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Reportaje:

Nuevas vías para superar la celiaquía

Los bebés de cuatro a seis meses pueden inmunizarse tomando gluten

La alergia al gluten, la celiaquía, es una enfermedad con una base hereditaria compleja. Aunque todavía no se conocen todos los genes que intervienen, se sabe que si uno de los padres tiene la enfermedad, la probabilidad de que su bebé la tenga se sitúa entre un 10% y un 50%. Investigadores de nueve países europeos, entre ellos España, han unido esfuerzos en el proyecto PreventCD con el objetivo de averiguar si es posible evitar el desarrollo de la enfermedad estimulando la inmunización oral en bebés.

"Para proteger al bebé de familias con riesgo, durante muchos años la norma ha sido aconsejar que se introduzca la ingesta de gluten a partir de los seis meses, aunque muchas familias lo evitan hasta pasado el año", explica Gemma Castillejo, del hospital de Sant Joan de Reus. Sin embargo, esta medida podría ser inadecuada. Según la hipótesis que barajan los investigadores, se debería introducir antes, entre los cuatro y los seis meses. "Introduciendo el gluten en la dieta del bebé en pequeñas cantidades y coincidiendo con el periodo de lactancia materna permitiría modular el sistema inmune de tal manera que más adelante no se desarrolle la enfermedad", explica Castillejo. "Funcionaría como una vacuna, el sistema inmune aprende a reconocer esta proteína y así ya no genera rechazo", explica la investigadora.

La lactancia materna reduce a la mitad el riesgo de desarrollar la enfermedad
Tomar la proteína antes de los tres meses triplica el riesgo

En el ensayo participan 1.000 bebés europeos de familias con padres, madres o hermanos con la enfermedad. En España, participan más de 260 a través de tres hospitales, el hospital de La Fe de Valencia, el hospital de La Paz de Madrid y el Hospital Universitario Sant Joan de Reus. "Cuando nazca el bebé se recogerá sangre del cordón umbilical para analizarla y ver si tiene alguno de los dos genes que determinan el perfil genético de riesgo en celiaquía, el DG2 o el DQ8", explica Castillejo. "Se cree que en el cromosoma 6 puede haber varios genes implicados, pero los que mejor se conocen son estos dos", puntualiza. El 95% de los celiacos tiene el DQ2, y el DQ8, un 4%. Un 80% de las personas se diagnostican en la infancia.

Entre los cuatro y los seis meses, los bebés ingerirán cada día un preparado especial con 100 miligramos de gluten. A partir del medio año, la cantidad diaria irá aumentándose de forma gradual. "La idea es que logremos reducir a la mitad la cantidad de niños que desarrollan la enfermedad", explica Castillejo. Durante tres años, se realizará un registro diario de lo que comen y analíticas de la sangre del bebé y la leche materna.

El proyecto parte de las evidencias de otros estudios en torno a tres variables: la edad de introducción del gluten, la cantidad y la lactancia materna. "La leche materna lleva linfocitos que benefician el sistema de defensas del bebé, por lo que ejercería un efecto protector que facilitaría la tolerancia", afirma Carmen Ribes, jefe de gastroenterología pediátrica del hospital de La Fe.

Un estudio de 2006, publicado en Archives of Children, muestra que la introducción del gluten durante la lactancia reduce el riesgo de sufrir celiaquía en un 50% y que la mayor duración de la lactancia también se asocia a un menor riesgo.

Otro estudio publicado en JAMA en el año 2005 corrobora que el mejor momento para introducir la proteína es entre los cuatro y los seis meses. Concluye que empezar a tomarlo antes de los tres meses multiplica por cinco el riesgo de desarrollar esta enfermedad. Introducirlo después del medio año sería tarde para facilitar la inmunización oral.

En el proyecto también participan investigadores de la Universidad de Umea, en Suecia, país conocido por una epidemia de celiaquía. Entre 1985 y 1987, la incidencia de la enfermedad se multiplicó por cuatro, debido a que los fabricantes de alimentos para niños introdujeron mayores cantidades de gluten. La precisión de los registros clínicos suecos permitió determinar qué cantidades fueron perjudiciales o beneficiosas, y a qué edades.

Enzimas para la tolerancia

Actualmente, la celiaquía no tiene tratamiento. Lo único que puede hacer un celíaco es no tomar gluten. La Universidad de Sevilla está colaborando con la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, para desarrollar un medicamento a base de enzimas que permita a los enfermos ingerir alimentos con gluten.

Carolina Sousa, investigadora de la Universidad de Sevilla, explica que "se trataría de una pastilla que se tomaría antes de ingerir el alimento con gluten, y que contendría unas enzimas, glutenasas, que ayudan a degradar los péptidos tóxicos".

De esta forma, si el enfermo celíaco desea ingerir cantidades controladas de gluten, como por ejemplo un panecillo, o productos sobre los que no está seguro, como ocurre con salchichones que a veces contienen esta proteína, podría hacerlo. La Universidad de Stanford ha iniciado ensayos con enfermos, aunque todavía no hay resultados. Desde Sevilla "se está trabajando en la búsqueda de enzimas que complementen a la glutenasa y que contribuyan a su eficacia", explica Sousa.

Otros grupos de investigación exploran una vacuna terapéutica por vía nasal para inducir la tolerancia, o medicamentos para evitar que el gluten traspase la barrera epitelial del intestino.

Diagnóstico con un 'chip'

En España hay 40.000 casos diagnosticados de celiaquía, aunque según la Asociación de Celíacos de Madrid podrían ser más, unos 450.000. Aunque el diagnóstico precoz se traduce en una mejor calidad de vida, lo cierto es que en muchas ocasiones no se detecta hasta que la intolerancia al gluten causa lesiones en la mucosa que produce síntomas muy evidentes. "La comunidad médica piensa todavía que la biopsia es la única detección segura, y es cierto, pero eso hace que el 90% de los casos no se detecte porque la biopsia, una prueba altamente invasiva, sólo se hace cuando los síntomas son ya muy claros", explica Ioannis Katakis, investigador de la Universidad Rovira i Virgili, en Tarragona, que participa en un proyecto financiado por la Unión Europea en el que trabajan otras 21 instituciones, que tiene como objetivo desarrollar un método de diagnóstico mucho menos intrusivo: un chip que permitiría detectar la enfermedad midiendo diferentes parámetros en una gota de sangre. Los sensores del dispositivo deberán detectar marcadores genéticos y marcadores proteicos. "Para que sea un test seguro, al perfil genético se le suman la detección de los anticuerpos que desarrollan los enfermos ante la presencia del gluten", explica el investigador.

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