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El rastro de las copias mecanografiadas

Cuenta García Márquez (La novela detrás de la novela, EL PAÍS, 15 de julio de 2001) que, después de destruir el primer original corregido a mano de Cien años de soledad, quedaron flotando en el limbo de la historia cuatro copias: la que envió a Editorial Sudamericana, la de refuerzo que llevó personalmente Álvaro Mutis después a Buenos Aires, la que leyeron los amigos más cercanos de México y la que hizo llegar a Barranquilla para que la leyeran sus amigos de siempre: Alfonso Fuenmayor, Germán Vargas, Álvaro Cepeda y Plinio Mendoza. En realidad, las copias fueron cinco, de las cuales se sabe que se conservan dos: la que tiene Patricia Cepeda en Barranquilla y la que conserva Emmanuel Carballo en México.

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Este último fue tal vez el lector más privilegiado de la novela in progress entre 1965 y 1966. Gran crítico literario y buen amigo de García Márquez, Carballo tenía el doble cometido de hacerle una lectura en caliente de la obra y de prepararle la introducción al disco que la Universidad Autónoma de México habría de grabar con la voz del autor leyendo pasajes de la novela. De tal manera que García Márquez le iba pasando cada capítulo terminado, y Carballo se lo devolvía comentado; aunque, como reconocería el mismo crítico, eran siempre de carpintería menor, pues lo que recibía era tan depurado que desde un principio Carballo se encontró 'frente a una obra maestra'. Una novela que fue leyendo con 'fascinación y gran delectación'. En el ensayo introductorio que escribió para la colección Voz Viva de América Latina, el crítico mexicano anotó lo que supondría Cien años de soledad en la literatura latinoamericana. No sólo eso. Cuando los García Márquez se disponían a viajar a Buenos Aires para el lanzamiento de la novela en 1967, Emmanuel Carballo y su esposa, Neus Espresate -copropietaria de la editorial Era, que había publicado dos novelas del escritor y parecía la destinada a llevarse el gato al agua con Cien años de soledad-, los invitaron a su casa a una cena de despedida. Al final, el crítico dejó caer este otro vaticinio ante la mirada incrédula del novelista: 'Gabo, esta novela te va a hacer tan rico, tan famoso y tan glorioso que, con el tiempo y, aun contra tu voluntad, ello va a producir una metamorfosis en tu personalidad de tal manera que el joven sencillo, humilde y campechano que la escribió dará paso a otro ser muy distinto'. El escritor, por supuesto, no se lo creyó.

Tan convencido estaba Emmanuel Carballo de sus profecías sobre el rapsoda de Macondo y su obra mayor, que guardó amorosamente los veinte capítulos que éste le obsequió. Están sin título, y suman 590 páginas de tamaño carta, en papel bond de 60 gramos, de 28 líneas a 60 golpes cada una. Se dice que cuando alguien le contó a García Márquez que su viejo amigo tenía guardado en un banco ese original mecanografiado de Cien años de soledad, preguntó con su humor habitual: '¿Dónde está ese banco para atracarlo?'.

Dasso Saldívar es autor del libro García Márquez. El viaje a la semilla. La biografía (Alfaguara).

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