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La reina Isabel agradece el afecto popular mostrado a la reina madre

Con la reina a la cabeza, la familia real se sumó ayer, cada uno a su manera, al homenaje de cientos de miles de británicos a la reina madre. Su hija Isabel lo hizo mediante un humilde mensaje de agradecimiento transmitido a toda la nación y al mundo por radio, televisión e Internet. Sus cuatro nietos, con el príncipe Carlos en primera fila, velaron durante veinte minutos el cadáver, justo antes del mensaje real. Las mujeres y los jóvenes confraternizaron con los ciudadanos que durante horas seguían haciendo entusiasta y ordenada cola a orillas del Támesis para acceder al adusto y majestuoso Westminster Hall, el imponente escenario del velatorio.

El gesto de la familia real forma parte de las nuevas maneras que los Windsor quieren asumir tras un decenio de peligroso y continuado distanciamiento entre los británicos y la monarquía. La respetuosa pero fría reacción popular tras la muerte de la reina madre, que pilló al país y la prensa de vacaciones, sembró el pánico en el palacio de Buckingham. Mientras los diarios publicaban decenas de páginas prefabricadas muchos meses atrás, la población parecía educadamente ajena al dolor de los Windsor.

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Cariño popular

Todo cambió el viernes, cuando 400.000 personas se echaron a la calle para acompañar, bajo un brillante sol de primavera, los restos mortales de la reina madre hasta Westminster. Desde entonces, los funerales parecen sobre todo una fiesta en homenaje a una mujer que precisamente destacó por su sentido del humor y sus ganas de vivir. El estallido de cariño popular ha sido un alivio para los Windsor y ha espantado el pánico a las comparaciones. No ha habido el desgarro de multitudes que generó la muerte de Diana, pero la reina madre no se ha quedado sola.

Isabel II así lo reconoció ayer a los británicos, a los que confesó su 'profunda emoción por la efusión de afecto que ha acompañado su muerte '. Y les invitó a que en los funerales de hoy la tristeza deje paso también al agradecimiento por su larga vida y por los tiempos que le ha tocado vivir, 'un siglo que para este país y la Commonwealth no ha estado libre de pruebas y pesares, pero ha traído también un extraordinario progreso y ha estado lleno de ejemplos tanto de valentía y servicio como de diversión y alegría'.

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Antes del mensaje real, la princesa Ana departió con sonriente cordialidad con la gente que esperaba, paciente, su turno para entrar en Westminster Hall y ofrecer sus respetos a la reina madre. También su cuñada Sofía y los príncipes Guillermo y Enrique se mezclaron con el público. Con tono más sombrío, el príncipe Carlos, sus hermanos Andrés y Eduardo y su primo, el vizconde Linley, los cuatro nietos de la reina madre, velaron durante 20 minutos el cuerpo de su abuela mientras seguía fluyendo un río de ciudadanos ante el solemne ataúd real.

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