El turno de O'Neill
El secretario del Tesoro de EE UU se rinde ante las carencias del Tercer Mundo en su 'misión' por África con el cantante Bono
'Hay que afrontar la lucha contra la pobreza y la enfermedad en África con la energía con que se combatió el fascismo en la II Guerra Mundial', dijo ayer Paul O'Neill, el secretario del Tesoro de Estados Unidos. El ministro de Finanzas más poderoso del planeta concluyó en Etiopía una gira por cuatro países africanos en compañía del cantante de U2, Bono, y calificó la experiencia de 'muy profunda'. Quería ver de cerca los problemas del continente más pobre, y los vio. O'Neill, que en varias ocasiones durante el viaje estuvo al borde de las lágrimas, afirmó que su deber era transmitir al presidente George W. Bush 'los hechos, pero también las emociones'.
En septiembre se conocerán los criterios de O'Neill para administrar el llamado Fondo del Milenio, un mecanismo recién creado por Washington para proporcionar recursos a los países pobres que demuestren una gestión correcta. Pasado el verano se sabrá también si EE UU logra imponer a la Unión Europea y Japón su plan de reforma del Banco Mundial, basado en la idea de reducir los créditos y aumentar las donaciones a fondo perdido, lo que supondría renovar periódicamente los fondos de la institución.
Las intenciones, por el momento, parecen sólidas. O'Neill se reunió con los periodistas que le acompañaron en su periplo para tratar de convencerle de que EE UU iba a acometer con toda su energía 'una misión histórica' con el objetivo de sacar a África del abismo. Su viaje de 12 días a Ghana, Suráfrica, Uganda y Etiopía es el más largo realizado hasta ahora por un miembro del Gabinete de Bush. '¿Creen que el presidente me habría enviado aquí tanto tiempo si no tuviera un auténtico interés?', preguntó a los reporteros. '¿Seguirán siempre empeñados en que los conservadores no nos preocupamos por la situación de la humanidad?'.
Bono, sentado junto a O'Neill en la terraza de un café, respaldó al secretario del Tesoro. 'Este hombre es nuestro mejor seguro', comentó. 'Si fuera de izquierdas, sus palabras sólo servirían para sumarse a las de muchos otros; las mías, por ejemplo. Pero mi amigo el secretario fue un empresario de éxito, controla un presupuesto descomunal y tiene ideas conservadoras y muy pragmáticas. Si el Congreso estadounidense y los Gobiernos de los países desarrollados no le hacen caso a él, no harán caso a nadie', comentó el músico y activista.
O'Neill no quiso comprometerse con el objetivo de destinar el 0,7% del presupuesto a ayuda humanitaria. Contando con los aumentos anunciados en las últimas semanas, EE UU apenas roza el 0,4%. 'Esos porcentajes', explicó, 'no tienen sentido en sí mismos. ¿Por qué no el 0,8%? Yo sólo digo que hace falta más, siempre más, y me comprometo a aportar los dólares necesarios si no se malgastan, si se concentran en lo que me parece prioritario: agua potable para todos, porque sin agua no hay dignidad, educación básica y buen gobierno'.
Un hombre con ideas propias
El secretario del Tesoro aseguró que su presencia en el Gobierno de Bush, pese a su falta de experiencia en política económica, se debía precisamente a que tenía ideas propias y no siempre convencionales. 'El presidente me ofreció el cargo porque quería romper con las fórmulas tradicionales y rutinarias. Estoy convencido', manifestó, 'de que hace falta ayudar más y mejor, y nadie cambiará esa opinión'. O'Neill, impresionado por el hecho (que ignoraba) de que 40 de los 60 millones de etíopes no tenían acceso cotidiano a agua limpia, señaló como tarea más inmediata proporcionar agua potable a todos los africanos: 'Eso hay que conseguirlo ya'. '¿Cuándo es ya?', inquirió Bono. 'En dos o tres años, no más', concretó O'Neill.
Según el secretario del Tesoro, había que exigir resultados a cambio de la ayuda. Una y otra vez, durante el viaje, habló de 'resultados'. Ayer por la mañana visitó en Addis Abeba un orfanato de la orden de la Madre Teresa, con 800 internos, enfermos de sida o minusválidos físicos y mentales en su gran mayoría. 'Seis o siete mueren cada día; por su estado, muy pocos lograrán ser adoptados', le explicó la hermana Benedicta, directora del centro. 'Usted, señor O'Neill', dijo la hermana cuando se despedían, 'tiene una misión divina'. 'Siento una gran responsabilidad ante Dios', respondió el secretario del Tesoro. Bono terció en el diálogo: 'No olvide, entonces, que Dios también exige resultados'.
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