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MODA | ESTILO DE VIDA

Una marca de estilo chino

Shanghai Tang ha sabido engarzar el misterio que envolvió en los años treinta a la ciudad más famosa de China con un colorido moderno y alegre que ha convertido esta marca en la esperanza del diseño oriental. Una idea que ha calado y se abre camino entre las grandes enseñas del lujo de Europa.

Entrar en Shanghai Tang significa dejarse guiar por los sentidos. El perfume que impregna el ambiente de la tienda te devuelve a la época dorada de la gran ciudad portuaria conocida como el París Chino y la Reina de Oriente. En los diseños de esta firma hongkonesa se percibe el rastro, envuelto en colores rabiosos, de aquellos años treinta en que Shanghai era el símbolo de la perdición y el vicio, del lujo y el refinamiento más exquisitos. Cachemires y sedas, los materiales más utilizados, suavizan el impacto que produce la virulencia de los colores.

Fucsia sobre verde manzana, rojo con fondo naranja, negros, púrpuras y azules infinitos. Shanghai Tang hace una apuesta decidida por los colores, rejuvenece los parámetros de aquel mestizaje bárbaro que dio origen a la leyenda de aventura y embrujo de la ciudad más emblemática de Oriente, cuyo fulgor no se apagó ni durante los años más duros del comunismo. "Esto es Oriente y Occidente en un mundo globalizado", dice Raphaël Le Masne de Chermont, que en 1998 recibió el encargo del Grupo Richemont de hacer de Shanghai Tang, entonces una tienda para turistas en Hong Kong, el templo del diseño chino. "Nuestra idea era hacer una verdadera marca de estilo chino y lo hemos conseguido", afirma. "Producimos en China y estamos orgullosos de ello. Ésa es nuestra etiqueta", destaca Le Masne, en una velada crítica a las grandes firmas occidentales que ocultan que sus talleres están en China.

Una firma joven. Shanghai Tang nació en 1994, cuando se preparaba un acontecimiento hasta ahora único: la recuperación por un Estado comunista de un importante enclave capitalista. La colonia británica de Hong Kong fue devuelta a Pekín el 1 de julio de 1997. China se puso entonces de moda y el imaginativo David Tang aprovechó el momento para poner en marcha una tienda que mezclaba la China de ayer, tanto la imperial como la maoísta, con la de hoy. La belleza y la garra del diseño tuvieron un éxito inmediato. Pero la firma languidecía reducida a Hong Kong. Fue entonces cuando Richemont se hizo con la mayoría del capital para hacer de Shanghai Tang el buque insignia de la nueva China. El estilo de vestir exportado a Occidente por la China que se dispone a ser la gran potencia del siglo XXI.

Expansión internacional. En apenas ocho años, la firma ha abierto sucursales en Nueva York, París, Londres y Singapur, entre otras capitales. Pero a sus pies no sólo se han rendido los occidentales cansados de su propia moda, sino también la nueva clase emergente china, con un fuerte poder adquisitivo y hambrienta de lujos hasta hace poco ni siquiera soñados. "Se trata de expandir la cultura china a través de una nueva estética que imprime un toque de orientalismo a la vestimenta occidental", señala Le Masne, satisfecho del "éxito fenomenal" que tiene la marca.

Actores y profesionales de kung-fu se dieron cita el 4 de mayo en una terraza del rascacielos más alto de Hong Kong, el Centro Financiero Internacional. Con el trasfondo de una de las bahías más bellas del mundo, realizaron una exhibición de este arte marcial en el que se inspira la nueva colección masculina de Shanghai Tang. Camisetas con espectaculares caracteres; camisas amplias, de mangas anchas y cuello chino; pantalones sueltos; máxima comodidad con un toque más que oriental.

Inspiración tradicional. "Todas las colecciones están ligadas a la cultura china. Busco un tema, un concepto, buceo en él y luego se lo explico a los diseñadores para que lo trabajen", afirma Joanne Ooi, directora creativa de la firma, que cuenta con 15 diseñadores, en su mayoría chinos, aunque también hay occidentales. Como las grandes firmas europeas, Shanghai Tang se ha propuesto sacar dos colecciones por año. Esta temporada, la inspiración ha sido la Ópera de Pekín, y la del otoño-invierno nace de un paseo por la Ciudad Prohibida. La vestimenta de los emperadores de las dinastías Ming y Qing que vivieron en ella sirve de marco creativo en el que se combinan bordados en abrigos y chaquetones de piel, lanas, sedas y cueros. Ooi indica que para ella lo más importante es la identificación del tema en el que quiere trabajar. Después viene el color, el material y la forma.

Por el contrario, David Tang, fundador de la marca que sigue llevando su apellido, señala que fue la forma lo que le movió a crear Shanghai Tang. "La tienda nació como un taller imperial en el que la misión de los modistas era estilizar los cuerpos de las clientas", señala el polémico diseñador, conocido por sus atrevidas combinaciones en las que aprovecha tanto la iconografía maoísta como la de la China imperial.

Aunque el taller sigue existiendo y se puede confeccionar cualquier modelo a medida con los materiales especialmente fabricados para la firma, el artista sostiene que Shanghai Tang se ha plegado al gusto de los clientes, lo que la ha obligado a dejar parte de su magia por el camino. "Yo estoy encantado porque me hace ganar mucho dinero, pero siento que se ha aburguesado, que ha perdido el salvajismo inicial en aras del beneficio y de la expansión que imponen las grandes firmas".

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