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Columna
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De EuYork a Londres

Algún día los historiadores contarán así la película metropolitana: "Cuando Londres se transformó en la ciudad más abierta y moderna de la globalización porque Nueva York, después del 11-S, se transformó en una metrópoli cerrada sobre sí misma, ensimismada en su skyline herido". Aunque también el titular podría ser éste: "Cuando la Sala de las Turbinas de la Tate Modern le ganó la partida al MOMA de Nueva York". Y las cifras que nos da Vicente Todolí, el director de Tate Modern, cuatro millones de eurovisitantes para la Sala de las Turbinas contra apenas dos millones para las salas nada eléctricas del nuevo MOMA, confirman este giro espectacular en las brújulas de la modernidad global y juvenil.

No se trata de comparar metrópolis ni discutir la capitalidad de esta globalización realmente existente. Se trata sencillamente de constatar que la vieja Londres está cambiando de piel y que después del 11-S ha sabido estar a la altura global de aquella masiva y eufórica demanda de Nueva York que siempre sedujo el espíritu europeo hasta el punto de llamarla EuYork. En estos precisos momentos, Londres encarna mejor que ninguna otra ciudad del mundo el ánima de EuYork y aunque todavía haya que pagar en libras, esa rareza, allí es donde se está celebrando todas las noches la verdadera movida de Europa. Es más, el símbolo de EuYork, Woody Allen, ha dejado de rodar a la sombra del skyline de Manhattan y ahora localiza sus historias en un despacho del pepinillo fálico de Foster, en alguna de las más de 400 galerías chic de Londres o en el interior de esa vieja central eléctrica reformateada por los suizos Herzog&DeMeuron que es la Tate Modern de Todolí, el querido anti-MOMA de Woody.

Antes, los periféricos, los que estábamos sometidos a régimen de cartelera pobre, muy pobre, nos regíamos exclusivamente por la sincronización con la cartelera rica de EuYork. Ahora, la cartelera que nos excita a los europeos es la de Londres. Y no sólo esos toboganes de Höller en la Sala de las Turbinas, como no hace mucho fue aquel sol artificial de Olafur Eliasson o la genial escultura titulada Marsyan de Anish Kapoor, sino estos tres días de la Frize Art Fair 2006 en Regent's Park, la exposición sobre Velázquez o esas dos muestras arquitectónicas en las que se cuenta cómo la vieja Londres está cambiando de piel, Airspace y Future City.

Y lo mejor de todo es que esta vez estamos a tiro de piedra, a tiro de vuelo low-cost y con una aduana amable, mientras que por los altavoces de la T-4 de Barajas nos advierten militarmente que si queremos disfrutar de la cartelera de EuYork tenemos que desprendernos del agua y el gel de nuestros equipajes.

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