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Obama no logra reabrir el diálogo en Oriente Próximo

El presidente de EE UU reúne a Abbas y Netanyahu y les pide flexibilidad

Antonio Caño

Pese a todo el esfuerzo puesto en esta tarea, el presidente Barack Obama sólo consiguió ayer la foto del primer encuentro entre el jefe del Gobierno israelí, Benjamin Netanyahu, y el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas. Eso y un sentido de urgencia para que todos hagan concesiones de inmediato si no se quiere perder una oportunidad única de paz. Poco más.

Las posiciones entre ambos bandos parecen todavía irreconciliables, y Obama, que intenta hacer del conflicto palestino israelí la piedra angular de su estrategia hacia Oriente Próximo y el mundo islámico, se estrella por ahora contra el mismo muro con el que han chocado antes muchos presidentes norteamericanos.

"Las negociaciones sobre un estatuto permanente tienen que empezar y empezar pronto. Resulta crítico para todos resolver este problema", recordó Obama al comienzo de su reunión con Netanyahu y Abbas, a quienes pidió más "flexibilidad, sentido común y capacidad de compromiso" para progresar, tres cualidades que crecen en dosis muy escasas en esa región del mundo.

Asentamientos judíos

Cortésmente, Obama agradeció el esfuerzo hecho hasta ahora, pero advirtió que es necesario hacer mucho más. El enviado especial norteamericano para este conflicto, el veterano ex senador George Mitchell, se reunirá de nuevo con ambas partes la próxima semana. Y, hacia mediados de octubre, el presidente espera recibir de su secretaria de Estado, Hillary Clinton, un informe sobre el comienzo formal de las negociaciones. Algo así como un plazo marcado por Washington.

Para llegar a ese punto, Israel tiene antes que detener la instalación de sus asentamientos. Los responsables norteamericanos confían en las garantías ofrecidas por los israelíes en privado de que van a poner fin a esas construcciones, pero Netanyahu se resiste a hacer ese compromiso público. "Es hora de que traduzcan sus promesas en hechos", pidió ayer Obama a los gobernantes israelíes.

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Netanyahu, cuya estabilidad depende de un pacto de Gobierno con los halcones de la política israelí, está tratando de vincular la paralización de los asentamientos con un compromiso de seguridad de parte de los dirigentes palestinos y con algunos pasos de parte de los Gobiernos árabes hacia el reconocimiento de Israel.

Los palestinos y los árabes consideran que Israel debe parar los asentamientos sin condiciones y antes del inicio de cualquier diálogo. La Administración de Barack Obama es partidaria de reanudar las conversaciones sin precondiciones de nadie. "Nosotros no somos partidarios de poner precondiciones ni queremos que nadie las ponga", declaró Mitchell tras las reuniones de ayer. En fin, las disputas eternas del conflicto de siempre. Lo más graves para Obama es que, esta vez, él ha depositado en la solución del enfrentamiento palestino-israelí muchas de sus esperanzas para el arreglo con Irán y la lucha contra el extremismo islámico. Mientras esa crisis subsista -peor aún, si se agudiza como resultado de la falta de diálogo-, el radicalismo encontrará excusas para su actuación y el prestigio adquirido por Obama en su célebre discurso de El Cairo se irá difuminando irreversiblemente.

De izquierda a derecha, Benjamín Netanyahu, Barack Obama y Mahmud Abbas, ayer en Nueva York.
De izquierda a derecha, Benjamín Netanyahu, Barack Obama y Mahmud Abbas, ayer en Nueva York.REUTERS

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