presentador del que fuera programa televisivo literario más famoso de Francia, Apostrophes, evocó así a su amigo: "Siempre me fascinó su talento, su amistad, su recorrido político, en fin, su conversación". Y añadió: "Como todos los grandes escritores, trató el tema del tiempo, adaptando su memoria a su literatura y su literatura a su memoria".

Fue en una de esas famosas emisiones de los años ochenta frente a Pivot cuando Semprún explicó por qué, al llegar a Francia, con 15 años, se había lanzado a aprender francés con tanta devoción: "Porque percibía cierto racismo en Francia hacia esos rojos pertenecientes al ejército derrotado". A la pregunta de por qué se decidió a escribir en francés (de su veintena de volúmenes sólo dos, Autobiografía de Federico Sánchez y Veinte años y un día fueron escritos en castellano) fue aún más preciso: "Porque la lengua francesa es admirable. Porque descubrir a Gide o a Baudelaire constituyó una auténtica revelación para mí".

Mientras los perfiles, los reportajes y los recuerdos se sucedían en los medios de comunicación y Le Monde y Le Figaro le dedicaban una página entera cada uno, algunos amigos acudían a su piso de la rue de l' Université, donde ayer, con el portal cerrado, nada indicaba que unas pocas horas antes había muerto uno de los grandes autores del siglo. Por allí pasaron, entre otros, además de la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, el cineasta Constantin Costa- Gavras, otro exiliado en Francia, con identidades mezcladas, amigo de Semprún desde siempre, con el que colaboró en varios guiones de películas.

La familia, que ayer velaba el cadáver embalsamado del escritor, aseguró que Semprún será enterrado en la intimidad en su casa de campo de Garentreville, a 80 kilómetros de París, al lado de su esposa Colette. Mañana se celebrará un homenaje público en el instituto Henri IV, donde el adolescente Jorge Semprún comenzó a estudiar francés con el ahínco de los 15 años.

"Este hacinamiento de cuerpos en el vagón, este punzante dolor en la rodilla derecha. Días, noches. Hago un esfuerzo e intento contar los días, contar las noches. Tal vez esto me ayude..." El largo viaje (1963)

El escritor y político Jorge Semprún, en una imagen tomada en 1995.
El escritor y político Jorge Semprún, en una imagen tomada en 1995.GORKA LEJARCEGI

"Una personalidad inmensa"

- Felipe González recordaba ayer en Radio Nacional su última visita al que fuera ministro de Cultura en su Gobierno. "Fue hace unos días, hablamos del norte de África, de la marcha de Europa y de cómo andaba él. Le conocí hace años, seguí su famoso informe con Fernando Claudín, que era autocrítico y sagaz sobre la realidad española en comparación con la que tenían Santiago Carrillo y el Partido Comunista. Aquel informe le costó la expulsión del partido. Le llamé a formar parte de mi Gobierno cuando ya no era exactamente un exiliado sino un trasterrado. Lo hice por su inmensa valía personal, por lo que representaba para España y para Europa, por su fantástico ejemplo. Su trayectoria en el Gobierno era la de un hombre que cerraba el ciclo de lo que en el año 21 decía Indalecio Prieto cuando le preguntaban si era marxista: 'Soy socialista a fuer de liberal'. Jorge era al mismo tiempo profundo e enciclopedista, como los grandes de la Ilustración, capaz de ver y entender realidades muy diversas. Un gran pensador y un fantástico ministro de Cultura. Poco antes de irse del Gobierno, el Rey me preguntó por qué precisamente Semprún, con su origen comunista, había sido el único ministro que había pedido una audiencia para despedirse. Me sorprendió la pregunta, como tantas que hace el Rey. Le dije que probablemente sería porque era Semprún y también Maura. Y esa idea de la relación con la Jefatura del Estado, aún siendo él tan republicano, era una idea transmitida genéticamente. Porque eso también formaba parte de la personalidad inmensa de Semprún".

- Nicolas Sarkozy, en un comunicado emitido por el Elíseo, también rindió homenaje "a una figura tutelar entre los escritores del siglo XX". "Un talento multiforme de novelista, memorialista, poeta y guionista que ha contribuido, de forma decisiva, a la comprensión de los mecanismos de los totalitarismos". "Eligió por patria el francés, como Casanova, Cioran o Beckett. Era un francés de adopción para el que la plaza del Panteón constituía el centro del universo, uno de los últimos de una época trágica pero deslumbrante de la historia literaria de nuestro país".

- El presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, le definió como "un militante de la cultura, del pensamiento" y sostuvo que "está en la historia de los mejores demócratas de Europa y de España".

- Para el líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, Semprún supo expresar "un compromiso de primera mano con la dignidad humana, la libertad y la democracia". En un telegrama, trasladó a la familia del escritor el pésame por la pérdida de un "intelectual español y europeo".

- El antecesor de Jorge Semprún como ministro de Cultura, Javier Solana, escribió ayer en su cuenta de Twitter. "Lo que significa para mí. Imposible de expresar en 140 (palabras). Mejor silencio como recuerdo al amigo".

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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