"Sólo soy un tipo que hace películas"
De cerca, las leyendas adquieren una naturalidad que a veces desconcierta. Uno va a conversar con Jack Nicholson e imagina que encontrará la malicia de sus personajes corrosivos en la mirada, el peligro de cierta dosis diabólica en su sonrisa, que quedará paralizado por el poder magnífico de su voz... La seducción, en suma, de este hombre que ha convertido el histrionismo en virtud y ha ganado tres oscars por ello con Alguien voló sobre el nido del cuco, La fuerza del cariño y esa obra maestra de la vida que es Mejor... imposible.
"Javier Bardem es muy bueno, pero me gustó más en 'Antes que anochezca"
"La vida me ha arrebatado cosas, y justo por eso he mejorado otras"
"No se puede ser tan chulo como los políticos que creen que la gente es tonta"
"Llevo trabajando cincuenta años, casi la mitad de la historia del cine"
"La frialdad es lo más fácil. Debes dejar que la emoción te sorprenda"
"Si usted conoce a Almodóvar, dígale que me gustaría trabajar con él"
Todo eso se le vislumbra cara a cara: las huellas de una vida golfa y al límite; salvaje y vitalista, plagada de conquistas, broncas, juergas y algún trauma como el que le debió asaltar cuando descubrió que su madre era la que creía su hermana y no su abuela, como le habían dicho desde que era niño. Pero lo que también encuentras es a un tío currante y paciente, que atiende con una amabilidad cálida a quien va a verle -"yo también he sido un fan", asegura quien fue vecino de Marlon Brando hasta la muerte del genio-, acompañado de un paquete de Camel con filtro y un café que comparte con sus contertulios en un hotel de lujo londinense: "Jack no es como mis personajes; si no, no habría juego".
La semana que viene estrena Ahora o nunca, de Rob Reiner. Es la última de sus casi 70 películas, la última de sus comedias, porque es lo único que disfruta haciendo últimamente, con excepción de Infiltrados, en la que trabajó con Martin Scorsese dando vida a un mafioso irlandés padrino de los bajos fondos de Boston. "Desde el 11 de septiembre no me apetece hacer otras cosas que no sean comedias", asegura. Y es en ese género donde ha encontrado un modo de expresión profundo, tan definitivo como el que muestran personajes fascinantes en sus manos como el del escritor racista, misógino y cruel de Mejor... imposible o esa otra joya cumbre en su carrera que es el jubilado viudo de A propósito de Schmidt, de Alexander Payne. Ahora le echa un baile a la muerte con otro maestro de pareja, Morgan Freeman. Juntos han abordado, con esa sabiduría que sólo aportan los gigantes, la desmelenada aventura de dos hombres, unidos por el azar de una habitación compartida en la sanidad pública, a los que anuncian esa noticia que a Nicholson (Manhattan, Nueva York, 1937) jamás le gustaría oír: que les quedan seis meses de vida.
Pregunta. Da rabia que para una vez que se tiene la oportunidad de hablar con Jack Nicholson, alguien que ama tanto la vida, haya que hablar de la muerte.
Respuesta. No nos queda más remedio. Lo primero que querría decir es que esta película ha causado un gran impacto en esas pruebas de audiencia que las productoras hacen antes de estrenar. Ha sido la segunda mejor considerada en la historia de Warner Brothers, algo que me sorprendió. Y una de las cosas que anotaba el público es que no se trata de una película sobre la muerte, sino sobre la vida. Tenemos que estar contentos los que la hemos hecho. Hemos cumplido.
P. Ésa es la gracia, entre otras cosas. Por ejemplo, que su personaje se toma la muerte como una gran juerga final.
R. Bueno, todo depende de cómo se describa. Son las circunstancias. Cuando te encuentras en ese aprieto en el que sientes la guadaña de la señora apuntándote, te colocas en otra dimensión.
P. En la que entra el humor negro.
R. Sí, por eso mi personaje dice que muere más gente por las visitas que por enfermedad. Esas cosas les unen a los dos. Se han observado mutuamente, vienen de mundos diferentes, uno es un currante en el que ha influido mucho su economía, el otro es rico y el dinero no es problema para él, sino la soledad. Son dos casos tan distintos que quizás por eso deciden lanzarse juntos a la aventura. Se retan diciendo ¿quieres acabar tus días fingiendo que te importa que la gente sienta pena por ti o quieres comerte lo que te queda de vida, cada minuto de oro? No es nuevo, pero es un proyecto estupendo, sin sentimentalismos.
