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Reportaje:63ª FERIA DEL LIBRO DE MADRID

El divorcio entre Bush y Tenet

"Creo que George Tenet se situó demasiado cerca del presidente Bush en el tema de las armas de destrucción masiva de Irak y creyó saber la respuesta que el presidente quería escuchar cuando le preguntó por el asunto. George no cuestionó lo suficiente a su equipo de analistas, que, al parecer, no hicieron un buen trabajo", dijo Richard Clarke, el ex responsable de la lucha contraterrorista de Estados Unidos durante los gobiernos de Bill Clinton y George W. Bush tras conocer, el pasado 3 de junio, la noticia de que Tenet había dimitido como director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Clarke, que hoy presentará en Madrid [a las 19.30 en el Círculo de Bellas Artes, con Juan Luis Cebrián y Felipe González] su obra Contra todos los enemigos (Taurus), había compartido con Tenet el raro privilegio de continuar en sus respectivos puestos -contraterrorismo y CIA, respectivamente- en la Administración Bush después de haber trabajado para Clinton. "Él y yo nos compadecíamos regularmente por el hecho de que la nueva Administración no tomara más en serio la lucha contra la organización Al Qaeda. Algunas veces entraba en mi oficina y encontraba a Tenet, el director de la CIA, sentado en mi despacho o en el de mi ayudante, Beverly Roundtree, ventilando su frustración". En esos encuentros, Clarke y Tenet llegaron a un pacto. "Acordamos que los informes diarios que Tenet le enviaba a Bush [el llamado informe diario presidencial] estuvieran repletos con información amenazante de Al Qaeda. El presidente Bush, tras leer cada día los datos y ver que había muchas cosas relacionadas con Al Qaeda, le preguntó a la asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, por qué razón no podíamos dejar de 'aventar las moscas' y eliminar a Al Qaeda".

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Según el relato, Clarke y Tenet siguieron con estupor la dilación que sufrió una reunión al más alto nivel precisamente para debatir el plan contra la organización del terrorista saudí Osama Bin Laden, una sugerencia planteada por Clarke a finales de enero de 2001, días después de que Bush asumiera la presidencia.

"Durante años, Tenet me llamó directamente cuando existía alguna información directa sobre alguna amenaza terrorista. Ahora las llamadas de Tenet se hicieron más frecuentes y los datos parecían ser cada vez más fidedignos. Había un creciente número de informes sobre los avances operativos de Al Qaeda. A finales de junio, Tenet y yo estábamos convencidos de que se aproximaba un gran ataque", recuerda Clarke.

"Es mi sexto sentido, pero lo siento venir. Éste va a ser uno muy grande", le dijo Tenet a Clarke. "Nadie estaba más preocupado por la amenaza de Al Qaeda que George, pero no fue capaz de conseguir, durante años, que la agencia encontrara la vía para ir a por el corazón de Al Qaeda dentro de Afganistán. Ahora los análisis de la CIA decían que los ataques podrían ser con más probabilidad en Arabia Saudí o Israel", señala en su libro Clarke.

La reunión del más alto nivel en la Casa Blanca para analizar la amenaza que suponía Al Qaeda, solicitada en enero, finalmente tuvo lugar el 4 de septiembre de 2001. "Fue una reunión sin consecuencias. Tenet y yo hablamos apasionadamente sobre la urgencia y seriedad de la amenaza de Al Qaeda. Nadie estuvo en desacuerdo. Colin Powell [secretario de Estado] propuso hacer presión sobre Pakistán. Rumsfeld, que parecía estar distraído durante la sesión, dijo que había otros peligros terroristas, como Irak. El único desacuerdo serio tuvo lugar en relación a atacar a Al Qaeda con un avión no tripulado, el Predator, en Afganistán. Ni la CIA ni el Departamento de Defensa estuvieron de acuerdo", relata Clarke.

Clarke abandonó primero el puesto de zar de la lucha contraterrorista y, más tarde, salió de la Administración. Tenet, en cambio, llegó a estar demasiado cerca de Bush. Lo que pasó después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 ya es sabido. Bush ratificó de facto a Tenet. Quizá nadie lo dijo más directamente que Newt Gringich, el ex portavoz republicano del Congreso. "George Tenet está tan agradecido al presidente que hará cualquier cosa por él".

Y así se llega a Irak. Tenet sabía lo que necesitaba Bush. Y de modo gradual, no sin vacilaciones, se lo facilitó. Las dos cosas sobre las que le dio presunta información solvente: las presuntas vinculaciones entre Al Qaeda y Sadam Husein y la posesión de depósitos de armas de destrucción masiva por parte del régimen iraquí. Fue el vicepresidente Dick Cheney quien se encargó de que Tenet se plegara a lo que "se necesitaba".

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