París añora su vanguardia

¡Se acabó el exilio! ¡La FIAC regresa al centro de la ciudad! En una ciudad como París, que reclama que cada cosa esté en su sitio, lo de la Feria Internacional de Arte Contemporáneo (FIAC), no podía durar un año más. Debido a unas obras de cimentación, el Grand Palais, un edificio vecino a los Campos Elíseos, no ha podido utilizarse durante casi diez años. Y durante este tiempo los compradores de arte contemporáneo tenían que desplazarse hasta la Puerta de Versalles, lejos de las tiendas de moda o de los restaurantes de tres estrellas. Lo peor es que, ya puestos, en vez de coger el taxi hasta el palacio de congresos, pillaban en Eurostar para descubrir Freeze: la feria rival de Londres.

El Estado anda embarcado en crear museos y en financiar grandes exposiciones

París recupera, para su 36ª edición de la FIAC, que abre al público del 26 al 30 de octubre, no sólo la nave central y de techo acristalado del Grand Palais, a menos de 100 metros de todas las boutiques de grandes marcas situadas en la avenue Montaigne, sino que además se apropia de la Cour Carrée, en el Louvre, el patio más bello y elegante del museo. La FIAC acoge 168 galerías, de las cuales un 55% son extranjeras y, entre ellas, una madrileña y dos barcelonesas. Además, volviendo a lo de cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa, la feria se permite dos ferias contestatarias u off: el Show off, cuyo grado de rebeldía es tan relativo que ha escogido como sede el espacio Pierre Cardin, en los propios Campos Elíseos, casi enfrente del Grand Palais. La otra manifestación, Slick, agrupa en el barrio popular de Belleville, a 25 galeristas con voluntad de descubrir y no conformarse con exponer grandes nombres. Finalmente, Diva, que se presenta en un hotel en el norte de la ciudad, reúne lo que hay de vídeo e imagen digital.

Aprovechando el momento, el ministro de Cultura, Renaud Donnedieu de Vabres, ha desvelado las iniciativas del Estado "para favorecer el arte contemporáneo". La más espectacular (movilizará unos 100 millones de euros) es la construcción y puesta en marcha de un Centre Européen de Création Contemporaine en la isla Séguin, en medio del Sena, en el lugar que Pinault ha desertado al preferir el Palazzo Grassi en Venecia. "El lugar estará articulado en tres polos, repartidos en más de 25.000 metros cuadrados", explicaba el ministro. Lo que antes llamábamos taller y ahora ha sido rebautizado como "residencia de creación" convivirá con espacios pensados para la enseñanza y la investigación. "El lugar ha de convertirse en una isla de la cultura, también con instalaciones de vocación científica", concluyó De Vabres.

El Estado anda embarcado en restaurar otros lugares, en crear otros museos, en financiar grandes exposiciones de Anselm Kiefer, Richard Serra o Christian Boltanski especialmente concebidas para el Grand Palais, pero también en adecuar su legislación para hacer más atractivo el país para artistas y coleccionistas. Los primeros, franceses o extranjeros instalados en suelo galo, se beneficiarán, durante los cinco primeros años de actividad profesional, de una desgravación fiscal de hasta 50.000 euros a partir de que sólo el 50% de sus ingresos contarán como imponibles. Los segundos, los coleccionistas, sean particulares o empresas, obtienen más facilidades para pagar sus impuestos en obras de arte que aceptan exponer o que ceden al Estado. En todos los casos la presión fiscal disminuye y el cálculo puede escalonarse a lo largo de cinco años. Sólo queda por ver si es cierta la relación de causa-efecto entre generosidad del Estado y creatividad de los artistas.