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Reportaje:

La venta de Breton: escándalo o azar

Polémica en Francia por la salida a subasta pública, a partir del lunes, de la colección particular del padre del surrealismo

Victoria Combalia

En París la gente no sólo habla de la guerra de Irak. Otra guerra sacude a la intelectualidad parisina: la que concierne a la venta, a partir del próximo lunes y hasta el 17 de abril, de buena parte de la colección Breton en subasta pública.

André Breton no sólo fue el cabeza de fila del surrealismo, el violento polemista que todos conocemos, el prolífico narrador y poeta, sino también un ojo, uno de los mejores del siglo XX, y que no sólo reunió, y con muy pocos medios, una maravillosa colección propia, sino que también asesoró a otros (aconsejó al modista Jacques Doucet que comprara Les demoiselles d'Avignon, de Picasso). Desde su muerte en 1966, su viuda, Elisa Claro, y su hija, Aube Ellouët, conservaron contra viento y marea, y gracias a la inestimable ayuda de Jean Michel Goutier, casi todo el patrimonio de Breton, que constaba: sus libros, manuscritos, cuadros, esculturas, objetos encontrados, fotografías y objetos de arte primitivo. No sólo una de las mejores colecciones de arte surrealista del mundo, sino la expresión de toda una concepción del mundo y del arte. Cada día el pequeño staff tenía que responder a cientos de cartas, peticiones de préstamos, ofertas de compra de los archivos por parte de instituciones norteamericanas, preparación de las numerosas reediciones de los textos de Breton. Demasiado para una sola familia, de la que ahora Elisa ya murió y Aube posee una salud delicada.

Muchos intelectuales reclaman al Estado francés que adquiera todo el conjunto

En lo que concierne a la obra escrita, la publicación de las obras completas de Breton en La Pleiade y la posibilidad de consultar su correspondencia, inventariada y clasificada en la Biblioteca Doucet, no constituye un problema. Pero los surrealistas que quedan vivos, los amigos de Breton y numerosos intelectuales (que durante todos estos días se han movilizado, especialmente en Internet y en la prensa, en contra de la venta) se han preguntado durante años qué sucedería con todo lo demás, sobre lo cual Breton no dejó nada escrito.

Fueron numerosos los intentos de convencer a los sucesivos presidentes desde Mitterrand para que compraran la totalidad de esta inigualable colección. El Estado argumentaba que fue comprando, paulatinamente, numerosas obras maestras de Duchamp, Ernst, Dalí y Giacometti a la viuda del escritor y en 1999 adquirió un buen conjunto de objetos primitivos que ya se muestran en el Louvre.

En febrero de 2000, Aube decidió dejar en depósito una parte del apartamento de su padre: la famosa "pared Breton", con un kandinsky, dos mirós, un duchamp, el famoso LHOOQ, de Picabia, los dos guantes de Valentine Hugo, junto con las muñecas kachinas, muchos objetos de Oceanía, una rueda ovalada construida por un alienado, la fotografía de Elisa. El pasado 13 de febrero, el Ministerio de Cultura aceptó la dación de la "pared Breton" en pago de los derechos de sucesión de la viuda.

Frente a la gran polémica creada con las subastas que se iniciarán el lunes (hay seis catálogos, y excelentes expertos en cada área), el actual ministro Jean Jacques Aillagon ha hecho saber que el Estado reservará un presupuesto especial para comprar en la subasta y que Aube ha donado también la maravillosa Bailarina española, de Miró, de 1928, además de un matta y de un brauner.

'Francia vende el Surrealismo' era, sin embargo, el título de un artículo de un periódico norteamericano. Ahora, toda una vida de pensamiento y acción será dispersada a los cuatro vientos, para gozo de los coleccionistas, museos y especuladores artísticos. Mientras unos se manifestarán públicamente enfrente del hotel Drouot (el lunes, a las 13.00 horas), otros opinan que esta diseminación no es un final nada incoherente para un espíritu libre y completamente cosmopolita como el de Breton.

Aunque la mayoría de las obras maestras ya fueron vendidas, la cantidad y calidad de lo que se vende es notable. Entre los 3.500 libros los hay de Apollinaire, Singmund Freud, León Trotski, Salvador Dalí, Francis Picabia... Entre los manuscritos se venderán los recuentos de las "sesiones de sueño", los "cadáveres exquisitos" literarios, el dossier de Nadja y el original de Arcane 17. Entre las obras de arte de pintura y escultura, la Femme cachée, de Magritte (muy craquelado, pero mítico); la Melancolía extática, de Dalí; Espantapájaros, de Maruja Mallo; Toro y torero, de Óscar Domínguez (obras estas últimas que el Estado español debería comprar); Point virgule, de Arp, o Les amoreux, de Picabia, entre otras maravillas.

Fotografías pertenecientes a André Breton expuestas antes de la subasta en París.
Fotografías pertenecientes a André Breton expuestas antes de la subasta en París.REUTERS

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