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Reportaje:CUMBRE DE LA UE | La Constitución

Los 25 líderes pactan un periodo de reflexión

El Consejo Europeo paraliza el proceso de ratificación de la Constitución europea

Carlos Yárnoz

Europa no superará estos días la grave crisis y la incertidumbre que la atenaza, a la vista del tenso desarrollo de la primera jornada de la cumbre europea en Bruselas. Los jefes de Estado y Gobierno de la UE se enfrentaron por las dos cuestiones clave: el futuro de la Constitución europea tras el no franco-holandés y el marco financiero para el periodo 2007-2013. En medio de una tensa discusión, los 25 acordaron hacer una pausa de un año en los planes para ratificar la Constitución y abrir un periodo de reflexión. Los líderes expresaron su desasosiego porque el no avanza en los sondeos por toda Europa.

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"No podemos hacer como si nada hubiera pasado", declaró a medianoche el actual presidente de la UE, Jean-Claude Juncker, tras un largo debate sobre el futuro de la Constitución y en referencia al rechazo de Francia y Holanda al tratado. Los 25 optaron por abrir un periodo de reflexión para revisar dentro de un año "el estado del debate". Entretanto, cada país tendrá libertad para mantener o dejar en el aire sus planes de ratificación. "Los que hayan optado por el referéndum pueden necesitar un periodo de reflexión más largo. Hace falta más tiempo", señaló Juncker, tras asegurar que "la fecha del 1 de noviembre de 2006 ya no podrá respetarse", debido a que "los que no lo han ratificado no pueden darnos una respuesta adecuada antes de mediados de 2007", es decir, al menos hasta después de las próximas elecciones en el caso francés.

"Ni este Gobierno ni este Parlamento podrán ratificar esta Constitución". Pronunciada ante todos los líderes por Jan Peter Balkenende, primer ministro de Holanda, la frase cayó como una losa. El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, hizo un llamamiento a la unidad tras lamentar que los líderes de los 25 firmaran el pasado año la Constitución y ahora no tengan el valor de defenderla.

¿Para qué seguir con el proceso para ratificar una Constitución cuya entrada en vigor exige la unanimidad? A partir de semejante afirmación, las reacciones de los líderes fueron variadas y a veces opuestas. De los trece países que aún no han ratificado el Tratado Constitucional, sólo los líderes de Bélgica, Malta, Estonia y Polonia (el único de ellos con un referéndum previsto y con sondeos positivos) se inclinaron por mantener sus planes. "Es el texto que tenemos. Debemos salvar la Constitución", avisaba el primer ministro polaco, Marek Belka, el líder del país que más se opuso en su día al nuevo Tratado y que ahora opta por convocar en septiembre un referéndum al mismo tiempo que las elecciones generales.

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La mayoría, en cambio, aportó argumentos realistas y, al recordar la tendencia en las encuestas, incidió en que, si los noes de Francia y Holanda han generado graves problemas, el riesgo de encontrarse con media docena de rechazos en otros tantos referendos ocasionaría un embrollo insuperable.

La situación ya se había complicado con la decisión del Reino Unido de dejar en el aire su referéndum, y anoche cuatro países hicieron lo mismo. Dinamarca anuló la consulta convocada para el 27 de septiembre. Su primer ministro, Anders Fogh Rasmussen, señaló con rotundidad: "No hay razón para pedir al pueblo danés que vaya a un referéndum". El primer ministro portugués, José Sócrates, anunció también un aplazamiento de la consulta lusa, prevista para octubre, mientras que su homólogo checo, Jiri Paroubek, señaló que era partidario también del retraso del referéndum en su país hasta finales de 2006 o principios de 2007. Fuentes gubernamentales indicaron a la agencia Reuters que Irlanda se disponía a hacer lo mismo con la consulta prevista para el otoño.

Horas antes del comienzo de la reunión, el propio Juncker había dicho a sus homólogos del Partido Popular Europeo (PPE) que pensaba proponer "la suspensión" del periodo de ratificación durante al menos nueve meses, según dijo el líder del PPE en la Eurocámara, el alemán Hans-Gert Poettering. Por la noche, Juncker, con un referéndum convocado en su país para el 10 de julio, no despejó si quería mantener o no la cita electoral y se limitó a decir que su Parlamento tiene la última palabra.

"De momento, no sería sensato continuar con los referendos", había dicho el primer ministro británico, Tony Blair. El primer ministro sueco, Göran Persson, se expresó de forma similar: "Quiero un mensaje claro de Francia y Holanda sobre qué intenciones tienen para superar esta situación. No hay mensaje claro, así que creo que debe haber un retraso". Enfrente, el canciller alemán, Gerhard Schröder, o el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, preferían hablar de un periodo de reflexión.

En el turno de intervenciones, Rodríguez Zapatero tuvo el discurso más vigoroso. Clamó por la unidad de los líderes, criticó que Los 25 firmaran el año pasado el nuevo Tratado y ahora no tengan el coraje de defenderlo y criticó el catastrofismo reinante: "No se puede dejar que dos países condicionen al resto", afirmó. Como tesis intermedia, el portugués José Sócrates planteó que, una vez superada la pausa de un año, los países que aún no hayan ratificado deberían hacerlo todos al mismo tiempo.

Como prueba de la falta de sintonía entre los reunidos, no fueron capaces de pactar un texto que pretendían haber difundido anoche. Juncker sí dijo que, al menos, nadie había propuesto dar por enterrada la Constitución. Al votar no en Francia y Holanda, los ciudadanos "rechazaron más el contexto que el texto", según coincidieron en afirmar los presidentes del Parlamento Europeo, Joseph Borrell, y de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, al insistir en que se debe explicar mejor Europa a los ciudadanos.

Si los líderes estaban divididos por el proceso de ratificación, demostraron estarlo aún más por las Perspectivas Financieras que hoy discutirán en un pésimo ambiente por las amenazas previas que se han cruzado varios de ellos, empezando por Blair y Chirac. El líder británico sigue aferrado al cheque británico, la prebenda por la que Bruselas devuelve a Londres unos 5.000 millones anuales. Chirac exige su desaparición o, al menos, su congelación, como plantea la presidencia de la UE. Blair responde que sólo negociará su cheque si, a cambio, se reducen los subsidios agrícolas, de los que Francia es el primer beneficiado.

El holandés Balkenende se mostró ayer el más duro de todos al exigir una rebaja en sus aportaciones y, como el ministro británico de Exteriores, Jack Straw, tuvo gran interés en repetir una y otra vez que las propuestas de la presidencia son "inaceptables". Más que una pugna en plena negociación, las posiciones de ambos parecían encaminadas sencillamente a torpedear la cumbre. "No tenemos necesidad de alcanzar un acuerdo en esta cumbre", decían los portavoces británicos. Sí la tenían otros, entre ellos el español Rodríguez Zapatero, o los líderes de los diez países que acaban de entrar en la UE, porque todo retraso les perjudica.

"Todos tienen que moverse", era la frase reiterada ayer por la mayoría de dirigentes, como también la pronunció el presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso. Ni Blair ni Balkenende parecían tener la más mínima intención de hacerlo.

Al concluir la primera parte de la reunión, Juncker levantó la sesión con esta lapidaria frase: "Bueno, vamos a hacernos esa foto que antes se llamaba foto de familia".

El primer ministro británico, Tony Blair (izquierda), junto al presidente francés, Jacques Chirac, antes de empezar la cumbre de la UE.
El primer ministro británico, Tony Blair (izquierda), junto al presidente francés, Jacques Chirac, antes de empezar la cumbre de la UE.REUTERS

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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