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La Universidad pública española envejece a pasos de gigante

Los docentes menores de 35 años se han reducido del 21% al 14% en siete años - Uno de cada 10 es mayor de 60 - Los rectores buscan el equilibrio en plena reforma europea

J. A. Aunión

Los campus públicos españoles afrontan el doble reto de llevar a cabo la reforma europea y de convertirse en uno de principales motores económicos del país, como pretende el Gobierno. Y lo hace con una plantilla cada vez más envejecida: si en 2000 el porcentaje de docentes por encima de los 50 años era del 28%, en 2007 eran más de un tercio (el 36%). Los mayores de 60 han pasado de ser el 6,9% al 10,5%. Y por el lado contrario, los menores de 35 se han reducido del 21% al 14%, según los datos del Instituto Nacional de Estadística. Aunque aún no se han alcanzado las cifras de Italia o Grecia, donde más de la mitad de los profesores tiene más de 50 años (datos de 2003 del centro europeo de estadística educativa Eurydice), la tendencia es clara.

"Necesitamos la frescura, las ideas de los jóvenes", afirma un catedrático
"Hay que quedarse con los buenos, sea cual sea su edad", dice el rector Berzosa

No se trata de menospreciar el valor de la experiencia, advierten los expertos, sino de hacer una estructura más equilibrada. "Ahora la base de la pirámide [la que forman los más jóvenes] es muy estrecha, hay que fortalecerla", explica el ex presidente de los rectores Juan Vázquez. "Primero, se trata de incorporar a los jóvenes más brillantes, sea cual sea la estructura de edad, pero hay una especie de tapón generacional". En los años setenta hubo una fuerte expansión de la Universidad en la que se contrató a muchos docentes que hoy se acercan a la jubilación y hay que asegurar el cambio generacional. Tanto en la necesidad de "incorporar a jóvenes muy valiosos", como en la de esquivar jubilaciones masivas insiste Carlos Berzosa, rector de la Complutense, uno de los campus con la edad media más alta.

Pero también dice Vázquez que en un proceso de cambio como el actual, el de la reforma europea, los "jóvenes pueden ser un importante revulsivo". Uno de los pilares del cambio -las licenciaturas y diplomaturas serán grados de cuatro años y másteres de uno o dos, esquema común en toda Europa- es la renovación de las metodologías docentes. Esto significa más tutorías, clases prácticas y trabajos dirigidos y menos clases magistrales, en las que el profesor habla y los alumnos toman apuntes, sin apenas interacción, que ocupan hoy la gran mayoría de la docencia. Según un informe del Consejo de Coordinación Universitaria de 2006, el cambio encontrará dificultades, entre otras cosas, en "una edad media alta", en medio de un ambiente de "inercia, rutina y miedo al cambio".

El ex rector de la Complutense Rafael Puyol, hoy vinculado al Instituto de Empresa, lo ponía más crudo en 2002, en un seminario sobre la profesión docente. Puyol decía que el progresivo envejecimiento conllevaría un aumento del gasto en sueldos, pero también "obsolescencia del sistema": "La concentración de la toma de decisiones en los tramos más viejos de la pirámide de edad puede frenar el acceso de los más jóvenes a los órganos de dirección y a la puesta en marcha de procesos de innovación didáctica y tecnológica". Aunque también hablaba de las virtudes de la experiencia.

"No es que los mayores sobremos; aportamos cosas distintas. Pero hay que garantizar la frescura de la universidad, las ideas nuevas, la innovación en la investigación, y eso casi siempre viene de la gente joven, con menos prejuicios y mayor capacidad inventiva", asegura el catedrático de Análisis Matemático de la Universidad de La Laguna Antonio Martinón, de 58 años. Martinón impulsó una carta al presidente del Gobierno en la que señalados matemáticos, la mayoría cercanos a la sesentena, alertaban de la falta de recambio generacional.

