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Reportaje:CUMBRE DE LA UE | El presupuesto

Holanda y Reino Unido exigen su dinero

Alemania se declara dispuesta a intentar un acuerdo sobre presupuestos mientras Blair y Chirac se aferran a sus fondos

Gabriela Cañas

La drástica reducción de gastos propuesta por la presidencia luxemburguesa para el próximo marco financiero de la UE no es suficiente para los países más ricos. Tampoco las concesiones que recoge la última propuesta les sirve. Holanda se perfila como el principal escollo para poder cerrar hoy el acuerdo presupuestario, pero no es el único. Londres se aferra a su cheque británico y París se resiste a perder fondos agrícolas. "No creo que logremos un acuerdo", sentenció el primer ministro sueco Göran Persson a su llegada ayer al Consejo Europeo. Sólo el canciller alemán, Gerhard Schröder, ofreció una esperanza: "Estamos dispuestos a ayudar". "Somos los que más dinero aportamos por habitante a la Unión Europea y apenas percibimos nada a cambio", dice una fuente diplomática holandesa tras analizar la última propuesta presupuestaria que Luxemburgo ha puesto sobre la mesa.

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En ella hay varias concesiones a La Haya, como obtener un beneficio adicional equivalente al 10% de los derechos aduaneros y aportar sólo el 0,15% del IVA en vez del 0,30% como el resto de los países. No es suficiente. Holanda, cuyos ciudadanos han rechazado masivamente el proyecto de Constitución europea, es un país que se beneficia poco de las principales partidas de la UE: la agricultura y los fondos de cohesión.

Según sus propias cuentas, cada holandés aporta 180 euros al año a los presupuestos de la UE, seguidos muy de lejos por los suecos (120) y los alemanes (100). "Los holandeses están realmente radicales", asegura una fuente próxima a esta negociación en la que cualquier país puede imponer el veto. En este pulso final, el conservador holandés Jan Peter Balkenende ha encontrado en Persson un fiel aliado, a pesar de que Suecia ha recibido también en la última propuesta las dos mismas concesiones que Holanda. "No creo que haya acuerdo", advirtió al llegar al Consejo Europeo. "No soy optimista. Suecia es contribuyente neto y pone todavía demasiado dinero. Hay demasiadas diferencias entre nosotros". Una vez dentro de la sala de reuniones, Persson y Balkenende hicieron un primer aparte como símbolo del acercamiento de sus posiciones.

El otro gran escollo es el cheque británico, el dinero que Bruselas devuelve a Londres para compensarle su escasa participación en los fondos agrícolas. El luxemburgués Jean-Claude Juncker insiste en congelar su montante medio, de 4.600 millones anuales, para el periodo 2007-2013, y el ministro de Exteriores británico, Jack Straw, respondió así a la afrenta: "Es inaceptable". Su Gobierno ya ha advertido de que no cederá mientras no se revise el paquete agrícola, si bien fuentes diplomáticas británicas ya han adelantado que los países del Este estarían eximidos de aportar su parte al cheque.

La solución, según fuentes diplomáticas, podría pasar por buscar una fórmula que establezca un vínculo claro con la evolución del presupuesto dedicado a la agricultura, además de dejar fuera a los países más pobres que se acaban de incorporar a la UE.

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Para Francia, la nueva disposición de Londres a recortar el cheque británico no es suficiente. "El cheque debería haber desaparecido en 2013", dice una fuente diplomática francesa, que añade que Francia no está contenta con la propuesta luxemburguesa porque ha incorporado a Rumania y a Bulgaria en el presupuesto agrícola previsto para 25 países, no para 27, lo que es un recorte importante de entre 6.000 y 8.000 euros.

Alemania también ha recibido obsequios de la presidencia luxemburguesa para lograr su apoyo al proyecto presupuestario. Berlín se beneficiaría también de una menor aportación por recaudación del IVA (el 0,15% en vez del 30%) y ha obtenido también la posibilidad de beneficiar en mayor medida a sus regiones más pobres del Este, lo que la delegación alemana ve sólo como una pequeña mejora. No obstante, Gerhard Schröder fue el único que lanzó un mensaje esperanzador sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo. "Sólo lo lograremos si todo el mundo se mueve y nosotros queremos ayudar", dijo el canciller antes de incorporarse a la reunión. "Todo el mundo tiene que moverse", abundó el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso. "Tengo confianza en que se llegue a un acuerdo".

Se salvan los países ricos

La propuesta luxemburguesa para cerrar el acuerdo financiero para 2007-2013 deja a salvo a los países ricos, que se ahorran así los costes de la ampliación al Este, aunque también hace concesiones a países como España, uno de los mayores perdedores del proyecto presupuestario, permitiéndole disfrutar de parte del Fondo de Cohesión durante un mínimo de dos años, a pesar de no tener derecho a ello por superar ya el 90% del PIB per cápita de la Unión. "Nosotros también perdemos mucho", reclaman los portugueses, "nada menos que el 20% de los fondos estructurales, la principal aportación que recibimos de la UE".

Dentro del desolador panorama, al menos ayer nadie evocó públicamente la amenaza del veto. Y a pesar del disgusto francés por el recorte agrícola, el eje franco-alemán no abandonó su armonía: "Venimos con el afán de que el Consejo sea un éxito", puntualiza el portavoz francés.

Sin fondos para la economía

"Con estos presupuestos, los Objetivos de Lisboa y las Redes Transeuropeas sólo se podrán impulsar con los presupuestos nacionales", aseguró ayer una fuente diplomática. La última propuesta sobre la que debatirán los líderes europeos no contempla aumentos sustanciales para el capítulo de competitividad en el que se incluye Investigación, Formación y Redes transeuropeas.

La presidencia luxemburguesa propone un punto de partida de 8.230 millones de euros para 2007, muy similar al previsto ya para 2006, con aumentos anuales del 7,5% para llegar a los 12.600 millones en 2013. Muy lejos de los planes de la Comisión Europea de duplicar el presupuesto de Investigación (ahora apenas 4.500 millones anuales) y de financiar las Redes Transeuropeas, la ambición suscrita por los líderes en diciembre de 2003 de construir 30 grandes proyectos de comunicaciones antes de 2020, con un presupuesto global de 220.000 millones de euros. En ambos capítulos se confiaba en acelerar el crecimiento económico generando innovación y empleo para alcanzar el sueño suscrito en Lisboa hace cinco años de convertir a Europa en la economía más dinámica y competitiva del mundo.

Con el proyecto luxemburgués, el dinero para fomentar la competitividad europea alcanzará su nivel máximo. Los países que más podrían beneficiarse de estos nuevos fondos y que perciben menos por ayudas agrícolas y fondos de cohesión, como Holanda y Reino Unido, mostraron ayer su disgusto al respecto.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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