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Hezbolá aumenta su influencia en los campos libaneses

Muhammad Berjawi, diputado de Hezbolá por Beirut en el Parlamento libanés, es un hombre de menos de 40 años, solemne y calmo como un anciano, imbuido de deliberada bondad. Ha acudido a la manifestación, en recuerdo de Sabra y Chatila. Parece la estrella invitada y, en realidad, lo es. Hezbolá aumenta día a día su influencia en los campos de refugiados palestinos, y lo hace por el astuto sistema de la ayuda social desinteresada. Sus miembros no hacen proselitismo, pero están cuando se les necesitan. Y en un mundo de pena y soledad, de miseria y carencias, eso se agradece.

En el puente del aeropuerto, precisamente a la entrada de Chyah, el barrio shií más populoso de Beirut, junto a una plaza en donde destella un monumento al ayatolá Jomeini que la cronista rehúsa describir porque es indescriptible, el señor Berjawi atiende pausadamente a la prensa, que le asedia. Empieza a anochecer cuando atiende a EL PAÍS, a través de un intérprete que sólo le mira a él. La pregunta de este diario, qué puede hacer su partido por los refugiados palestinos, es corregida por un ayudante del parlamentario: 'Es mejor que le pregunte qué ha hecho'.

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Viudas y mártires

'Desde el primer momento, desde la invasión israelí del 82', recita, sonriente, el diputado de Hezbolá, 'hemos ayudado a los palestinos en diferentes niveles, como a las viudas de los mártires, a las familias pobres, y también hemos puesto conducciones de agua, y hemos luchado en el Parlamento para que se les diera papeles para viajar y para que tengan derecho a la vivienda'. No consiguen gran cosa, pero la gente les quiere. Tiene arraigo social, algo que empieza a declinar en las demasiado numerosas facciones del fragmentado cuerpo político que dirige los campos palestinos. '¿Y qué quiere Hezbolá a cambio de su ayuda?', pregunta EL PAÍS. 'Nada. Mahoma dijo que todos los hombres son hermanos', responde, beatífico.

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