Contradictorio y exuberante
Borís Yeltsin fue un personaje muy contradictorio, que teniendo un origen político en el aparato comunista se convirtió en la figura clave en la desaparición de la Unión Soviética. Esto sucede por dos acontecimientos. En primer lugar, por el error de Mijaíl Gorbachov de convocar elecciones en las repúblicas antes que en la propia URSS. Se trata de un error de cronograma por el que todos acaban legitimados por las urnas menos él. Después de este acontecimiento, en el que Yeltsin sale legitimado al liderar la Federación Rusa, éste saca un extraordinario provecho durante el intento de golpe de Estado de 1991. Libera a Gorbachov, que depende de él -precisamente porque es quien tiene la legitimidad-, e ilegaliza el Partido Comunista porque sabe que está implicado en el golpe. Muestra después su hegemonía política sacando a Gorbachov del poder y liquidando la URSS. Es el momento de su consolidación debido a que la Federación Rusa pesa más que la URSS y cuenta más internacionalmente, lo cual le permite convertirse en el interlocutor privilegiado de Estados Unidos y de las potencias occidentales.
Era una personalidad contradictoria y exuberante. Me lo encontré en Nueva York en la celebración del 50º aniversario de Naciones Unidas, y recuerdo que se puso en mitad de la calle y paró el tráfico en las dos direcciones, con cientos de policías intentando pararlo. Era imprevisible. Después de humillar a Gorbachov ya no le tuvo ninguna consideración, aun siendo el autor de la perestroika (reestructuración) y de la glásnost (transparencia). En sus relaciones con el resto del mundo incluía la condición de que no se atendiera a Gorbachov, que vivía una situación de aislamiento. Perdió incluso la dacha. Y quizás hay un dato significativo: el rey de España, de acuerdo conmigo, rompe este aislamiento cuando le invita a la Expo de Sevilla en 1992. Nadie se atrevía a invitarle para no molestar a Yeltsin.
Tuvo la oportunidad de liquidar el Partido Comunista y lo hizo. De quitarle el poder a Gorbachov y también lo hizo. Se quedó con todo el poder encabezando la rebelión de las repúblicas contra el poder central y liquidó así la URSS. No fue un gestor. No supo qué hacer con la economía. Dejó amplio margen a la nueva oligarquía. Un desastre económico sin paliativos.
Este artículo es el resumen de una breve conversación de EL PAÍS con el ex presidente del Gobierno Felipe González.
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