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El Circo Hirsute muestra el arte de las piruetas y las acrobacias

Elsa Fernández-Santos

Tiene la gestualidad de un mimo y la potencia de un atleta de élite. Damien Gaumet nació hace 25 años a las afueras de París y está considerado como uno de los mejores trapecistas del mundo. Actúa en un circo sin redobles de tambor y en el que se hace gala de la facilidad en lugar de la dificultad. El más difícil todavía ya no existe.

Gaumet, miembro fundador del Cirque Hirsute (creado en Bélgica en 2005), actuó junto a su compañera Mathilde Sebald (que tiene 24 años y empezó en el circo con 11) el martes y el miércoles en el teatro Albéniz de Madrid, dentro del programa Festival de Otoño. El espectáculo Bal caustique, dirigido por Marcus von Wachtel, muestra en un escenario casi desnudo ocho técnicas de circo. Malabares, cintas aéreas, manipulación de objetos, danza y mástil chino, entre otros, están unidos por un argumento que tiene la vieja cómoda de un palacio como misterioso objeto volante. "El núcleo de este trabajo nace del proyecto de fin de carrera que presentaron Damien y Mathilde". Los dos artistas, diplomados en la Escuela Superior de Artes Circenses de Bélgica, han pasado un mes en el pueblo de La Bañeza (León) encerrados preparando el espectáculo: "Un proceso de trabajo en el que hemos llegado al guión definitivo del espectáculo", explica Marcus von Wachtel, que define el espectáculo como un circo "que trabaja con la emoción y la verdad".

"El circo es un espectáculo que en España no se aprecia", afirma. "Me refiero a nivel institucional. No tiene, como el teatro, la ópera o la danza, el reconocimiento de arte que se merece y que sí tiene en el resto de Europa". El director, nacido en Londres hace 58 años, fue profesor de la Resad (Real Escuela de Arte Dramático de Madrid). Recuerda que su pasión por el circo nació cuando tenía 14 años "y casi me escapo con un circo portugués. Luego entré en el circo ecuestre de Bartabás y ahí empezó mi contacto real".

De todos los números destaca el del Trapecio Washington, con el que se cierra la función y que era la especialidad favorita de Pinito del Oro. Una técnica que nació en 1885 y que se basa en el equilibrio aéreo sobre cabeza, manos o pies.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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