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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Ballena blanca

En Marbella se ha puesto en marcha estos días una gran operación policial para desarticular lo que se ha calificado como la mayor red europea de blanqueo de dinero del crimen organizado, con ramificaciones que se extienden a Estados Unidos y Canadá. El valor de lo incautado sólo en España asciende a 250 millones de euros, pero la policía habla de que la cifra real podría triplicarse o hasta cuadruplicarse. Droga, prostitución, armas, evasión fiscal, etcétera, todo envuelto en una trama en la que aparecen cientos de compañías -muchas ficticias, otras con sede en Gibraltar- y cuyo destino habría sido la especulación inmobiliaria. La policía española insiste en que dinero de Yukos estaría también en la red, pese a que la petrolera rusa lo haya negado. Ciudadanos españoles, franceses, británicos y rusos figuran en la lista de acusados, en la que figuran un afamado abogado hispano-chileno afincado en Marbella y tres notarios.

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El capitalismo gansteril se ha beneficiado con frecuencia de la globalización financiera, que hace cada vez más difícil distinguir entre actividades económicas legales o criminales. Más de 600.000 millones de dólares circulan al año por el mundo provenientes del narcotráfico u otras actividades ilegales. Ya se ha visto lo fatigoso que resulta, por ejemplo, congelar cuentas de grupos presuntamente terroristas. Pero lo que está claro es que si las sociedades democráticas no se protegen contra esta práctica, las mafias acabarán con ellas. De ahí la importancia de que se fortalezcan medidas para perseguir a los países que permiten estas redes y castigar a individuos que por su cargo ejercen más responsabilidad (jueces, funcionarios, abogados, policías, etcétera).

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En esta ocasión, la cooperación policial internacional ha funcionado bien en una labor de intercambio de información que arrancó hace dos años. Pero de nada servirá ahora o en otras futuras operaciones de este calibre que todo acabe simplemente con el encarcelamiento de los culpables, si no se logra descabezar la trama de estas organizaciones.

La llamada Operación Ballena Blanca pone, por último, en evidencia la mala salud social de una ciudad como Marbella, donde desarrollan sus actividades desde hace ya una larga década diversas mafias, principalmente rusas, ante la laxitud o la connivencia de sus autoridades. Lo que en un principio pudo ser visto por algunos ingenuos como un interés por un bonito lugar de descanso se ha convertido en un peligroso foco de atracción de operaciones delictivas que obligó al Gobierno a designar, el pasado diciembre, un fiscal antimafia para la ciudad.

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