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Reportaje:56ª FERIA DEL LIBRO DE FRANCFORT

Los autores árabes y la furia del presente

La feria cede el protagonismo a la variedad de unas literaturas casi desconocidas en Occidente

José Andrés Rojo

Durante estos días han aparecido en Alemania, en edición de bolsillo (editorial dtv), varias antologías que acercan la variedad de la literatura árabe al lector occidental. Una selección de narraciones, otra de poemas y una última que reúne las voces de diferentes mujeres, que dan cuenta de su conflictiva posición en aquellas sociedades. El responsable de los tres títulos ha sido Suleman Taufiq, que ha abierto así una minúscula ventana a un mundo diverso: entre los narradores y los poetas, hay autores de Egipto, Argelia, Irak, Yemen, Jordania, Kuwait, Líbano, Libia, Marruecos, Palestina, Arabia Saudí, Sudán, Emiratos Árabes, Siria y Túnez. Su voluntad no es atrapar un panorama tan vasto, sólo levantar algunos puentes.

Los versos de Adonis libran un feroz combate para romper con un mundo idílico definitivamente perdido
Mahmud Darwish ya no practica una poesía "útil", aun cuando continúe peleando por la causa palestina

La pequeña aldea, el viento, la arena del desierto. Los lujosos palacios, una fuerte energía erótica, la belleza de sus tapices. Las ciudades abigarradas, la fuerza de la influencia occidental, la violencia. Y el islam. Háganse las variaciones que se quieran, y en el orden que se prefiera, con todos los términos anteriores y se tendrá una idea aproximada de lo que son las literaturas árabes. Es imposible resumirlas, éstas son sólo algunas pistas.

Naguib Mahfuz (El Cairo, 1911) es de los pocos escritores que han roto las fronteras de su país y ha sabido contar cómo vive hoy la gente de El Cairo. Dramas pequeños, líos familiares, conflictos de barrio. Y una prosa atenta a los detalles que transmite el barullo de una ciudad y la complejidad de sus gentes. En el texto que Naguib Mahfuz envió para leer el día de la inauguración de la presente edición de la Feria de Francfort se refirió a las tres grandes raíces que alimentan la cultura árabe contemporánea. Habló en primer lugar de las viejas civilizaciones, de Egipto y Mesopotamia, de los asirios, los acadios y la civilización de Yemen. Luego se refirió al islam, destacando de su legado su vertiente más abierta y tolerante, y su brillante proyección a través de Al Andalus. Por último, señaló la profunda influencia actual de Occidente, de sus ideas y costumbres, de su ciencia y de su literatura, su arte, su tecnología.

"No existe ninguna diferencia entre Oriente y Occidente", explicaba el escritor sirio-libanés Adonis (su nombre verdadero es Alí Ahmed Said) en una reciente entrevista en Die Zeit: "Entre el poeta árabe Abu-Nawas (757-814) y Baudelaire no hay diferencias", añadía rotundo, y luego apuntaba: "Si quitas de Beirut, de Damasco, de El Cairo todo lo occidental, no queda absolutamente nada". Lo dice el poeta árabe actual de mayor influencia, habitual candidato al Nobel y autor de una obra de una austera y enigmática sobriedad, cuyos versos libran un feroz combate con la memoria para romper con los viejos lazos con un mundo idílico anterior, definitivamente perdido. "Nací en una aldea muy pobre [en Qasabin, Siria, en 1930], alejada de la ciudad, en una familia muy pobre también", contó hace un tiempo en la Residencia de Estudiantes de Madrid. No conoció la electricidad, ni los automóviles, ni la radio hasta los 12 años. "Aprendí a escribir la lengua árabe bajo los árboles con los otros niños a esa edad; en este ambiente aprendí el árabe y la poesía anterior al islam y la poesía mística de los labios de mi padre". En 1956 se instaló en el Líbano. En Beirut escribió Canciones de Mihyar el de Damasco (Ediciones del Oriente y el Mediterráneo), por ejemplo, y en 1986 viajó a Francia y se instaló en París.

"Se estreche o no la tierra para nosotros, andaremos este largo camino hasta el final del arco. Que nuestros pasos se tensen cual flechas. / ¿Estamos aquí desde hace poco / y dentro de poco alcanzaremos la flecha del comienzo? El viento gira en torno nuestro, gira, ¿qué dices? / Digo: andaré este largo camino hasta mi final... hasta el final". Los versos son de Mahmud Darwish (Galilea, 1941), el poeta palestino más importante, y cualquiera puede entenderlos como quiera. Su obra, que ha llenado de resonancias el sufrimiento de su pueblo, su destino roto, sus búsquedas inútiles, su rabia, va, sin embargo, mucho más allá de la esfera estrictamente política. "Lo que puede decirse en prosa no debe decirse en un poema", comenta en Die Zeit. Y luego explica que ya no practica una poesía "útil", que la ha "liberado" de cualquier proyección política, aun cuando Darwish como ciudadano continúe peleando por la causa palestina: fue el que recibió en 2002 a una delegación de escritores del PEN Club que visitó Ramala.

