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Reportaje:Sesión doble de cine

Héroes a su pesar

EL PAÍS entrega mañana 'Mad Max', con Mel Gibson, y el domingo, 'El hombre de la máscara de hierro', con Leonardo DiCaprio, por 5,95 euros cada una

Gregorio Belinchón

En 1979, el cineasta australiano George Miller imaginó un apocalíptico futuro de polvo, desierto, escasez de gasolina y venganzas personales. Eso para entrar en calor, que a continuación al protagonista, un policía, le matan a su familia y a su mejor amigo. En 1979, Mel Gibson era un don nadie con un currículo de un par de programas de televisión, un actor que empezaba y que se presentó a las pruebas de Mad Max acompañando a un compañero. Como la noche anterior se había metido en una pelea, apareció con el rostro magullado e hinchado. Le convocaron para tres semanas después, ya que necesitaban tipos con caras deformadas.

Cuando Gibson, entonces con sólo 22 años, volvió con su aspecto normal, el director le eligió como protagonista. Así nació una doble leyenda, la de Mad Max -tuvo dos continuaciones- y la de Mel Gibson -aunque en los tráileres estadounidenses del filme ni se le veía-, aunque antes del estrellato tuvo que soportar la pobreza de esta producción. La falta de dinero obligó a que los policías llevaran trajes de vinilo que imitaban a la piel -sólo se salva la chaqueta de Mad Max-, a que el director prestara su propia furgoneta para la secuencia inicial y a que el 20% del guión ni se rodara.

La ultraviolencia ha vendido desde que el mundo es mundo

Después llegó el éxito, una recaudación mundial de 100 millones de dólares (no está mal para la inversión inicial de 350.000). A la postre, la ultraviolencia, el sadismo repartido con adornos de humor, los choques salvajes, los desagravios personales y los antihéroes ávidos de impartir justicia por su propia mano han vendido desde que el mundo es mundo. Miller siguió con los Mad Max, hasta que en un giro radical dirigió Las brujas de Eastwick y de ahí encadenó El aceite de la vida, Babe, el cerdito en la ciudad y la película de dibujos animados Happy feet. De los moteros ya nadie se acuerda. Mel Gibson creció, multiplicó su arte pasándose a la dirección y aún le llega de vez en cuando la oferta de resucitar al loco Mad Rockatansky. Proposición que siempre rechaza.

Aquel Mad Max, subtitulado en España Salvajes de la autopista, fue planeado en 1979. Hoy, 28 años después, el apocalíptico es Al Gore, y su obra espeluznante, Una verdad inconveniente. El futuro está aquí.

Y para el pasado, una leyenda, la del hermano gemelo del rey Luis XIV de Francia, un hombre encarcelado de por vida con una careta metálica para que nadie reconociera su rostro. El hombre de la máscara de hierro mezcla mazmorras crueles con los cuatro mosqueteros (encarnados por John Malkovich, Jeremy Irons, Gérard Depardieu y Gabriel Byrne como D'Artagnan), usando como fundamento la novela de Alejandro Dumas, aunque el guión no gira alrededor de tamaño reparto sino de su doble protagonista, el rey y enmascarado Leonardo DiCaprio, justo en la ola pos-Titanic. Soldados retirados, amigos contra amigos, pasiones amorosas y sublevaciones antimonárquicas en las que involucran a inocentes cautivos.

A Dumas se le ocurrió el embrión del libro cuando le contaron una leyenda que aseguraba que en el siglo XVII un prisionero en la Bastilla llevó durante dos años una máscara de piel hasta que falleció. A Hollywood se le ocurrió la adaptación... en fin, como muchas versiones: por descarte. Ese doble papel ya había sido encarnado por actores como Richard Chamberlain, William Bakewell -en una versión realizada para gloria de Douglas Fairbanks como D'Artagnan- o Jean-François Poron. El mito de los mosqueteros sigue vivo a pesar y/o gracias a Hollywood.

'Mad Max' y 'El hombre de la máscara de hierro'.
'Mad Max' y 'El hombre de la máscara de hierro'.
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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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