P. ¿Le gustaría enterarse de cuándo va a morir?
R. No. Es difícil tener preferencias en este sentido. Lo único que sé es que me gustaría que lo último que haga sea de verdad lo último que deseo hacer.
P. Completamente de acuerdo.
R. Como controlar el dolor hasta el final. Entrar en esa inconsciencia, me inquieta. Me he dado cuenta que muchos verbalizan su desgracia hipócritamente, consolándose con el más allá. Pero el dolor es tan inmenso, se te encoge tanto la piel que da lo mismo. Nadie quiere darse cuenta de que va a morir. Es falso. Así lo he visto en todos los casos con que me he topado.
P. Seguramente esta película le ha hecho reflexionar sobre su pasado. ¿Dónde queda el Jack salvaje? ¿Lo ve lejano?
R. No, no. Lo que pasa es que el paso del tiempo te afecta, te mina ciertas capacidades. No puedes elegirlo. No es que yo haya empeorado, es que la vida me ha arrebatado cosas y justo por eso, he mejorado otras. No quiero resultar tópico, pero soy algo camaleón. Lo que ustedes vean de mí en las películas no es lo que yo soy. Mi vida me sirve para el trabajo, pero no es mi vida la que reflejan los personajes que hago. La gente no debe conocer la verdadera naturaleza de los actores, si creen que te conocen es peor para tu trabajo, debes desactuar, hacer lo que yo defino como unjack, deshacerme de Jack.
P. Usted lo que ha hecho es convertir el histrionismo en una virtud.
R. Cierto. La frialdad es lo más fácil. Debes dejar que la emoción te sorprenda en las situaciones.
P. Y así ha conseguido tres oscars. Por cierto, ¿cómo ve a Javier Bardem en la carrera de este año?
R. Javier es muy bueno, pero esta vez me ha gustado menos que en Antes que anochezca. Por mi parte, todo lo que tengo lo he ganado trabajando... Uno de mis principios en la vida es honrar al trabajador. También poniendo las cosas fáciles a quienes están contigo. Si quieres tener éxito, intenta que a tus compañeros les vaya bien. Todo será más agradable.
P. ¿Qué más hazañas quiere conseguir?
R. No sé. El otro día pensaba que llevo trabajando casi la mitad de tiempo de la historia del cine. Tenemos algo más de 100 años y yo llevo más de 50. Caer en eso me impactó. Soy un currante, me canso a veces pero tengo la suerte de que cuando quiero descansar, descanso.
P. Pero parece en estado de gracia, en los últimos tiempos ha conseguido interpretaciones especiales. ¿La experiencia?
R. Y no callarme. Cuando no entiendo algo no me gusta cerrar la boca. Pero también porque quiero disfrutar y que la gente disfrute más con mi trabajo. Después de este panorama insufrible al que hemos llegado tras el 11-S tomé una decisión implacable: No me entero de nada, así que voy a dedicarme a la comedia.
P. Lo más difícil.
R. Lo más duro, me he dado cuenta. La forma de actuación más sofisticada, pero tengo suerte, porque he trabajado con expertos en ese campo, James L. Brooks, Nancy Myers, Adam Sandler, Alexander Payne y ahora con Rob Reiner. Saben lo que hacen y yo aporto. Yo soy un simple cineasta, un tío que hace películas.
P. A través de la comedia uno puede llegar a lo más profundo, como pasa en Mejor... imposible, en la que un cabrón se convierte en una buena persona. ¿Se puede pedir más?
R. Se transforma por amor.
P. Y por un perro...
R. Es la interacción, se va construyendo a través de las enseñanzas de los demás. Hay que estar abierto a lo que te rodea. Aquel personaje vivía en una cerrazón, no se puede pensar que el 95% de la gente se equivoca. También la vida te enseña todo lo que quieras aprender, más si has sido empresario teatral, salvavidas o bombero, como yo. En esos casos hay que tener claro algo: no puedes tomarte nada a la ligera, te destruye. Tampoco ser tan chulo como los políticos en Estados Unidos que piensan, mira, la gente es tan poco inteligente, que necesita líderes. No se puede despreciar a nadie, y más cuando no hacen otra cosa que pedirte un autógrafo, porque yo también he sido un fan.
