Gira africana de una extraña pareja
El cantante irlandés Bono y el secretario del Tesoro de EE UU, O'Neill, viajan juntos por un continente azotado por el sida
Es una pareja insólita en un viaje insólito. El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Paul O'Neill, y el cantante irlandés Bono parten hoy juntos hacia África. La idea del viaje surgió durante uno de los debates del Foro Económico Mundial celebrado en Nueva York en febrero pasado. 'Demuéstreme que la ayuda que proporcionamos a los países africanos sirve para algo', desafió O'Neill a Bono. 'Acompáñeme a África y se lo demostraré', respondió el cantante. El secretario del Tesoro recogió el guante. La gira de la extraña pareja es, en cualquier caso, un síntoma de que Washington, por razones muy diversas, empieza a interesarse por África.
Bono, que aboga desde hace años por un aumento sustancial en la ayuda de los países desarrollados al Tercer Mundo, no es ajeno al cambio de actitud en la Casa Blanca y el Capitolio. Ya disponía de pleno acceso a Bill Clinton cuando era presidente, pero la célebre estrella del rock ha conectado a la perfección con la actual mayoría republicana, en especial con sus miembros más conservadores. La clave, según Bono, es el cristianismo: 'Yo soy católico, ellos son cristianos fundamentalistas. Les cito la Biblia y me entienden'.
Con el senador Jesse Helms, quizá el parlamentario más derechista del Congreso, Bono ha establecido una sólida relación personal. 'La primera vez que nos vimos le dije que, en mi opinión, Dios nos juzgaría por el bien que hubiéramos hecho a los demás, y le pregunté si pensaba lo mismo'. Jesse Helms acabó llorando mientras Bono enumeraba tragedias africanas. Y hoy exige en el Senado que EE UU triplique su presupuesto de ayuda al desarrollo.
La primera demostración de que Washington quiere hacer algo para combatir la miseria endémica es la llamada Cuenta del Milenio, un fondo de 10.000 millones de dólares (10.900 millones de euros) al que tendrán acceso los países que demuestren una gestión eficaz. Al margen de los esfuerzos de Bono, la actitud estadounidense no es altruista. 'La pobreza no causa terrorismo', dijo George W. Bush en marzo, cuando anunció la Cuenta del Milenio, 'pero la pobreza persistente y la opresión conducen a la desesperanza. Y cuando los Gobiernos son incapaces de cubrir las necesidades más básicas de sus ciudadanos, los países se convierten en focos de terror'.
Paul O'Neill es un hombre muy poderoso. Además de dirigir el Tesoro de EE UU es la voz más influyente en el Fondo Monetario Internacional y en el Banco Mundial. Pero no es un político convencional. Nació en una familia extremadamente pobre, trabajó durante años como modesto funcionario y acabó presidiendo Alcoa, la mayor empresa mundial del aluminio, antes de entrar en el Gobierno de Bush. Su franqueza, a veces brutal, y su incapacidad para conectar con el sofisticado mundillo de Wall Street le han convertido en blanco de constantes críticas.
Su arrojo al aceptar un viaje que The Washington Post ha calificado de 'incongruente' le expone a nuevas descalificaciones. Sin embargo, O'Neill ha hecho sus cálculos: 'Me interesa ir con Bono a África por razones parcialmente electoralistas, ya que algunos jóvenes captarán el mensaje de que los republicanos también tenemos corazón; pero creo, además, que Bono es un hombre que sabe lo que dice y junto al que podré aprender muchas cosas útiles'.
El objetivo es, en teoría, comprobar in situ, en Ghana, Suráfrica, Uganda y Etiopía, qué tipos de ayuda funcionan y cuáles no a la hora de combatir la pobreza y el sida, los dos azotes de África, y cómo se puede evitar que la corrupción local impida un uso correcto de los fondos internacionales. '¿Que O'Neill me utiliza? Me parece bien, yo estoy para que me utilicen si eso puede servir para mejorar un poco la situación en África', explica Bono. El viaje ha suscitado la atención de medios muy distintos: desde CNN a MTV, desde The New York Times a Rolling Stone. EL PAÍS formará también parte de la comitiva.
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