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Reportaje:ESTILO DE VIDA

La carta del año

El gran reto para los niños de una generación acostumbrada a la informática es enfrentarse a escribir la carta a los Reyes Magos. Repaso a su comportamiento, lista de regalos y buenos deseos para los más necesitados son los argumentos que se repiten en sus misivas.

El gran reto para los niños de una generación acostumbrada a la informática es enfrentarse a escribir la carta a los Reyes Magos. Repaso a su comportamiento, lista de regalos y buenos deseos para los más necesitados son los argumentos que se repiten en sus misivas.

Este año, Raquel se ha portado "regulín, casi bien", pero confía en que los Reyes Magos le traigan todo lo que pide en el folio multicolor que ha tardado media tarde en escribir. Es un proceso arduo y emocionante el de dar forma a la carta más importante del año y quizá la única que escriba una nueva generación que sólo concibe la palabra correo seguida del adjetivo electrónico.

Gonzalo, de cinco años, afronta con paciencia la primera carta hecha de su puño y letra. Acaba de aprender a escribir y, bajo la atenta y enamorada mirada de su madre, María Jesús, encabeza la misiva con un "hola, Reyes" y la firma como "7". "Es mi número en clase. ¿Son magos, no? Con que ponga eso ya saben quién soy y dónde vivo".

En este caso, la redacción y las formas son importantes. "A los Reyes hay que contarles qué tal te ha ido el curso", dice Alex, de nueve años. "En nuestra época explicábamos de todo y creo que es importante. Si no, éstos son capaces de hacerte una lista como la de la compra", bromea su madre. Desde luego, la de Alex no lo es. Cuenta que se ha apuntado a baloncesto y que saca buenas notas en español e inglés. Y lo demuestra con el educado y cosmopolita please (por favor) con el que termina su texto. Los dibujos, como el enorme corazón de Andrea, de ocho años, también suman puntos.

A Sergio, de sólo tres años, le escribirán la carta sus padres, Ana y Miguel. Al dictado, eso sí, porque aunque sean los primeros Reyes Magos de los que tiene conciencia, sabe muy bien lo que quiere: "cosas con ruedas y volantes".

La mano materna también se nota en la carta de Raquel, donde da las gracias a los "generosos" magos por los regalos del año pasado. La despedida, "os quiero mucho a los tres y también a Papá Noel", es de su cosecha. Hay que guardarse las espaldas, sobre todo después de toparse con el mismísimo Santa Claus en persona: "El año pasado lo vi de verdad. Estaba detrás de la ventana de la cocina".

Lo más importante: los regalos. Una vez terminada la parte de formalidades para demostrar que son niños educados y muy buenos, empieza lo interesante: la enumeración de regalos. "Me pongo muy nervioso haciendo la carta porque al principio quiero unos juguetes, pero luego voy viendo otros que me gustan más y los cambio. No quiero que se equivoquen", cuenta Alex. La ida y venida de dragones, juegos de consola y robots termina cuando su madre decide que hay que hacer la carta definitiva.

Algunos, como Gonzalo y Alex, tienen restringido el número de regalos porque "hay muchos niños y no se trata de pedir por pedir". También puede caer alguna sorpresa, que Alex pide en su carta explícitamente y en mayúsculas. "Al final es lo que más ilusión les hace. Los grandes armatostes se quedan en el armario después del primer día. Pero, por ejemplo, el año pasado le trajeron a Gonzalo una pizarra y no la ha soltado", recuerda su madre.

Todos los padres están de acuerdo en que lo que más influye en la lista de sus hijos son la televisión y los amigos. "Ven cualquier cosa a un compañero y les apetece. Además anuncian tantos juguetes en televisión que yo creo que ya no saben ni lo quieren", dice Maite, madre de Raquel.

Elegir bien. El resultado es que primero las cartas y después las casas se llenan de castillos enormes y pistas de coches kilométricas que tienen un único y glorioso día de vida: el 6 de enero.

María Teresa Fernández, profesora desde hace más de 25 años de niños de entre tres y seis años, ha sido testigo de la elaboración de miles de cartas y de la evolución de los juguetes. Como los padres, considera que con los que más disfrutan son aquellos que "requieren habilidad y les producen alguna satisfacción al terminarlos". Quizá por eso, casualmente, todos los regalos que los Reyes decidieron no traer a Gonzalo, Raquel, Andrea y Alex tienen algo en común: son enormes y aparatosos.

Las cartas reflejan, además de la personalidad del niño, los juguetes de moda en cada temporada. Aunque Andrea diga en un principio que no quiere nada "porque tiene muchas cosas", espera que le traigan, como a Raquel, una muñeca MiniBratz y algún libro de Witch, unas brujas adolescentes. Gonzalo y Sergio son admiradores de Pedrosa y quieren algo relacionado con el piloto de motos.

Para ellos y ellas. Las niñas, muñecas; los niños, coches. María Teresa asegura que no tiene por qué ser fruto de una educación sexista: "El niño ya entra en el juego simbólico de la cocinita porque lo ve en casa: pasea el carrito y pone la mesa, pero enseguida se pasa al balón. Le van más los juegos activos y de fuerza. Puedes mezclarlos en clase, pero los niños se van con los niños, y las niñas, con las niñas a jugar a las mamás".

En sus cartas también hay sitio para alguien más que ellos mismos. Las últimas líneas suelen estar dedicadas a proponer regalos para el resto de la familia. Andrea pide un collar nuevo para su gato "micifú", y Raquel, un "conejillo con las orejas muy largas" para su "pequeño trasto Giulia", su hermana de dos años.

Algunos de los textos de estos niños, que según sus propios padres "tienen demasiado de todo", también contienen deseos no materiales. Es el caso de la carta de Andrea: "Llevad salud para los que la necesitan, juguetes para los niños pobres; comida, mantas y agua para los del huracán, y muchos regalos para Hakim (el nombre del niño que su familia tiene apadrinado)".

¿Cómo llega el correo a los Reyes?

Una vez terminada la carta, aún falta casi lo más importante: hacérsela llegar a los Reyes Magos. Existen tres fórmulas: a través de los pajes reales, del correo o vía e-mail, porque esos tres hombres que recorren España en camello repartiendo regalos también usan Internet.

En la página web de Correos (www.correos.es) puede encontrarse desde el 15 de diciembre una dirección a la que enviar las cartas por e-mail. Los Reyes Magos llevan en la Red cuatro años, y en 2004 más de 14.000 niños les hicieron llegar a través de ella sus listas de deseos. Para los que prefieran el sistema tradicional, se instalan unos buzones especiales hasta el 30 de diciembre. Los funcionarios recogen las cartas y envían otras a los niños informándoles de que sus peticiones ya han sido entregadas a los Reyes. El año pasado se recibieron más de 150.000.

Estas navidades, Correos ha impreso 250.000 cartas de petición, "las clásicas rayadas con un dibujo de los Magos de Oriente". Después de que los Reyes hayan leído las cartas y tomado nota de sus deseos y direcciones, las misivas se destruyen siguiendo la normativa de la Ley de Protección de Datos.

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