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La Tate Gallery compró de forma irregular siete obras de cinco de sus asesores

La Tate Gallery británica incumplió la normativa que obliga a consultar con una autoridad externa la compra de obras a artistas que en ese momento forman parte del consejo asesor de la propia galería. La Tate compró desde 1997 siete obras a cinco artistas mientras eran patronos de la galería sin pedir permiso a la llamada Charity Commission, pero ésta, aunque ha denunciado prácticas de mala gestión, ha confirmado que el precio pagado en cada operación era el correcto.

La Charity Commission es el organismo independiente que regula las organizaciones sin ánimo de lucro en Inglaterra y Gales. Aunque la Tate Gallery es una organización sin ánimo de lucro, formalmente no está sometida a la autoridad de la Charity Commisssion porque depende directamente del Ministerio de Cultura. Sin embargo, eso no le excluye de cumplir la legislación que afecta a las organizaciones sin ánimo de lucro.

Entre otras obligaciones, esa normativa obliga a la Tate a pedir permiso a la Charity Commission cuando quiere adquirir obras de algún artista que en esos momentos forma parte del consejo de patronos que supervisa la gestión de la galería. De los 12 patronos -que aunque gozan de plena independencia son nombrados por el primer ministro-, tres siempre son artistas.

Adquisiciones polémicas

La Tate ignoraba esa obligación, lo que ya constituye una prueba de que su gestión es deficiente, y nunca pidió permiso para la compra de siete obras a cinco artistas-patronos entre 1997 y 2005. La compra más polémica fue la adquisición en marzo de 2004 de la obra The upper room, una serie de 13 grandes óleos de Chriss Ofili que contienen excrementos de elefante y que representan a los paquidermos a modo de apóstoles. La Tate pagó 600.000 libras (880.000 euros) y Ofili ni siquiera se ausentó de las reuniones cuando los patronos discutieron sobre la oportunidad de la compra. La Tate pidió una tasación externa de la obra, pero no antes de cerrar la operación, sino después.

La Charity Commission admite que la compra de obras a patronos ha sido algo excepcional, y que tanto las compras de la serie de retablos de Ofili como las demás operaciones fueron rentables para la galería y en ningún caso se pagó sobreprecio, pero amonesta con dureza a la Tate por no haber pedido permiso para la compra y por no haber registrado correctamente el proceso de toma de decisiones. "Hemos encontrado serias deficiencias en la gestión de conflictos de interés y un inadecuado registro del proceso de toma de decisiones", denuncian los investigadores.

Sir Nicholas Serota, director de la Tate, ha aceptado plenamente las críticas y ha anunciado la introducción de normas que hagan más transparente la gestión de la galería. Además de comprometerse a pedir permiso para comprar obras de patronos, la Tate hará público el precio pagado por todas y cada una de las obras.

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