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Reportaje:

Culto global a los amos de la pista

La actuación del 'dj' Tiësto en el aeropuerto de Amsterdam descubre el poder y la lujosa vida de los pinchadiscos estrella

"Es un héroe nacional". "Un hombre que hace lo que otros sólo se atreven a soñar". "Es un dios y, además, es simpático". Las frases las pronuncian holandeses y holandesas preguntados al azar. Un chico de 30, un hombre de más de 40, una chica veinteañera. Son diferentes, pero tienen un punto en común: máximo respeto hacia Tiësto, un hombre alto y metrosexual, nacido en Breda hace 38 años, que ha llegado a poner discos para un público global de 4.600 millones de personas durante la ceremonia inaugural de los últimos Juegos Olímpicos de Atenas.

Es viernes 16 de marzo, y la gente espera el comienzo del espectáculo que Tiësto ha preparado en la nueva zona de equipajes del aeropuerto Schiphol, en Amsterdam. Cerca de 3.000 privilegiados acceden a esta presentación mundial de Elements of life, su nuevo álbum, que se publica a principios de abril. El bolo está dentro del año temático Dance & Music 07 que celebra Holanda, en el que se ofrece al visitante todo tipo de eventos relacionados con la música.

"Voy en 'jets' privados, uso limusinas y tengo 'groupies' por todo el planeta", dice Tiësto

Pero Tiësto -en realidad, Tijs Verwest- es, en esencia, un disc jockey. Un hombre que pone música -suya y de otros- en discotecas. "Bueno, yo he llevado esto más lejos", dice Tiësto, durante una entrevista que no está permitido que se alargue más de 10 minutos. "Hay dj's, y aparte está Tiësto", dice, hablando a veces de sí mismo en tercera persona. "He querido crear algo entre el gran show masivo y la sesión bailable". Se refiere a algo que equipare la escena dance a la del hip-hop o a la del rock para las grandes masas: "Hay promotores que me envían jets privados; también uso limusinas, y veo groupies a mi alrededor en todo el planeta".

No suelta prenda de lo que cobra por sesión, aunque, según diferentes promotores, suele oscilar entre los 36.000 y 62.000 euros. No obstante, su nuevo espectáculo está a un nivel aún superior. "Me planteo mis próximas sesiones como una gira", apunta.

Tiësto actuará nada menos que en 55 países, entre ellos España (el 12 de mayo en Madrid). No parará durante año y medio. Lleva 35 personas consigo, y todo el material que desplaza ocupa tres tráileres. No está mal para un espectáculo que consiste en un tipo que pone discos. "En el mundo del dance no se ha visto aún nada como esto", afirma.

La sala de equipajes del aeropuerto está decorada suntuosamente. Se ha abierto el show a un número limitado de fans que han pagado un precio de amigo de 36 euros. De amigo, porque las sesiones de Tiësto pueden pagarse hasta con 300 euros. Dos japoneses chiflados gritan "Tiësto, Tiësto, Tiësto" frente a una cámara de televisión. Y una chica delgada con la espalda el aire luce tatuada una gran águila geométrica: es el logo-símbolo del dj holandés.

A las 23.00, una voz anuncia que Tiësto, durante una sesión de cuatro horas, va a repasar la historia de la evolución humana a través del agua, la tierra, el viento y el fuego. La gran sala estalla en fuegos de artificio, en llamas iridiscentes, en una bacanal de visuales. Hay una montaña de luces led de última generación y más rayos láser que en Star Wars.

Bajo la pared gigantesca, sobre un escenario de más de 40 metros cuadrados, un hombre solo pincha discos en una cabina que parece un OVNI. La histeria es colectiva. La música del dj no es sexy, es melódica y eufórica al mismo tiempo, es trance pensado para ser disfrutado por miles de personas que quieran viajar lejos de sí mismos. La gente está extática y Tiësto les rebota su adoración.

