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Entrevista:LEONARDO PADURA | Escritor

"Con boleros y libros rindo homenaje a la cultura cubana"

Estamos en el verano de 2003 en La Habana. Han pasado casi 14 años desde que Mario Conde dejó al policía furioso porque habían echado a su jefe por no apearse de su ética incorruptible. Ahora se dedica a la compraventa de libros viejos. Casi por casualidad, halla una biblioteca fabulosa de cerca de 5.000 volúmenes en un caserón decadente de El Vedado. Quienes lo cuidan están dispuestos a vender. En un libro de cocina encuentra una hoja de una revista, en la que la cantante de boleros de los años cincuenta Violeta del Río anuncia su retirada. Atraído por ese misterioso retiro y por su belleza, Conde decide investigar por su cuenta qué ha sido de ella. Se encuentra con un asesinato cometido hace más de 40 años.

"He querido explicar el fin de una época que desaparece con la revolución"
"Cabrera Infante consagró el lenguaje literario habanero. Tengo una deuda eterna con él"

Con La neblina del ayer (Tusquets), Leonardo Padura (La Habana, 1955) recupera al protagonista de la tetralogía Las cuatro estaciones (Pasado perfecto, Vientos de Cuaresma, Máscaras y Paisaje de otoño), una "crónica de la realidad cubana contemporánea", como dice el escritor. Son espléndidas y la nueva novela es aún mejor: enlaza los años cincuenta -La Habana a tope de música, casinos, mafia, Batista- con la actual, que intenta levantar cabeza tras la Crisis, con mayúscula, escribe Padura, que se produjo tras el hundimiento del bloque socialista.

Pregunta. ]]>La neblina del ayer va más allá de Lascuatro estaciones y está más próxima a La novela de mi vida, en la que narra dos siglos de poesía en Cuba.

Respuesta. Está inevitablemente marcada por esta novela, que me exigió mucho trabajo de investigación y crear una estructura diferente. Aprendes a escribir novela con cada una que haces, pero vas acumulando oficio y experiencia.

P. ¿Existió Violeta del Río?

R. Es un personaje de ficción, construido a partir de las numerosas cantantes de boleros de La Habana de los años cincuenta. A través de este personaje he querido explicar el fin de una época que desaparece con el triunfo de la revolución. Es una historia compleja. Hubo mucha fiesta y diversión pero también represión y peligro con Batista, con un elemento importante: la penetración pura y dura de la mafia en el mundo económico.

P. Reproduce en el libro muchas letras de boleros, pero Vete de mí, el que canta Violeta del Río, es genial. En sus páginas casi se oye su voz gruesa y caliente.

R. Cuando estaba escribiendo el libro apareció Lágrimas negras, el disco de Bebo Valdés y Cigala, en el que se incluye Vete de mí, pero la versión que me inspiró es la de Bola de Nieve, que yo he dramatizado mucho en la voz de una mujer. En los cincuenta, los boleros se hicieron más sabios, había una percepción mucho más poética pero también realista.

P. Muestra una ciudad llena de vida, de música, de baile.

R. La música y el baile son lo que más define la cultura cubana. Esa Habana que he retratado es un homenaje a Guillermo Cabrera Infante. El idioma literario habanero se fraguó en los cuarenta, pero quien le dio forma definitiva y lo consagró fue Cabrera. Tengo con él una deuda literaria eterna.

P. Su Mario Conde, que quiere ser escritor, tiene una deuda con J. D. Salinger. Como él, quiere escribir historias "escuálidas y conmovedoras". Lo cita en cada novela.

R. Tengo tres deudas literarias. Con la gran novela negra de los años treinta y cuarenta, con Chandler y Hammett. Con la literatura norteamericana del siglo XX, de Faulkner, Fitzgerald y Hemingway a Updike y Auster. Con la latinoamericana, con la que me siento comprometido pero de la que citaré sólo tres o cuatro nombres: García Márquez, Rulfo, Carpentier y Vargas Llosa, que es mi modelo aunque no estoy de acuerdo con algunas de las cosas que dice. A ellos tengo que añadir mi último gran descubrimiento, Manuel Vázquez Montalbán, que ha dejado un vacío en la opinión, el pensamiento y la literatura.

P. En La neblina del ayer habla de Crisis con mayúscula.

R. Cuba ha vivido varias crisis a lo largo de su historia. La de finales del XIX con la guerra de independencia. La de la época de la depresión del 29, porque Cuba dependía económicamente de Estados Unidos. La de los años sesenta, cuando hubo la ruptura con Estados Unidos después de la revolución. Pero no ha habido ninguna como la de los noventa. El país se paralizó y todo se redujo a tres problemas: el desayuno, el almuerzo y la cena. Era la obsesión de cada día.

P. ¿Cuándo empezó a recuperarse?

R. A partir de 1995-1996, cuando empezó a circular el dólar. Lo terrible es que no todos tienen acceso al dólar. Un neurocirujano amigo mío gana 800 pesos al mes, o sea, 30 dólares. No puede conseguir las cosas necesarias.

P. La biblioteca que describe es ideal. Guarda la literatura cubana del siglo XIX y parte del XX.

R. Es el canon. Me ayudó muchísimo un excelente librero de viejo. El XIX fue nuestro siglo de oro. Hubo una gran riqueza cultural y espiritual que fue superior a la de la metrópolis. Con libros y boleros rindo homenaje a la cultura cubana.

P. Conde ya no reconoce su ciudad. Cuando va al barrio de Atarés lo describe como un "mundo al borde de un Apocalipsis difícilmente reversible".

R. Transmite mis sensaciones. No es mi álter ego ni física ni biográficamente, pero es mi voz. Lo que pienso, lo que siento, lo que sufro lo canalizo a través de Conde. Podría escribirlo en artículos periodísticos, pero no hay espacio y el que hay está ocupado por la ortodoxia, por eso las novelas del policía son crónicas de la realidad cubana contemporánea.

P. ¿Se publican sus novelas en su país?

R. Sí. Este año, con motivo mi 50 cumpleaños, la Unión de Escritores va a reeditar Las cuatro estaciones.

P. ¿No molestan a las autoridades?

R. Les pica, pero se rascan.

P. En la novela habla de la mafia en los cincuenta y de una mafia emergente ahora.

R. No está organizada ni tiene estructura, pero es el germen de lo que ha ocurrido en los antiguos países del Este. Surge de la marginalidad. Lo que más me preocupa es el nivel de violencia que hay en Cuba respecto a hace 15 años. Tiene que ver con las carencias y con la falta de esperanza. Hay barrios que llevan cien años viviendo en las mismas espantosas condiciones.

P. ¿No les llegó la revolución?

R. Llegó pero no cambió las cosas. Un alto cargo del Gobierno ha dicho públicamente que el mayor problema social es la vivienda. Y esto genera cantidad de delitos.

P. En casi todas las novelas policiacas cubanas que se han publicado en España la gente delinque para sobrevivir.

R. La frontera entre lo legal y lo ilegal es muy precisa, pero muy estrechita, y la cruzamos con gran facilidad. Yo mismo, si compro leche en dólares me sale mucho más cara que la que me facilita una persona que la consigue de manera ilegal.

P. Se dice que las Las cuatro estaciones será llevada al cine.

R. Se ha hablado, pero del que se hará una película es de Adiós, Hemingway, un libro que no se ha publicado en España. La hará un productor español.

El escritor cubano Leonardo Padura.
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