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CRISIS EN LA ANTIGUA URSS

Un dictador aliado de Bush

Islam Karímov es el dictador que gobierna Uzbekistán con mano de hierro desde que ese país centroasiático obtuvo la independencia en 1991. Ya en tiempos soviéticos, Karímov encabezaba la región como primer secretario del Partido Comunista. Con la excusa de la amenaza islámica, logró el apoyo político y económico de EE UU. Después del 11-S, Karímov se convirtió en aliado clave del presidente George W. Bush en la zona y permitió al Pentágono el uso de su principal base militar para la guerra en Afganistán. Washington obvia la falta de democracia y las violaciones de los derechos humanos. Y Rusia lo considera un factor decisivo en Asia Central.

Ha sido el mismo Karímov, de 67 años, el que ha generado la oposición musulmana radical al aplastar en 1992 a la oposición laica, representada por los partidos Birlik y Erk. Karímov ha emprendido una lucha contra los extremistas religiosos que desean acabar con su régimen, encarcelando a miles.

En busca de la identidad

A partir de los noventa, los nuevos países que surgieron del desmoronamiento de la URSS comenzaron a vivir un agitado periodo de autoidentificación nacional en que se activó el factor religioso. Tradicionalmente musulmanes, surgieron en Uzbekistán una serie de grupos fundamentalistas, como Akromia, Adolat (Justicia), Islom Lashkarlari (Soldados del Islam), Tablij (Sociedad para la Divulgación de la Fe), Touba (Arrepentimiento) y Nur (Luz), muy activos en el valle de Ferganá. Su objetivo es la creación de un Estado islámico teocrático, un nuevo califato.

Superpoblado, este valle donde viven unos siete millones de personas, está dividido entre Kirguizistán, Uzbekistán y Tayikistán y es un auténtico volcán con erupciones periódicas. La revolución kirguiza de los tulipanes, en marzo, comenzó en ese valle, en Jalalabad y Osh. La tradicional influencia islámica en el valle se ve reforzada por la miseria y por la explosión demográfica; los jóvenes son presa fácil de los fundamentalistas.

Los radicales uzbekos han utilizado el terrorismo en varias ocasiones. El más extremista es el Movimiento Islámico de Uzbekistán, que aboga por la vía armada para instaurar un Gobierno que se rija por la ley musulmana. Otro movimiento que cobra cada día más fuerza en ese país es Jizb at-Tajrir al Islami (Partido de Liberación Islámico).

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Islam Karímov.
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