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Columna
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Vergüenza y error

Andrés Ortega

Gaza, en estado de sitio y ahora declarada "entidad hostil" por Israel, se ha convertido en una de las mayores vergüenzas del mundo, con efectos negativos sobre toda la zona y más allá. En la franja, donde han quedado encerradas 1,4 millones de personas -más de una tercera parte de los palestinos de los territorios ocupados-, pierden la razón no sólo Israel, sino también Estados Unidos y los europeos ante esta política de castigo colectivo. Pues el Gobierno israelí no declara hostil a Hamás, que ya lo era, sino a todo un territorio y a sus habitantes.

Tras una retirada de tropas que más bien fue un redespliegue, en 2005, Israel sigue ejerciendo un control efectivo sobre las fronteras y el espacio aéreo y marítimo de Gaza, que es aún territorio ocupado de hecho y de derecho, lo que implica, por el derecho internacional, obligaciones, entre otras la de velar por el bienestar de la población civil. Resulta no sólo ilegal e inmoral sino contraproducente el castigo colectivo contra Gaza desde que Hamás ganara limpiamente en 2006 las elecciones legislativas palestinas, y especialmente desde el bloqueo impuesto en junio, cuando el grupo se hizo con el control efectivo de la franja.

Se está castigando a toda una población por haber votado a Hamás. Éste, un grupo terrorista (que en su día impulsó Israel contra Arafat), pero también un partido que ganó las elecciones en las que una mayoría de los palestinos votó en contra de la corrupción del Gobierno de Mahmud Abbas y Al Fatah. Este tipo de castigo colectivo guarda un cierto paralelismo con el inaceptable argumento de Osama Bin Laden de que los ciudadanos norteamericanos no pueden ser inocentes tras haber reelegido en la presidencia de Estados Unidos a George W. Bush.

Aunque la gente pueda ahora ir a la playa, Gaza nunca ha estado en peor situación. Los entusiasmos tras la desconexión israelí en 2005 han dado paso a un desánimo sin precedentes. Los pasos de Rafah y Karni llevan más de tres meses cerrados. Según datos de Naciones Unidas, los cortes de electricidad son constantes debido a una falta de capacidad de la central local, y ahora Israel podría cortar el fluido y el agua. Hay crecientes tensiones y violencia entre activistas de Al Fatah y Hamás. Militantes palestinos siguen lanzando cohetes Kassam contra Israel en un número significativo, pese a las infructíferas incursiones israelíes. Desde el 19 de junio, en que se cerraron las fronteras, unos 100.000 palestinos que debían entrar o salir se han quedado atrapados fuera o dentro. La industria de Gaza, dependiente de las importaciones, está ahogada. El Banco Mundial, que calcula que la economía palestina se ha encogido en un 4,2% en el primer trimestre de este año tras una reducción del 8% en 2006, ha tenido que suspender proyectos de infraestructuras por valor de 200 millones de dólares. Pero recuerda que todo plan económico para Palestina debe incluir Gaza. También lo hace un reciente informe del Gobierno británico, que reclama como prerrequisito para una posible paz una "hoja de ruta económica" para impulsar la estabilidad y el desarrollo económico en Cisjordania y Gaza.

Israel, EE UU y la UE apuestan ciegamente por castigar a los habitantes de Gaza para que se vuelvan contra Hamás, lo que no puede sino generar más odio y extenderlo a todos los territorios, y por apoyar al presidente Abbas, que carece de todo carisma, aunque fue elegido en las primeras y únicas presidenciales tras Arafat, y que pierde legitimidad con esta política. EE UU intenta relanzar una conferencia de paz para noviembre, como si pudiera ignorar o aislar el efecto de Gaza.

Muchos israelíes, con un Gobierno débil, no se sienten satisfechos, sino más bien incómodos, pues saben que ése no es el camino y que no correspondería a un Estado democrático tratar así a toda una población vecina. Descubrir que la sociedad israelí ha generado neonazis, aunque sean muy minoritarios, ha producido consternación. En cuanto a Europa, sólo aparentemente unida, hace ante Gaza seguidismo de Israel y Washington, pagando otro peaje adicional por el desacuerdo sobre Irak con la Administración Bush. ¿Hasta cuándo la ceguera?

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