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La industria farmacéutica se cura en salud

La presión social y la gubernamental fuerzan a los laboratorios a restringir sus prácticas comerciales

La demanda social, la presión de la Administración y la propia competencia entre los laboratorios han forzado a la patronal de los fabricantes de medicamentos, Farmaindustria, a adelantar su nuevo Código de Buenas Prácticas para la Promoción de los Medicamentos, una versión más dura que la vigente, de mayo de 2002.

El director general de Farmaindustria, Humberto Arnés, niega que se deba a un "lavado de cara" ante el aumento de la factura en medicamentos del año pasado (subió el 11,7%, el mayor incremento desde 1996), pero reconoce que existe una demanda social, presiones de la Administración y una necesidad de las propias compañías de acotar unas prácticas que suponen el 20% de los gastos de las empresas (más de lo que dedican a investigación). "Si no fijamos el control nosotros, lo van a hacer otros [el Ministerio de Sanidad, las comunidades autónomas], y va a ser peor", reconoce.

Una unidad de vigilancia independiente dará el visto bueno a los congresos científicos

La mayor novedad del código es la creación de la Unidad de Supervisión Deontológica, explica Arnés. "Esta unidad tendrá un mandato de tres años. Podrá contratar auditorías externas sobre las prácticas comerciales, y entre sus cometidos está el vigilar que los congresos científicos cumplan con las condiciones del código, así como el dedicar más del 60% de la jornada a la formación científica de los profesionales, que la hospitalidad no exceda lo razonable y que no se den bolsas de viaje o regalos por un valor de más de 30 euros", indica Arnés.

La unidad podrá actuar de oficio o, cuando reciba una denuncia -que se tratará con confidencialidad- de particulares o laboratorios, personándose en los congresos cuando sospeche que no se van a cumplir las condiciones, porque el programa científico esté hinchado o porque se celebre en un lugar turístico que no justifique el desplazamiento, añadió el director de Farmaindustria. Para garantizar su independencia, el director y los miembros de esta unidad no podrán mantener contactos personales -"ni siquiera una comida", aclara Arnés- con los directivos de los laboratorios.

La unidad refuerza el sistema establecido hace un año, que fijaba que, en caso de conflicto entre dos empresas (la mayoría de los asuntos discutidos se deben a que el material de promoción que se entrega a los médicos no es veraz, desacredita a productos de la competencia o incluye regalos no permitidos) las compañías se sometían a una comisión de la propia Farmaindustria, y, si no se llegaba a un acuerdo, se acudía a un Jurado de Autocontrol independiente.

"La industria no renuncia a la promoción de sus productos, que es necesaria. Los congresos, las publicaciones y la labor de los 12.000 visitadores médicos existentes [que se encargan de informar personalmente a cada facultativo sobre los nuevos productos y las nuevas ventajas de los productos ya existentes] son necesarios, porque además son el único mecanismo de formación continua para los profesionales", indica Arnés.

Desde la entrada en vigor del código, Farmaindustria ha tramitado 43 asuntos (casi todos ellos por conflictos con el material promocional entre los grandes laboratorios, indica Arnés, aunque la autorregulación afecta a más de 250 empresas). De ellos, nueve acabaron con la imposición de sanciones (ocho de 6.000 euros y una de 9.000). En sólo seis casos el conflicto acabó en la justicia ordinaria.

Fuentes del Ministerio de Sanidad no quisieron evaluar el código, por considerarlo "un asunto interno de la industria". Para la secretaria de Políticas Sociales del PSOE, Consuelo Rumí, la propuesta es "interesante, pero insuficiente". "Es el Estado el que debería regular las prácticas de los laboratorios. Tenía que haberse incluido en la Ley de Cohesión y Calidad, donde figuró en algún borrador", añadió. Rumí indicó que era competencia estatal asegurar que la información que se da es objetiva, que la Agencia de Calidad acredite los congresos y prohibir expresamente los incentivos a los médicos.

"Pedimos seis visitas anuales a cada médico"

Unos 12.000 visitadores médicos se encargan de explicar a los médicos la aparición de nuevos productos de un laboratorio y las ventajas que se han descubierto de los fármacos ya existentes. "Su papel es fundamental, porque son la única fuente de información de muchos de los profesionales. Además, la industria farmacéutica es una actividad comercial donde muchas empresas compiten para vender productos similares. Ellos se encargan de recordar al médico que existe el producto de una marca", dice el director de Farmaindustria, Humberto Arnés.

El Código de Buenas Prácticas de la industria les dedica un capítulo en el que se regula desde el material que suministran, su identificación, y se recuerda una de sus funciones más importantes: notificar a la industria cualquier incidente que un médico haya hallado en uno de sus productos.

La actividad de los visitadores tiene un inconveniente: interfiere con la labor asistencial del médico. Por ello distintas comunidades han intentado regular esta práctica, fijando horarios y calendarios que no interfieran con la atención a los enfermos.

"Estamos de acuerdo con que se regule la visita, pero con equilibrio. Pedimos un mínimo de seis visitas al año. Algunas comunidades pretenden limitarlas a dos, y eso es insuficiente. Para muchos profesionales la visita y el material que se les entrega es la primera y a veces la única información actualizada que reciben", añade Arnés.

Ni regalos ni acompañantes

El nuevo Código de Buenas Prácticas Comerciales de la industria farmacéutica endurece y aclara dos de los aspectos que más dudas y conflictos suscitan: los "incentivos" a los profesionales sanitarios y la "hospitalidad y reuniones".

Farmaindustria limita a 30 euros el valor del obsequio que se puede dar a un médico por recibir a un visitador o asistir a un congreso, por ejemplo. Esta cantidad podrá superarse "en el caso de utensilios médicos o material tecnológico", pero entonces el receptor no será el médico, sino la "institución sanitaria" (el ambulatorio o el hospital) en que trabaje, y debe tratarse de utensilios "de uso profesional", incluido "material en soporte digital" (por ejemplo, una enciclopedia médica en CD, un aparato para medir la tensión o un desfibrilador).

Queda prohibida la entrega de bienes o prestación de servicios que puedan servir "para el beneficio privado de los facultativos", como ordenadores que no queden adscritos al centro sanitario.

También se prohíben las ofertas o descuentos en medicamentos, salvo "los de pronto pago o por volumen de compras, porque eso sería ir contra la legislación de comercio", explica el director de Farmaindustria, Humberto Arnés.

La organización de congresos fuera de España o en lugares turísticos queda restringida, salvo que lo justifique su contenido científico. Los patrocinadores del encuentro no pagarán ni gestionarán que médicos, enfermeros o farmacéuticos (el código, de momento, se refiere sólo a los profesionales sanitarios, no a otros grupos como proveedores o informadores) lleven acompañantes, "ni aunque se los paguen ellos", indica Arnés. Además, los aspectos turísticos del viaje (exposiciones o partidos de fútbol, por ejemplo) quedarán "supeditados" al desarrollo de las jornadas científicas.

Se pagará el transporte y la estancia, pero sólo durante los días del congreso (o una noche antes y otra después para facilitar la asistencia y el desplazamiento).

"Un criterio útil es preguntarse si a la compañía le gustaría que se hicieran públicos todos los detalles de la organización, como precio y tipo de hotel, de las comidas o del programa", resume Arnés.

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