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Asturias recrea el paleolítico

El Parque de la Prehistoria de Teverga alberga el mayor conjunto europeo de réplicas de las mejores creaciones del arte rupestre

El mayor conjunto de réplicas del arte rupestre europeo, copias exactas, por vez primera, de los mejores yacimientos de la pintura parietal y arte mobiliar del continente, seleccionados con un criterio científico y una visión global del paleolítico superior, constituye la novedosa aportación del Parque de la Prehistoria que se acaba de inaugurar en Teverga (Asturias), a 40 kilómetros de Oviedo.

En un entorno de naturaleza agreste, un recinto de 25 hectáreas reproduce con extrema fidelidad, en varias edificaciones subterráneas, los mejores paneles que el hombre de Cromagnon pintó, entre 30.000 y 10.000 años atrás, en las cuevas de Chauvet, Niaux y Lascaux (Francia), Altamira y Covalanas (Cantabria) y Tito Bustillo, La Peña, Llonín y La Covaciella (Asturias), a las que se sumará otro de Ekain (País Vasco), así como útiles y figuras de España, Francia, Alemania, Austria, Chequia y Rusia.

Hace 40.000 años llega a Europa el Homo sapiens sapiens. Desplaza a los neanderthales y se erige en especie dominante. Habita en cuevas y abrigos naturales en la fase final de la Era Glacial. Son los primeros pobladores de los que consta que estuviesen dotados de una mentalidad simbólica. Y son por ello también los primeros artistas.

El parque, en el que se llevan invertidos 10,2 millones de euros, y para el que se anuncian ampliaciones, es el primer centro museístico, divulgativo y temático que no se limita a replicar una única cueva, sino que trata de plasmar, con una visión totalizadora, el "fenómeno europeo en su conjunto", señala el director del proyecto, Félix Fernández de Castro. "Se pretende", agrega, "un doble acercamiento: emocional -con la reproducción mimética de tres cuevas reales en uno de los equipamientos- y conceptual -de explicación, análisis e investigación- en una edificación, también subterránea, en la que, junto a reproducciones pictóricas y de arte mobiliar, se aportan textos, audiovisuales, mapas, fotografías y otros materiales didácticos".

De cada cueva se han elegido aquellas pinturas que mejor ilustran las distintas teorías existentes sobre la motivación del artista prehistórico. La réplica de los bisontes aculados de Lascaux ejemplifica las tesis que atribuyen estas manifestaciones prehistóricas a motivaciones artísticas, de ocio y divertimento; Niaux y las escenas del llamado "pozo negro" de Lascaux fundamentan las interpretaciones que ligan el fenómeno a ritos vinculados a la fecundidad y a la caza; las pinturas rojas de Llonín y sus signos misteriosos permiten explicar la hipótesis que atribuye su autoría a chamanes en estados alterados de conciencia; el techo de Altamira, consagrado a los bisontes, da pie a la teoría que vincula estas manifestaciones con una cultura totémica, veneradora de ciertos animales; y la vaca negra de Lascaux sirve para ilustrar las interpretaciones estructuralistas, según las cuales el arte rupestre forma parte de un lenguaje codificado de signos y en las que la cueva -de significado femenino- simboliza el mundo.

Uno de los dos espacios expositivos muestra, en 906 metros cuadrados, mediante textos, fotografías, audiovisuales, maquetas y reproducciones, las técnicas y materiales pictóricos de los habitantes de las cuevas, sus motivaciones, el significado de sus creaciones y la historia de los descubrimientos paleolíticos.

En otra de las edificaciones, bajo una loma, la cueva artificial reproduce a tamaño natural las partes más significativas de las cavernas asturianas de Tito Bustillo (Ribadesella) y La Peña (Candamo) y la francesa de Niaux. En 412 metros cuadrados se ha recreado la configuración topográfica y relieve interior de esas oquedades, sus condiciones de penumbra, silencio, humedad y temperatura.

Los contenidos fueron definidos por un comité científico dirigido por Javier Fortea, catedrático de Prehistoria de la Universidad de Oviedo, e integrado por Jean Clottes, ex conservador del Servicio de Conservación del Patrimonio Cultural y Rupestre de Francia; Dominique Baffier, conservadora de la gruta francesa de Chauvet y prehistoriadora del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS), y los profesores Jesús Altuna (Universidad del País Vasco), Manuel González Morales (Cantabria) y Marco de la Rasilla (Oviedo).

En la materialización de las réplicas pictóricas trabajaron durante dos años tres equipos: el prehistoriador francés Gilles Tosello realizó las copias de Chauvet; el artista, museógrafo y escenógrafo galo Renaud Sanson -autor de las reproducciones para los museos de Lascaux, Niaux y Ekain- replicó las pinturas de Lascaux; y Pedro Saura y Matilde Múzquiz, profesores de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, autores de la neocueva de Altamira, han hecho los facsímiles de Altamira, Covalanas, Tito Bustillo, Llonín, Covaciella y La Peña.

"Las pinturas se han realizado utilizando óxidos naturales, que obtuvimos en el campo; carbón vegetal para hacer el negro; machacamos los ocres para conseguir el rojo; y, como el hombre de las cavernas, hemos utilizado agua como único aglutinante. En las réplicas se ha seguido fielmente el mismo proceso, incluido el sentido del trazo, que estudiamos previamente por el rastro de la textura de la pintura en las cuevas", señala Pedro Saura.Saura: "Como el hombre de las cavernas, sólo hemos utilizado agua como aglutinante"

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