_
_
_
_
_

El nuevo jefe de la Iglesia anglicana defiende la ordenación de homosexuales

El futuro arzobispo de Canterbury quiere que las mujeres alcancen el rango de obispos

El galés Rowan Williams, de 52 años, un teólogo erudito con fama de radical, fue designado ayer por el Gobierno británico como el próximo arzobispo de Canterbury, primado de los 70 millones de fieles con que cuenta la Iglesia anglicana por todo el mundo. Su designación, a propuesta de la propia Iglesia anglicana, ha provocado descontento entre los sectores más conservadores, que temen las liberales ideas de Williams, si no en lo teológico al menos en lo social, donde defiende la ordenación de homosexuales o que las mujeres alcancen la dignidad obispal.

Más información
La Iglesia anglicana admite que los divorciados puedan volver a casarse
Crece la oposición a que la Iglesia anglicana venda su colección de Zurbarán

Rowan Williams, que sustituirá en octubre a George Carey, elegido en 1990 por Margaret Thatcher, defiende una mayor separación de la Iglesia y el Estado, y no sólo está favor de la ordenación de mujeres, sino también de homosexuales, un tema todavía tabú en amplios sectores eclesiásticos. Los líderes religiosos le dieron un recibimiento dispar: el calor de las palabras de bienvenida de los católicos contrastó con el recelo de los conservadores miembros de la Iglesia evangélica.

Sabiendo que su llegada ha provocado controversia antes incluso de confirmarse, Rowan Williams, casado y padre de dos hijos, intentó calmar los espíritus en su primera declaración pública como electo arzobispo de Canterbury. 'No he venido a desempeñar esta tarea con un programa o una agenda prefijados', dijo. 'Los profesores de teología tienen tendencia a tener opinión sobre todo tipo de cosas y están acostumbrados a tratar con colegas y estudiantes que mantienen opiniones muy variadas', añadió con la intención de dejar claro que no llega al trono de san Agustín para imponer sus propios puntos de vista.

Williams será el 104 arzobispo de Canterbury y el primero, por lo menos en los últimos 1.000 años, que procede de fuera de la Iglesia de Inglaterra. Hasta ahora arzobispo de Gales, es un intelectual brillante que habla siete lenguas, y que a los 29 años escribió su primer libro de teología y a los 36 era profesor de Divinidad en Oxford.

Quienes le conocen bien se apresuran estos días a matizar su fama de radical y liberal. 'El término liberal no tiene sentido aplicado a él', decía hace unos días en el diario The Independent el doctor Nicholas Lash, profesor emérito de Divinidad en Cambridge. 'Es el mejor teólogo de Gran Bretaña y un consumado ortodoxo'. 'Yo soy un liberal', clamaba en ese mismo artículo el profesor sir Maurice Wiles, de la Universidad de Oxford. 'Rowan está más bien dentro de la tradición ortodoxa, pero tiene una gran comprensión y respeto al por qué los liberales decimos los cosas que decimos', añadió. 'Hablando con él nunca tienes la impresión de que está esperando a que acabes tu argumento para decirte en qué te has equivocado; está genuinamente interesado en escucharte y estar seguro de que comprende lo que dices'.

Si no en lo teológico, sí es innegable que el nuevo líder de la Iglesia de Inglaterra es un liberal en lo social, con sus posiciones a favor de la ordenación de mujeres y de homosexuales, uno de los fantasmas más arraigados en la jerarquía de todas las iglesias cristianas. Pero ha llamado también la atención por sus posiciones políticas. Condenó el ataque de Estados Unidos a Afganistán tras el 11 de septiembre por considerar que era ponerse a la altura del terrorismo que pretendía combatir y se opone también a una intervención armada contra Irak. 'Es deplorable que la nación más poderosa del mundo continúe utilizando la guerra y la amenaza de guerra como un instrumento aceptable de la política exterior', opina el nuevo líder espiritual de Inglaterra, que se sitúa así en las antípodas de lo que piensa el primer ministro británico, Tony Blair.

Las relaciones entre la Iglesia y el Estado es otro de los capítulos que pueden acabar siendo polémicos durante el mandato del nuevo arzobispo. Rowan Williams defiende una mayor separación entre ambos poderes. Pero la mayoría del sínodo celebrado a principios de mes en York, el último bajo la batuta del arzobispo George Carey, rechazó una propuesta para desvincular al Estado de la elección del líder espiritual, temerosos en parte de que otras confesiones acaben sacando tajada de una mayor neutralidad religiosa del poder político.

Hoy en día sigue siendo la reina quien firma el nombramiento del arzobispo de Canterbury, aunque es el primer ministro quien elige a uno de los dos candidatos que le presenta la Iglesia. El jefe del Gobierno se siente en la obligación moral, aunque no jurídica, de inclinarse por el primer candidato de los arzobispos anglicanos.

Rowan Williams, junto a su esposa, en Londres, tras ser nombrado arzobispo de Canterbury.
Rowan Williams, junto a su esposa, en Londres, tras ser nombrado arzobispo de Canterbury.ASSOCIATED PRESS

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_