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57ª FERIA DEL LIBRO DE FRANCFORT

Autores y editores forman una plataforma a favor de la libertad de expresión política

La principal cita editorial del mundo se inauguró ayer y se abre hoy al público

Juan Cruz

Los editores están optimistas, pero todavía no sabemos por qué, dijo al introducir el panel de presentación el periodista Holger Ehling, portavoz de la Feria de Francfort, cuya 57ª edición abrió ayer sus puertas. El presidente de la Asociación de Libreros Alemanes, Dieter Schorman, esbozó algunos de los problemas a los que se enfrenta el libro, en Alemania y en el mundo: los periódicos hacen la competencia a los editores, acompañando los diarios con libros baratos.

"Estamos encantados, es un cumplido, porque podían vender vino o cigarrillos, pero venden libros". Es una amenaza y es un reto: los editores deben ser más rápidos, deben hacer de la actualidad su fuente de inspiración, y los libreros también deben ponerse las pilas: han de hacer que ir a una librería sea siempre un acontecimiento. Y un elemento más de consumo interno: "Tenemos nuevo Gobierno; a lo mejor eso nos afecta psicológicamente y la industria refresca sus ideas".

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El presidente de los libreros subrayó un acontecimiento que en España aún está por ver pero que aquí está compitiendo ya con solvencia con la industria tradicional del libro: el audiolibro, que tiene su sitio especial en Francfort y cuya producción ha aumentado de un año a otro en un 30%.

700 perseguidos

La decisión de politizar la feria es una cuestión de principios. Boos dijo que Francfort no puede ser tan sólo una feria de negocios, ha de serlo de cultura, y ésta se halla amenazada y sometida en muchas partes del mundo, así que ha de ser también una feria política.

El portavoz de la feria lo subrayó después: "Hay países, incluso cercanos, donde los derechos humanos están amenazados. Esta plataforma ha de cobrar vigor político para defenderlos".

Johann Strasser, el presidente del PEN alemán, vino con las cifras que justifican este interés de la Feria del Libro de Francfort por hacerse presente en la política: el PEN internacional registra ahora 700 casos de persecución de escritores o periodistas; en el último año, 15 fueron asesinados, 12 están desaparecidos, 33 están amenazados de muerte, 10 han sido secuestrados, 13 han sido expulsados de sus países y cinco están escondidos.

Éstos son los países culpables, entre otros: China, Vietnam, Myanmar, Rusia, Irán, Uzbekistán, Turquía, Argelia, Siria, Túnez, Arabia Saudí, Eritrea, Cuba, México. Entre los inesperados en ese club de los culpables, la propia Alemania. La policía alemana ha entrado "de manera grosera y violenta", dijo Strasser, en el domicilio de un periodista, Bruno Schirra, porque hallaron su nombre en los datos que llevaba encima un terrorista.

Strasser recordó que hace 10 años fue juzgado y ejecutado en Nigeria el escritor y activista Hen Saro Wiwa. El PEN entonces no hablaba en la feria, y ayer los responsables de la Feria de Francfort aseguraron que de ahora en adelante la industria del libro reunida aquí también será un altavoz para aquellos que sean perseguidos por escribir lo que piensan.

Un visitante mira un libro de caricaturas de la futura canciller alemana, Angela Merkel, ayer en la Feria de Francfort.
Un visitante mira un libro de caricaturas de la futura canciller alemana, Angela Merkel, ayer en la Feria de Francfort.EFE

Martillazos

A las nueve de la mañana de ayer sonaban voces y martillazos en el hall 5.1 de la Feria de Francfort, donde se concentran los editores mediterráneos, incluida España. Un operario le gritaba a otro, en el stand de la Federación de Gremios de Editores: "¡Eres como el señor de los martillos!". A esa hora todavía estaban colocando vidrieras, estanterías, grandes fotografías en color y otros reclamos. A esa hora, las nueve de la mañana, una enorme fotografía de Miguel de Unamuno leyendo un libro (en el stand de la agente Ute Körner) parecía el resumen del eslogan que impulsa ahora la feria: leer es política, como lo era para el tronante filósofo vasco, que también escribía a martillazos. A esa hora, operarios de todas las lenguas buscaban libros en medio de una devastación absoluta. Tres horas después se oyó por los altavoces una recomendación: "Se ruega que a las tres de la tarde no haya en los pasillos ni una caja de cartón". Los alemanes son muy serios; a las cinco de la tarde la Feria de Francfort estaba en perfecto estado de revista, lista para ser inaugurada. Y debía estarlo aunque fuera a martillazos.

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