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Reportaje:La carrera hacia la Casa Blanca

La batalla ideológica del Supremo

El próximo presidente de EE UU podrá cambiar el rumbo del alto tribunal

Mónica Ceberio Belaza

La crisis económica ha desplazado, hasta anular, a casi cualquier otra cuestión en la campaña por la presidencia de EE UU. Y ha dejado en la cuneta una fundamental: el futuro del Tribunal Supremo. Con al menos tres jueces progresistas que podrían ser reemplazados en los próximos años, el rumbo del Supremo depende de quien gane el 4 de noviembre. Quizá sea una de las decisiones en las que el nuevo presidente deje una mayor huella a largo plazo.

Son nueve personas con cargos vitalicios y un inmenso poder. Pueden dejar de garantizar el aborto como derecho constitucional, prohibir las bodas de personas del mismo sexo y la discriminación positiva, resolver sobre la investigación con células madre, la enseñanza del creacionismo en las escuelas, el uso de armas y el control de los correos electrónicos de los ciudadanos por razones de seguridad nacional. Son la ley en cuanto a los límites, extensión y garantía de los derechos civiles en el país.

Los magistrados son sustituidos sólo si mueren o se retiran voluntariamente
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El Supremo está más o menos equilibrado en estos momentos. Hay cuatro jueces conservadores (Clarence Thomas, Antonin Scalia, Samuel Alito y John Roberts), tres progresistas moderados (Ruth Bader Ginsburg, David Souter y Stephen Breyer), un juez situado más a la izquierda (John Paul Stevens) y un magistrado conservador moderado (Anthony Kennedy), que es quien ha inclinado la balanza en las últimas decisiones clave del tribunal. Votó junto a los progresistas en dos sentencias recientes e importantes: la que reconocía derechos constitucionales a los detenidos en Guantánamo y la que prohibió aplicar la pena de muerte a los delitos de violación. Pero dio su apoyo a los conservadores en la resolución que determinó que el Distrito de Columbia no podía prohibir las armas. Todas se aprobaron por el estrecho margen: cinco a cuatro.

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"Los jueces son sustituidos sólo si mueren o se retiran voluntariamente", explica John McGinnis, profesor de la Facultad de Derecho de la Northwestern University. "Y, por lo general, tienden a no retirarse cuando saben que el presidente nombrará a un magistrado de distinta ideología. Si gana [Barack] Obama es más fácil que se retiren los jueces progresistas que si lo hace [John] McCain. En este último caso podrían quedarse en el cargo hasta la siguiente elección", añade. Lo mismo ocurriría con los conservadores si ganara el demócrata.

Pero no todo se puede controlar. Dadas las edades -un magistrado tiene 88 años-, alguno podría morir o enfermar de gravedad y verse obligado a renunciar. Y tendría que ser sustituido fuera cual fuera el presidente. Los magistrados de más edad están casi todos en las filas progresistas: John Stevens tiene 88 años; Ruth Bader, 75; Stephen Breyer, 70; y David Souter (que ha hablado de la posibilidad de retirarse), 69. El conservador Antonin Scalia tiene 72.

Si Obama sustituyera a algún progresista, la situación quedaría más o menos tal y como está ahora. Los conservadores dicen temer que el demócrata nombre jueces jóvenes situados muy a la izquierda, pero el propio Obama se sitúa más bien en el centro en cuestiones sociales. Se ha pronunciado en contra del matrimonio homosexual y a favor de la pena de muerte para los delitos de violación, entre otros asuntos.

¿Y si fuera McCain el que tuviera que sustituir a alguno de los progresistas? La cuestión cobró interés especial después de que el republicano nombrara a Sarah Palin como compañera de viaje. La gobernadora de Alaska es una ultraconservadora, contraria al aborto incluso en los casos de violación e incesto que ha expresado sin ambages su voluntad de nombrar jueces que compartan su ideología y que, entre otras cosas, revoquen Roe versus Wade, la resolución que consagra en EE UU el derecho al aborto desde hace 35 años. Si se anulara esta sentencia, los Estados tendrían libertad para permitirlo o no. Podría darse la situación de que en muchos lugares volviera a criminalizarse a médicos y madres y que muchas norteamericanas tuvieran que desplazarse miles de kilómetros para abortar.

Pero no es tan fácil que esto ocurra por una segunda variable: el Senado. La Cámara alta es la encargada de aprobar los nombramientos de los jueces. Es probable que tenga una mayoría demócrata después del 4 de noviembre y es dudoso que acepte que alguno de los jueces progresistas sea sustituido por otro muy conservador. Si los demócratas tienen el Senado, McCain no tendría más remedio que pactar un candidato moderado.

Si faltara esta mayoría demócrata en el Senado, el Supremo podría dar un fuerte y duradero giro a la derecha. George W. Bush ya dio un paso en esta dirección. En sus ocho años de mandato ha habido dos relevos. En uno sustituyó a la moderada -y pro derecho al aborto- Sandra Day Connor por el conservador Alito. Un sillón más a la derecha en la sala.

En ocasiones, a pesar de la voluntad de los presidentes de nombrar jueces afines, éstos acaban siendo imprevisibles. Más de un mandatario se ha llevado alguna sorpresa con un supuesto magistrado amigo. Debido al carácter vitalicio del cargo no siguen indicaciones partidistas. Y como pasan muchos años en el puesto, a veces la propia vida les modifica ideológicamente.

En cualquier caso, cada presidente nombra a quien cree que comparte su visión del mundo. Así que los norteamericanos tendrán que estar atentos con su voto el 4 de noviembre: también estarán decidiendo el tipo de persona que va a decidir sobre sus derechos individuales durante las próximas décadas.

MIEMBROS PROGRESISTAS DE MAYOR EDAD DEL TRIBUNAL SUPREMO

Ruth Bader

- Nacida en 1933 en Brooklyn, Nueva York. Fue nombrada para el cargo por Bill Clinton en 1993. Se la considera progresista moderada. Es la segunda mujer que llega al Tribunal Supremo después de la pionera Sandra Day Connor, ya retirada, y la primera judía.

John Stevens

- Nacido en 1920. Se trata del magistrado de mayor edad del Supremo y quien lleva más tiempo. Entró en el tribunal en 1975. Fue designado por el presidente Gerald Ford. Está considerado como el juez más a la izquierda de los nueve actuales.

Stephen Breyer

- Nacido en 1938. Es juez y jurista de profesión. Fue nombrado por Bill Clinton. Experto en derecho administrativo, destaca por su visión pragmática de las cuestiones constitucionales. También profesa la religión judía.

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Sobre la firma

Mónica Ceberio Belaza
Reportera y coordinadora de proyectos especiales. Ex directora adjunta de EL PAÍS. Especializada en temas sociales, contó en exclusiva los encuentros entre presos de ETA y sus víctimas. Premio Ortega y Gasset 2014 por 'En la calle, una historia de desahucios' y del Ministerio de Igualdad en 2009 por la serie sobre trata ‘La esclavitud invisible’.

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