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Reportaje:

Montreux mengua para sobrevivir

El mítico festival de jazz cierra la sala del Casino y reduce un 35% las actuaciones

El legendario Festival de Jazz de Montreux suizo pone fin a una época. La decisión de cerrar definitivamente la sala del Casino, así como la de reducir en un 35% las actuaciones, anuncia "nuevos tiempos", tras 40 años en los que se ha ganado el apodo de Olimpo de los Festivales.

Antonio Carlos Jobim, Astor Piazzolla, Tori Amos, Ornette Coleman, Elis Regina, Bill Evans, Paco de Lucía, Herbie Hancock. Aparte de un talento musical fuera de discusión, todos estos músicos tiene en común el haber pasado por el célebre escenario del Casino Barrière de Montreux, punto de encuentro para los amantes de la buena música. El pequeño auditorio a orillas del lago Léman ha visto pasar algunos encuentros musicales de antología en sus cuatro décadas de historia. Pero la implacable ley del mercado, la feroz competencia entre festivales europeos y varios años de números rojos parecen haber sido capaces de acabar con una de las salas más emblemáticas de la escena mundial.

Probablemente, los lectores más avisados y veteranos recuerden el origen de uno de los himnos históricos del rock, Smoke on the water, de Deep Purple. Esa canción nació como recordatorio de la noche del 4 de diciembre de 1971, cuando el Casino ardió hasta los cimientos sin que, por fortuna, hubiera víctimas. Las primeras líneas de la canción dicen así: "Todos bajamos a Montreux...", para continuar hablando del "humo sobre el agua y el fuego en el cielo", además de un tal "Funky Claude" y su lucha contra las llamas.

Funky Claude no es otro que Claude Nobs, fundador y presidente del Montreux Jazz Festival. Nobs anunció a la prensa las nuevas medidas que afectarán a partir del verano de 2007. A saber: cierre del Casino, reducción de entre un 35% y un 40% de actuaciones, centralización de todos los conciertos en las salas Miles Davis y Auditorio Ígor Stravinski del Palacio de Congresos, lo cual implicará un ahorro cercano a los 400.000 euros, y el abandono del jazz, la moneda oficial del festival desde hace años.

Única divisa

El jazz era una de las numerosas curiosidades de este festival casi inabarcable. Dentro del recinto, la única divisa válida, tanto para comer una salchicha como para comprar una camiseta, era ésta. Los visitantes debían adquirirlos en cajas especiales al valor de un franco suizo (o 60 centavos de euro) por jazz.

"Un auténtico engorro", dijo a este diario Mathieu Jaton, secretario general de la Fundación del Festival. Jaton se muestra optimista ante la nueva etapa: "Creo que los cambios son positivos, pues con el paso del tiempo nos dimos cuenta de que había demasiados problemas y que el público se veía casi obligado a elegir entre dos festivales paralelos. La oferta era tan enorme que confundía al público". En el fondo no le falta razón, ya que a menudo era un auténtico quebradero de cabeza decidir en una misma noche entre Sting, los Black Eyed Peas y Juliette Gréco, o entre Simply Red, Tracy Chapman y Diana Krall... y todos a la misma hora. Un verdadero martirio para los amantes de la música. Mathieu Jaton avanza más cambios: de 120 conciertos en tres salas se pasará a 80 en dos salas. Ya el verano pasado, Claude Nobs comentó enfadado que "verse reducido a vender salchichas a los 70 años para redondear los presupuestos es intolerable". De hecho, las bebidas y comidas rápidas son una de las fuentes principales de los ingresos, y verán sus costos bajar dado que las quejas sobre lo caro de las consumiciones eran algo corriente. Debido al precio de algunas actuaciones extraordinarias, como la de Sting el pasado verano, a 200 euros, Montreux nunca fue considerado exactamente un evento popular. Para este verano (del 6 al 21 de julio), Jaton anuncia "sorpresas con el Van Morrison Project, los raperos Beastie Boys, el nuevo proyecto de Medeski, Martin & Scofield o The Good, The Bad & The Queen". El presupuesto es de 11 millones de euros, a repartir en dos semanas. Sin duda, el sueño de muchos promotores de conciertos.

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