Falsedad documental
Manuel Delgado Villegas, alias El Arropiero, fue detenido en El Puerto de Santa María el 18 de enero de 1971, acusado del asesinato de una mujer. Sin embargo, ante la atónita mirada de la policía, lejos de negar el delito y en un alarde de demente egocentrismo, rechazó ser un criminal ocasional y se fue autoinculpando de otros 47 asesinatos, cometidos en tres países a lo largo de más de una década. Desde luego, si lo primero que requiere un documental es tener detrás una historia atractiva (en el más amplio sentido de la palabra), Arropiero, el vagabundo de la muerte, película dirigida por el veterano Carles Balagué, posee eso tan intangible llamado interés. Si, asimismo, el director del proyecto se encuentra con un material tan sorprendente, paradójico e incluso risible como un buen número de fotografías que, cual pandilla de amigos en ejercicio turístico, retrataba el itinerario de El Arropiero junto a los policías y el juez encargados del caso, a lo largo de un par de años por una decena de ciudades donde, supuestamente, el criminal dejó su huella, el documento puede ir adquiriendo forma de obra artística, además de periodística. Sin embargo, Balagué desperdicia los materiales previos, entre ellos una impagable entrevista de TVE con el protagonista, interno en un psiquiátrico años después, con el cerebro (aún más) frito a base de electrochoques y medicamentos. La narración, guiada por los testimonios de policías, jueces, psiquiatras, periodistas y conocidos de Delgado Villegas, casi siempre parece forzada, declamada, quizá por ensayada, y el tratamiento de la imagen y el montaje no puede ser más feísta. Afirma Balagué que "hay gente que durante buena parte de la trama cree que estamos ante un falso documental". Mala cosa. Lo mejor que le puede pasar a un falso documental es que parezca cierto. Lo peor que le puede pasar a un documental verídico es que parezca falso.
ARROPIERO, EL VAGABUNDO DE LA MUERTE
Dirección: Carles Balagué.
Género: documental. España, 2008.
Duración: 80 minutos.
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