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Reportaje:SALUD

Proteger los ojos del sol estival

Con el verano a la vuelta de la esquina, más vale prevenir las molestias y peligrosas enfermedades provocadas por la exposición prolongada a los rayos del sol. Un simple gesto como el uso de gafas solares homologadas desde la infancia es suficiente para luchar contra los temidos UVA y UVB

Si cuidamos la piel durante la época estival para protegerla de la exposición al sol, no deberíamos privar a nuestros ojos de un cuidado similar. Extremar las precauciones durante la primavera y el verano es una cuestión capital para mantener una salud ocular óptima. Y los enemigos a batir en esta época del año son el aire acondicionado, el sol, la sequedad del ambiente, el cloro de las piscinas o la intensidad de la luz, sin olvidar las molestias que producen ciertas partículas del ambiente polvoriento de muchas zonas de nuestro país.

El doctor Jorge Alió, director médico de Vissum Corporación Oftalmológica, de Alicante, advierte que los rayos solares pueden producir quemaduras en el borde de los ojos (un 10% de los casos de cáncer de piel se produce en el párpado, al ser ésta la piel más fina del cuerpo) y conjuntivitis. Por ello, la protección ocular debe comenzar desde la infancia -los niños pasan gran parte de su tiempo jugando a la vista de los rayos UV perjudiciales-, periodo durante el cual el cristalino no está plenamente desarrollado ni es capaz de filtrar la luz.

E Ojo al cloro. Las aguas cloradas de las piscinas son altamente irritantes y suelen provocar conjuntivitis tóxicas. Una aconsejable medida de protección consiste en no bañarse en una piscina recientemente clorada. Y usar siempre gafas de buceo homologadas, que también protegen del sol y de su reflejo en el agua al incorporar un filtro ultravioleta.

Las personas que mayor cuidado deben tener con sus ojos son aquellas que están expuestas a la llamada "doble reflectancia de la luz": la luz que incide sobre el ojo más la que refleja la nieve, la arena de la playa o el mar. De ahí la importancia de usar siempre unas buenas gafas como mejor medida de protección.

Gafas para todos. Las gafas de sol deben estar homologadas por la Unión Europea y tener una protección completa a toda radiación ultravioleta C y B. Según los especialistas, el uso de unas gafas no homologadas no es nada aconsejable, y aunque logren evitar el deslumbramiento provocado por la luz solar, los cristales, al no llevar filtros, pueden provocar un efecto lupa que nos abrasa los ojos sin darnos cuenta.

Puesto que las lentillas no cuentan con protección ultravioleta, las personas que las utilizan tampoco deben obviar el uso de gafas solares. Para los usuarios de gafas graduadas que odien añadir las de ver a las de sol, nuevas lentes como las Transitions pueden graduarse y adaptarse a cualquier tipo de montura. Bloquean el ciento por ciento de los rayos nocivos UVA y UVB, disminuyen el deslumbramiento y mejoran la sensibilidad al contraste.

El doctor José Fernández Vigo, catedrático de Oftalmología del Centro Internacional de Oftalmología Avanzada de Madrid y Badajoz, recuerda otro mal propio del verano: "El ojo seco, que sufren personas con lágrimas de escasa cantidad y calidad. Se recomienda en estos casos el uso reiterado de lágrimas artificiales sin conservantes y gafas que protejan del polvo o el polen, para disminuir así la evaporación lagrimal".

¡Salud ocular a la vista!

No usar colirios al azar, sin prescripción de un profesional médico.

No recurrir a la automedicación, especialmente de cremas con cortisona.

Protegerse del sol y del agua de mar o de piscinas con gafas homologadas.

Las gorras o viseras evitan casi el 50% de las radiaciones ultravioletas.

Aplicar con cautela las cremas para el sol en la zona de los párpados porque tienen componentes irritantes que pueden provocar alergias.

Los síntomas irritativos leves pueden controlarse con sencillas medidas higiénicas, como lavados con agua de manzanilla amarga y aplicaciones continuadas de pañuelos congelados.

Usar lágrimas artificiales sin conservantes en diagnósticos de ojo seco.

Controlar el abuso y la limpieza de las lentillas.

Limitar la exposición al sol a 20 minutos diarios. Y evitar a toda costa el tramo comprendido entre las once de la mañana y las cinco de la tarde.

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