Entre los docentes funcionarios, los de más de 50 años son el 47% y entre los catedráticos, el 80%. "Los que tradicionalmente han tirado del carro son los titulares y catedráticos. Estamos preocupados por el futuro de la universidad y tenemos que rejuvenecerla si queremos hacerla puntera". Martinón no cree que el envejecimiento afecte a la reforma europea, pero sí cree que es el principal problema de la Universidad española. Aunque Berzosa comparte la necesidad de incorporar jóvenes, asegura "que el trabajo intelectual no tiene edad". "Hay que quedarse con los buenos profesores, independientemente de su edad. Claro que hay profesores mayores que están cansados, pero esos probablemente no fueron nunca buenos", añade.

Martinón intenta no plantearlo como una lucha generacional en la que para que entren los jóvenes se tienen que ir los mayores. Pero desde el punto de vista de unos recursos limitados, cuando se habla de rejuvenecimiento de plantilla siempre se echa mano a continuación de las jubilaciones. Mucho se ha tratado desde los años ochenta sobre el tema, con constantes idas y venidas en la edad de retiro obligatorio de los docentes universitarios (de los 70, la actual, a los 65, y viceversa).

De hecho, muchas universidades han implantando medidas para rejuvenecer sus plantillas basadas, sobre todo, en fomentar las jubilaciones, como la Complutense, la de Barcelona o la Autónoma de Madrid. Además, los rectores llevan años reclamando al Gobierno este tipo de planes, que podrían consistir, dice Juan Vázquez, en más becas y dinero para contratar profesores ayudantes que aseguren el recambio. Uno de los problemas que señalan unos y otros es el aumento de la edad a la que los docentes consiguen estabilidad con una plaza fija, en torno a los 40 años, lo que hace que muchos brillantes profesores en potencia abandonen antes la carrera universitaria.

Entonces, la situación ideal sería atraer a más jóvenes, eso sí, a los mejores, sin renunciar a la veteranía. Es decir, más dinero en una época en la que sigue disminuyendo el alumnado universitario y en mitad de una crisis económica con muy mala pinta. Cuando el Gobierno pacte por fin la reforma de la financiación universitaria, un compromiso de la anterior legislatura, se podrá empezar a ver hacía dónde camina la situación.

La Universidad de Valencia es una de las que ha implantado un plan de fomento de jubilaciones.
La Universidad de Valencia es una de las que ha implantado un plan de fomento de jubilaciones.MÓNICA TORRES

Necesidades desiguales

A pesar de las grandes cifras, no todas las universidades han envejecido por igual y, dentro de cada una de ellas, no todas las facultades tienen la misma situación. En 2006, el Atlas de la España Universitaria, editado por la Universidad de Cantabria y dirigido por el geógrafo Pedro Reques, señalaba que una plantilla muy envejecida en algunas universidades "plantea ya dificultades para asegurar el necesario reemplazo generacional, tal es el caso de la Complutense, la de Barcelona, la UNED, la Autónoma de Madrid, la Autónoma de Barcelona", entre otras. Mientras, hay campus más jóvenes como la Rey Juan Carlos y la Carlos III, de Madrid o Girona.

Y dentro de cada universidad, no existe la misma situación en centros jóvenes como los de Informática, que en clásicos como Industriales. El Atlas hablaba de áreas con "problemas" de "sobreenvejecimiento" del profesorado, como Anatomía Patológica, Dermatología, Medicina Legal y Forense o Pediatría, con una edad media de los catedráticos de 64,2 años, además de Toxicología (65), o una larga lista con una media de 63 años, como Construcciones Navales, Ingeniería Textil o Filosofía.

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Sobre la firma

J. A. Aunión
Reportero de El País Semanal. Especializado en información educativa durante más de una década, también ha trabajado para las secciones de Local-Madrid, Reportajes, Cultura y EL PAÍS_LAB, el equipo del diario dedicado a experimentar con nuevos formatos.

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