P. ¿De quién?
R. Del cine. Me metí a trabajar en la Metro de chico de los recados para poder ver a las estrellas de cerca. Ni soñaba que iba a estar en las películas, pero...
P. Así empezó.
R. Sí. Aunque hay cosas que me molestan de la fama. Si voy a un museo, por ejemplo y la gente no se fija en Van Gogh sino en mí. Ofende mi sentido de la medida y mi sensibilidad estética, pero debo ser consciente del impacto del cine en nuestras vidas. A lo mejor, la gente pasa más si vive en Londres o en Nueva York, pero en Nebraska... La gente no ve estrellas de cine y si te dejas caer por ahí se acordarán toda su vida. Tienes que saber de dónde vienes, puedes hartarte hasta decir basta, pero si puedes ser amable, debes serlo. No cuesta nada dejar un buen recuerdo. Es tan fácil...
P. ¿No andar por ahí amargado por el éxito, como tantos otros?
R. Exactamente. Pensar en que para la gente, verte, será un recuerdo imborrable. Nos pasa a nosotros también. Nos gusta aprovechar al máximo el momento. Aunque somos tan tontos que cuando lo disfrutamos, ya es un recuerdo. Si no somos conscientes de sacarle el jugo a cada instante, nos equivocamos.
P. Lo pierdes.
R. Sí, como decía Churchill, que se definía como optimista porque, según él, las demás alternativas todo lo empeoraban. ¡Esa obsesión con que la vida es una mierda! ¿Y qué? ¡Saberlo no arregla nada, lo empeora!
P. Una de las cosas que va a peor es Hollywood. ¿En qué manos está?
R. Yo llegué a Hollywood cuando las grandes productoras cambiaban de manos por cuestión de impuestos. Pasar de propiedades privadas e individuales a grandes alianzas salía más a cuenta. Por eso los actores fueron creando productoras independientes. Antes de ese cambio era un imposible. Ahora, las multinacionales han cambiado. Hay demasiados huevos en una sola cesta y baja el nivel. Produce mucho y se les va de las manos. Cualquiera debería centrarse en tres o cuatro películas que son las que deseas hacer al año, pero el trabajo de los grandes ejecutivos se centra en las otras 12 que no les gustan. Toman decisiones que les desgastan en lo que no les apetece hacer. Seguro que nadie de la industria se lo reconoce así, pero a mí me importa este mundo y así lo veo. La sabiduría es fuerza. Tampoco les interesa distribuir cine extranjero. Nosotros crecimos viendo a Buñuel, a Fellini, a Truffaut. Íbamos al cine cada semana con la esperanza de encontrarnos una obra maestra, pero ahora, el negocio es tan duro que piensan que distribuir obras de arte es filantropía. Sólo les interesan los resultados, los beneficios.
P. ¿El taquillazo puro y duro?
R. Cuando yo empezaba a tener éxito, estrenar en 500 teatros era una barbaridad. Ahora proyectan en miles. ¿Por qué? Porque lo quieren recaudar todo rápidamente, de golpe. Tampoco les importa que en cada país se cambie el título según convenga. No culpo a nadie por querer hacer su trabajo de manera fácil, pero sí por no hacerlo bien. Todo es importante, hasta los pequeños detalles.
P. Y en su lista de últimos deseos, de cosas pendientes, ¿qué pondría? Seguro que no la ha hecho todavía, pero, ¿lo ha pensado?
R. Cosas sencillas. Cocinar como un artista, hablar muchos idiomas, meter la bola de un golpe en un hoyo al jugar al golf, inventar algo tan grande como un clip para papeles.
P. ¿Algo útil o alguna película más..?
R. Bueno, eso no está tan presente en mi lista, aunque si usted conoce a Almodóvar, dígale que una de las cosas sería trabajar con él. Con Marilyn Monroe, también...
P. La tecnología avanza y eso último hasta lo podría hacer.
R. Hace tiempo que sabría cómo y qué hacer en una película con Marilyn Monroe, pero no se lo voy a contar...
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