Adonis y Darwish, las voces de dos grandes poetas. Hay otros mucho menos conocidos. Sargon Boulus, que nació en 1944 cerca de Bagdad, vive ahora en San Francisco; su obra se inició marcada por el surrealismo y la generación beat, y ha incorporado recientemente recuerdos de su infancia en Irak. Mohamed Abid Al-Harbi (Al-Medina, Arabia Saudí, 1955) ha llenado sus versos de nostalgia por la antigua vida de los beduinos. Nizar Kabani (Damasco, 1953) es de los poetas que más ha vendido: en los sesenta cada joven tenía en la mesilla un libro con sus poemas, explica Taufiq. Khalil Hawi, nacido en el Líbano en 1925, se suicidó para protestar cuando los israelíes invadieron su patria: su obra había estado cargada de nihilismo, encontraba que la muerte iba a salvarlo de la dureza de la vida. Para Ahmed Abd Al-Mouti Higazi, nacido en Egipto en 1935, el choque con la ciudad fue brutal. ¿Cómo se puede sacar a los hombres de sus normas y tradiciones para colocarlos en otras normas y tradiciones?

La vieja lengua del Corán, la llamada lengua de Dios, el árabe. En un artículo publicado en Die Welt, Suleman Taufiq hablaba de esa lengua, Hocharabisch (el alto árabe), la que se utiliza literariamente, la que no ha cambiado, como el latín, durante siglos. Luego hay la lengua de cada país, de cada región, la que se emplea todos los días. Pero la historia de muchos escritores que proceden de los países árabes es que ya no escriben en su lengua. La expedición francesa de Napoleón en Egipto en 1798 cambió las cosas. Desde entonces, las fronteras se han ido cayendo poco a poco. En muchos casos, hay una larga historia de dolor detrás de ese cambio. Ghassan Tuéni, editor del diario al Nahar de Beirut, lo explicó en el Frankfurter Allgemeine: "El mayor problema es la falta de libertad. Con excepción del Líbano y de otros pocos países no hay posibilidades de escribir libremente". Y habla del caso Edward Said como de un síntoma que marca a sus sociedades: los autores que publican fuera del mundo árabe en inglés o francés.

Así ocurre con los argelinos Assia Djebar (1936) y Yasmina Khadra (1956). La última novela de la primera trata de un hombre adulto que descubre que el amor sigue siendo necesario en su vida, pero todo ello lo cuenta con el telón de fondo de los conflictos de su país (la escritora se niega a simplificar el fenómeno del integrismo religioso: "Es la respuesta de unas sociedades maltratadas", ha comentado). El otro es Mohamed Moulesshoul, un miembro de un cuerpo especial del ejército argelino que se oculta detrás del nombre de su esposa para poder novelar los dramas de la corrupción política y de la amenaza fundamentalista. También escriben en otra lengua Tahar Ben Jelloun y Amin Maalouf, autores ya familiares al lector occidental.

No es todavía el caso de otros, que se han traducido al alemán y que, gracias a la feria, van adquiriendo una mayor relevancia. Así, la palestina Sahar Khalifa, que en La promesa nos lleva a una aldea cerca de las puertas de Jerusalén para narrar una historia de esperanza e impotencia en mitad del infierno: cócteles mólotov y piedras que surcan los aires, y luego la desolación ante las víctimas. El argelino Habib Tengour cuenta en su última novela de tres compatriotas que se alistaron como muyahidin en Afganistán para luchar contra los rusos. Cuando todo acaba, y en mitad del profundo vacío del sinsentido, los amigos siguen derroteros distintos... Un par de historias de un par de autores. Hay muchos más (Najem Wali, Etel Adnan, Hassan Dawud, Abbas Beydoun, Elias Khoury, Edward al-Charrat, y otros y otros). Ahí están. Van a tomar la palabra. Van a contar sus historias. Historias de gentes de otras partes. De allí, de aquellos mundos donde sopla la furia.

Espacio dedicado a Yemen en la Feria del Libro de Francfort.
Espacio dedicado a Yemen en la Feria del Libro de Francfort.ASSOCIATED PRESS
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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

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