"Ser dj hoy es lo máximo para muchos jóvenes que quieren emular a Tiësto porque creen que es fácil, que poniendo discos van a llevar una vida de lujo", explica el periodista y dj húngaro Shane 54, invitado al evento. "Y puede ser, pero hace falta mucho trabajo y lograr hacerte un hueco".

Efectivamente, gente como el francés Bob Sinclar, el británico Fatboy Slim o los belgas 2 Many DJS han saltado de una existencia pop-rock no masiva al éxito supremo como dj's: han aplicado al baile su conocimiento de la ortodoxia pop, y esta fusión ha sido aceptada hoy como banda sonora mundial de sábado noche. Fatboy Slim ha pinchado hasta para 250.000 personas. El estadounidense Jeff Mills será una de los platos fuertes de las fiestas oficiales de la Copa de América en Valencia. Y se cuenta que los fans masculinos del dj británico Sasha llegaban a enviar a sus novias a la cabina a morrearle para luego besarlas ellos y cargarse con la energía del dj. Para todos ellos, los 30.000 euros por noche son un caché plausible. El francés David Guetta hace anuncios para L'Oreal, y marcas de bebida como Budweiser o Bacardí patrocinan giras mundiales de pinchadiscos. En España, la dj uruguaya-ibicenca Tania Vulcana llena clubes con un caché de 5.000 euros. "Ser dj es ser como un artista de pop conectado al momento", explica Shane 54. "Actúas directamente sobre el fin de semana de la gente. Somos el futuro, mientras la gente siga pensando en salir de fiesta".

Tiësto en una fotografía de promoción.
Tiësto en una fotografía de promoción.

La música de baile, menos 'cool' y más masificada

Hoy comienza en Miami la Winter Music Conference, la mayor feria del mundo de la música de baile. Cinco días con sus noches en que la industria mundial del dance se reúne y ve cuál es su estado. Incluye un festival, el Ultra Music, en el que los cabezas de cartel son, precisamente, Tiësto y The Cure, el grupo gótico del que en su día fueron fans la mayoría de dj's que se reunirán en la capital de Florida. Habrá hasta un millar de pinchadiscos y, como mínimo, doscientas fiestas multitudinarias de promotores globales que oscilan entre la entrada gratuita o la muy restringida (hasta 1.500 dólares sólo para grupos VIP).

La sesión de Tiësto en el exclusivo club Mansión está a 85 dólares anticipada, un precio muy respetable. Disc jockeys españoles como los internacionalmente exitosos Chus y Ceballos organizarán fiesta propia, con dj's de su propio sello discográfico. En la fiesta que monta allí el Pachá de Ibiza pincha, entre otros ibéricos, Mucho Muchacho, cantante rapero devenido en dj.

Hoteles colapsados, fans de todo el planeta, buscavidas de varios continentes: Miami se convertirá en el mayor hervidero del baile en un momento en que esta industria es más masiva que nunca. Vende pocos discos en tiendas, pero triunfa en fiestas internacionales y en la venta de canciones por Internet para unos disc jockeys que, de este modo, pueden incorporar velozmente las últimas producciones a su repertorio.

Algo está cambiando: cada vez es una música más masiva, pero también cada vez está más lejana de lo cool y lo estrictamente moderno. "Estilos musicales como el indie-rock y el electro-pop son lo chic para jóvenes en todas partes", afirma la periodista especializada danesa Pernille Pang. "Pero la electrónica de baile se ha hecho dueña de los grandes espacios de diversión y parte fundamental en festivales", asegura el dj húngaro Shane 54.

Desde Ibiza hasta Singapur, los grandes clubes se nutren de lo más radical en tendencias musicales para adaptarlas a los gustos de un público masivo, sin que éstas pierdan un deje del regusto vanguardista original. El mayor logro en este sentido lo tiene la productora alemana Cocoon, del dj Sven Väth, un personaje icónico que organiza fiestas veraniegas baleares con entradas que llegan a los 50 y 80 euros (sin copa) para 7.000 personas que se matan por entrar.

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