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Cientos de 'escudos humanos' palestinos impiden que Israel bombardee un edificio

La aviación israelí suspende el ataque contra la casa de un miliciano de Hamás en Gaza

Los palestinos emplearon ayer un viejo método para inutilizar los más modernos sistemas de misiles guiados. Ante la amenaza del Ejército israelí de bombardear la casa de un miliciano palestino en Gaza, cientos de personas corrieron hacia la vivienda para convertirse en escudos humanos y proteger el edificio. Lograron que la aviación suspendiera el ataque. Tras la matanza de 20 civiles en Beit Hanun el pasado día 8 y la ola de críticas que recibió el Gobierno de Ehud Olmert, incluida la condena de la Asamblea General de la ONU, Israel optó por la marcha atrás.

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Los civiles palestinos se están sumando paulatinamente a iniciativas desesperadas. El 3 de noviembre, cientos de mujeres desarmadas acudieron al rescate de unos 60 milicianos acorralados por los soldados judíos en una mezquita de Beit Hanun, en el noreste de la franja. Los uniformados mataron a dos de ellas, pero las mujeres lograron que todos los hombres armados de Hamás pudieran romper el cerco.

En la madrugada de ayer, la familia Barud recibió la llamada telefónica de una voz en árabe del Ejército israelí. Tenían que abandonar su casa en 30 minutos. Hasta la fecha es lo que siempre habían hecho los residentes amenazados. Pero Mohamed Barud, uno de los jefes de los Comités de Resistencia Popular, una milicia próxima a Hamás, corrió a una mezquita cercana en el campo de refugiados de Yabalia y recabó la ayuda de decenas de personas. Rodearon el edificio, asegurándose de que la iluminación era buena, y subieron al tejado para impedir el ataque de la aviación hebrea.

Consiguieron su objetivo. De momento, la casa de los Barud sigue en pie. A diferencia del medio millar de viviendas y talleres destruidos en cinco meses de ataques sobre la franja de Gaza.

Un portavoz del Ejército israelí aseguró que el plan fue suspendido para evitar muertes inocentes: "Nosotros diferenciamos entre inocentes y terroristas", dijo.

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Pero ese esfuerzo por distinguir a los civiles de los milicianos arroje resultados decepcionantes. Rondan las 400 personas muertas desde que las Fuerzas Armadas israelíes lanzaron su ofensiva en Gaza, tras la captura del soldado judío Gilad Shalit el 25 de junio, y cerca de la mitad de las víctimas mortales son civiles.

El portavoz castrense añadió, no obstante, que Israel continuará los ataques. Apenas unas horas después fue alcanzado por un misil un coche en el que viajaban activistas de Hamás en la ciudad de Gaza. Un transeúnte de 75 años murió y ocho fueron heridos, tres de ellos menores.

No obstante, los palestinos han jugado con un ambiente favorable. Días después de la matanza de 20 civiles en Beit Hanun, el revuelo diplomático en Naciones Unidas ha sido considerable. La Asamblea General aprobó el viernes una declaración de condena que ha provocado enorme malestar en el Ejecutivo de Olmert. El panorama internacional aconsejaba eliminar en esta ocasión el riesgo de un nuevo escándalo.

Habrá que esperar ahora la reacción del Gobierno israelí, del que brotan propuestas contradictorias. Los hay que abogan por recuperar el control de la frontera entre Gaza con Egipto para impedir el tráfico de armas a través de los túneles; los hay que proponen declarar un alto el fuego unilateral para comprobar si las milicias palestinas continúan disparando cohetes artesanales y, en caso afirmativo, redoblar los ataques contra Gaza.

Y luego está el viceprimer ministro Avigdor Lieberman. De conocidas credenciales racistas, Lieberman alentó, con nombres y apellidos, el asesinato de la dirección política de Hamás: Haniya y Mahmud Zahar, el ministro de Exteriores del Gobierno palestino.

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