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Reino de Redonda prosigue la edición de la obra de misterio de Crompton

Eduardo Mendoza escribe el prólogo de 'La morada maligna'

El Reino de Redonda avanza inexorable hacia su destino de miedo, terror y fantasía. Y fiel a éste, acaba de publicar La morada maligna. Una novela de Richmal Crompton en la que la creadora de Guillermo Brown exploró otros territorios literarios. Con prólogo de Eduardo Mendoza, la obra de la escritora inglesa, traducida por primera vez al castellano, es 'un regalo con sorpresa reservada', y se convierte en el cuarto título de esta editorial creada por Javier Marías el año pasado, que busca rescatar libros de misterio.

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En un apacible poblado inglés, la maldad se enseñorea al no dejar claro si su germen crece en una casa o en quienes la habitan. Hanleigh se llama la casa. Siete personas viven en ella y otras dos que no la habitan dan muestras de su maléfica influencia hasta completar un número cabalístico, el nueve.

Publicada por primera vez en 1926 bajo el título de The house, Richmal Crompton (1890-1969) no sólo escribió aquí una novela de misterio y terror, sino que se sirvió de este trasfondo neblinoso para ahondar en el ser humano al sacar de sus personajes lo peor de sí mismos. Y, de paso, escribe Eduardo Mendoza, demostrar que era una autora perspicaz a la hora de desenmascarar una sociedad caduca, patriarcal y de costumbres basadas en la etiqueta. Una fábula moral, agrega el escritor barcelonés, cuya enseñanza viene a decir que 'bajo nuestra voluntariosa bondad superficial, todos tenemos un rescoldo de maldad que intenta dominarnos aprovechando nuestras debilidades'.

Con la divulgación de esta novela sigilosa y llena de resquicios siniestros, Javier Marías continúa saldando una doble deuda: la de los agradables momentos que le obsequió Crompton a través de las aventuras de Guillermo Brown, y que ella fue una de las personas que influyó para que se dedicara a la literatura.

La morada maligna es la segunda obra de misterio de la autora inglesa que el escritor madrileño rescata para el castellano en su sello editorial. La primera fue Bruma, un libro que reúne cuentos de fantasmas y donde el miedo palpita agazapado. De esta manera, además, Marías contribuye al deseo de Crompton de ser reconocida y recordada no sólo como la creadora de las aventuras de ese niño terrible llamado William, sino también como una autora literaria. Y esfuerzo no le faltó: dejó 41 novelas para adultos y nueve libros 'no juveniles'.

Junto a Bruma y La morada maligna, Reino de Redonda ha publicado otros dos libros: Ehrengard, de la danesa Isak Dinesen (1885-1962), y La mujer de Huguenin, del antillano Matthew Phipps Shiel (1865-1947). Precisamente este último fue quien cambió el destino de Redonda para adentrarla en la leyenda. Shiel fue el primer monarca de este islote deshabitado de Antigua, situado en un punto del oleaje entre Cuba y Puerto Rico. Todo ocurrió en 1880, cuando su padre, en un rapto de delirio de grandeza, lo proclamó rey de este islote a la edad de 15 años. Nadie imaginó que con este acto, bendecido por el reverendo doctor Semper de Antigua, nacería una dinastía literaria cuyos pilares nacen en mitad del Atlántico y se elevan hasta alcanzar los predios de la ficción y la leyenda. A Shiel lo sucedió Jon Gawsworth y a éste Jon Wynne-Tyson, quien abdicó en 1997 a favor de Marías.

El espíritu de la isla

Se trata de un reino que exige mantener viva la memoria de sus antecesores, y cuyas primeras señales de vida en España se pueden rastrear en las novelas Todas las almas y Negra espalda del tiempo. Pero pasados los días, Marías decidió que la mejor manera de preservar esa herencia y rendir tributo a sus antecesores era la creación de un sello editorial que rescatara buena literatura fantástica, de terror y de miedo, fiel al espíritu de la isla.

Hoy, 121 años después de haberse cambiado el destino de la solitaria isla, Redonda parece emerger como un reino fortalecido por el juego real-literario. No es para menos, entre su nobleza intelectual figuran personajes como Dylan Thomas, Lawrence Durrell y Henry Miller. Una corte que el autor de Corazón tan blanco ha ampliado concediendo títulos nobiliarios a escritores y cineastas -un arte que quiere y al que le debe mucho- como Francis Ford Coppola (duque de Megalópolis), Eduardo Mendoza (de Isla Larga), Pedro Almodóvar (de Trémula) o Guillermo Cabrera Infante (de Tigres). El más reciente pergamino ha sido para el novelista surafricano J. M. Coetzee, quien, tras haber obtenido el Primer Premio de Reino de Redonda, ha sido investido, con su beneplácito, como duque de Deshonra, en un guiño a su último libro editado en España, Desgracia (Mondadori).

Con Coetzee y las fuerzas maléficas de Crompton como últimos huéspedes, el Reino de Redonda se confirma como el lugar donde cruzan sus caminos diversos mundos literarios marcados por el miedo y lo fantástico. Fronteras que se ampliarán el próximo año cuando acoja los universos de La religión de un médico / El enterramiento de las urnas, de Thomas Browne; El crepúsculo celta, de William Butler Yeats; o El misterio de la carretera roja, de Shiel y Gawsworth.

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