"Los niños de mi obra son crueles porque la vida lo es"
Ana María Matute abre un ciclo de autobiografías en la Fundación March
Del poeta alemán Rainer María Rilke aprendió sobre la vida y el amor, la muerte y la soledad. Ana María Matute (Barcelona, 1926), ganadora del Premio de las Letras 2007 dialogó ayer con la escritora Juana Salabert (París, 1962) sobre los temas fundamentales de su obra. La Fundación Juan March inició con la autora de Los hijos muertos, el ciclo de conferencias Autobiografía intelectual, un recorrido por la trayectoria personal y literaria de distintos personajes y creadores influyentes. "Lo fantástico en mi obra es fantástico para los críticos, pero para mí es normal; y no quiero sonar frívola", explicó Ana María Matute ante un auditorio repleto de seguidores.
Autores como Cervantes, el danés Hans Christian Andersen, James Joyce o Proust sirvieron para guiar la conversación entre ambas autoras. Los años de aprendizaje de Whilheim Meister, del alemán Goethe, dio pie a la escritora para hablar sobre su estrecha relación con el lenguaje y de la necesidad de cada creador de buscarlo en el interior de sí mismo. "Dentro de cada persona hay otro lenguaje, que es más profundo y más verdadero", afirmó Matute.
Así definió qué es para ella escribir: "Una forma de salir de uno mismo y viajar a lugares que nunca había sospechado". A la hora de hablar sobre la infancia, uno de los temas fundamentales dentro de su obra, Matute dijo que de alguna forma sus personajes infantiles son una crítica a la educación de la España de su niñez. "En aquella época, los adultos no entendían que los niños tenían derecho a ser ellos mismos. No entendían que los niños son niños y nada más".
La escritora Juana Salabert, que dijo admirar y adorar a la autora de Olvidado rey Gudú, recordó que los personajes infantiles de Matute también pueden ser malos, como por ejemplo la niña de su cuento Fausto. "Los niños en mi obra son crueles porque la vida misma y la naturaleza son crueles", le respondió.
A sus 83 años, la autora de Carnavalito, Luciérnagas o La Oveja Negra también tuvo tiempo para el humor. Y ante las generosas palabras de Juana Salabert dijo: "Ya ven, de mí ya no hay nada que contar". Salabert la describió como una de las mejores, sino la mejor, contadora de historias de España y una "mujer que ha sido capaz de contar en cada párrafo la vida, con todas sus complejidades".
Babelia
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