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Reportaje:VESTIDOS DE LUCES | Feria de San Isidro

Alfonso Merino

Madrid, tierra de toros, es también cuna de grandes toreros. Raros, urbanitas, bohemios, elegantes. Un artista único y genial fue Alfonso Merino.

Los más viejos del lugar recuerdan la figura sin par de Alfonso, el torero del barrio de Pardiñas. De su inmensa torería transmitida de boca a oreja, los jóvenes aficionados tienen a Merino como un héroe, un mito. Vieja leyenda.

Fue en la vieja plaza carabanchelera de Vista Alegre donde Alfonso Merino se reveló. Toreó con una pasmosa suavidad. Un temple mágico unido a un empaque desconocido. Torear despacio, acompasado, erguida la figura. Sin tensión, ni crispación. Natural. Hondo.Profundo.

En un suspiro Merino hizo plaza en Las Ventas: cada novillada, un lleno, un clamor, una expectación, una decepción y otra. El arte puro, la bohemia. "En los campos están comiendo los que van a pagar esta juerga". El 29 de abril de 1956, tarde de confirmación de Marcos de Celis, el genial torero palentino, con Juan Posada, cabeza de cartel, Alfonso Merino cortó las dos orejas. Puerta grande, la puerta de la gloria. No pudo ser. Una grave cornada.

En la barra-barrera de la Cervecería Alemana, estaba el hombre, el torero. Alfonso Merino.

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