Trueba recrea la fantasía y el ambiente de posguerra de 'El embrujo de Shanghai'
Juan Marsé acude casi a diario al rodaje de la adaptación de su novela en Barcelona
Los actores de El embrujo de Shanghai posaron ayer para los fotógrafos con su director, Fernando Trueba, junto al reloj de la plaza de Rius i Taulet, en el barrio barcelonés de Gràcia, y al concejal de Cultura, Ferran Mascarell, el gesto le vino de perlas para echarles la buenaventura. 'Quienes se fotografían en este reloj', les dijo, 'están tocados de por vida por la suerte, así que el filme también lo estará'. El buen augurio animó a Trueba y a los suyos a hablar de la película. El director contó que aborda la adaptación de la novela de Juan Marsé 'como una metáfora del cine y de la literatura', o, lo que es igual, del juego entre lo fantástico y la realidad sobre el ambiente de posguerra.
El rodaje de El embrujo de Shanghai empezó el pasado día 11 en Barcelona y tendrá como decorado esta ciudad hasta el 23 de julio; luego, se trasladará a Madrid, donde está previsto que acabe a mediados de agosto. Acompañando al director de Belle époque, estuvieron en la conferencia de prensa tres de sus actores fetiche, con los que repite esta vez: Ariadna Gil, Rosa Maria Sardà y Jorge Sanz, y otros cuatro que se estrenan a sus órdenes: Eduard Fernández y los niños Fernando Tielve (El espinazo del diablo), Aida Folch y Juanjo Ballesta (El Bola). Faltaron otros asiduos de los filmes de Trueba: Fernando Fernán-Gómez y Antonio Resines, que completan el elenco de El embrujo de Shanghai. Quien sí acudió a la cita con la prensa fue el productor de Lolaflms, Andrés Vicente Gómez.
Trueba habló mucho de la novela de Marsé, del propio Marsé y de cómo se desarrolla el rodaje en medio de los calores húmedos de Barcelona y en un barrio populoso como el de Gràcia, cuya plaza de Rovira se ha tenido que transformar por completo para que recuperara el aspecto que tenía en los años de la posguerra, época que retrata la novela.
De la obra del escritor barcelonés, aseguró que transmite 'un clima y una atmósfera que hacen que te apetezca entrar en ella'. Comparó Trueba a Marsé con Scott Fitgerald y Truman Capote, 'porque sus palabras', dijo, 'tienen una poesía que te acaba metiendo dentro de sus obras'. Respecto a la persona de Marsé, confesó: 'Me encantaría que la película le gustara porque le admiro como novelista, como ser humano es un tipo entrañable, y quisiera que fuera feliz'. Añadió que, entre otras cosas, le une al novelista su cinefilia: 'Marsé es, como yo, un gran amante del cine, pero seguramente su novela más cinematográfica sea precisamente El embrujo de Shanghai; ya lo es desde el mismo título, tomado de la película de Von Stemberg que protagonizó Gene Tierney'. Y acabó revelando el cineasta, con cariño, que el autor se asoma casi cada día al rodaje. 'Ha sido muy respetuoso en todo momento y viene prácticamente todas las tardes, y si no se acerca le echamos de menos'.
Trueba no eludió que hay una parte de la adaptación al cine de la novela de Marsé que le preocupa: la relación que existe entre la realidad de la vida gris de la larga posguerra barcelonesa y la fantasía de ese lejano Shanghai, lleno de clubes nocturnos, salas de juego y fumaderos de opio, que uno de los personajes, Forcat (Eduard Fernández), evoca en el cuento que va narrando a los niños del filme. 'Sabremos si hemos acertado', señaló, 'cuando esté acabada la película, pero si damos en el clavo, será uno de los encantos de El embrujo de Shanghai'.
Les tocó el turno de hablar a los actores, y describieron sus papeles. Ariadna Gil es Anita, la madre de Susana (Aida Folch), 'una mujer muy terrenal, coqueta, sensual y bastante machacada', en palabras de la actriz.
Rosario o Betty Boop Rosa Maria Sardà encarna a Betibú, la exuberante mujer del Capitán Blay (Fernando Fernán- Gómez). Sardà bromeó sobre su elección. '¿No crees que yo me parezco más a Rosario de Popeye que a Betty Boop?', declaró que le dijo a Trueba cuando éste le propuso el personaje. Eduard Fernández, el anarquista Forcat, es, según el actor, 'un hombre que busca un sitio donde reposar, un hogar, algo que no ha tenido'. Y a Jorge Sanz le costó dar con la definición justa de Denis. 'Es alguien a quien la vida ha tratado mal, y va buscando venganza', alcanzó a explicar.
A Andrés Vicente Gómez le correspondió informar del presupuesto de la cinta: casi 1.000 millones de pesetas, y justificar por qué rechazó a Víctor Erice y su proyecto de llevar al cine la novela después de estar trabajando en él seis años. Dijo el productor que el guión de Erice nunca dejó de ser un proyecto de guión 'que no se podía hacer', y que le ofreció a Trueba la dirección porque era, junto con Erice y Manuel Gutiérrez Aragón, uno de los directores que Marsé quería para El embrujo de Shanghai.
Actores menudos
El embrujo de Shanghai es una película con niños. De hecho, Dani y Susana, representados por el madrileño Fernando Tielve -que se estrenó como protagonista en El espinazo del diablo, de Guillermo del Toro- y la debutante catalana Aida Folch, de 14 años ambos, son los verdaderos protagonistas de la historia. Él tiene en la ficción dotes de dibujante, está enamorado de Susana y le encanta la compañía del Capitán Blay (Fernando Fernán-Gómez). Ella está enferma de tuberculosis y vive postrada en la cama rodeada de revistas y frascos de colonia. El tercer niño del reparto es el travieso Juanjo Ballesta, el premiado protagonista de El Bola, que aquí da vida a Finito, un chaval de la calle que se gana el sustento con trapicheos. Comparte con su amigo Dani juegos y secretos.Tielve, Folch y Ballesta se comportaron como profesionales ayer en la conferencia de prensa, aunque Ballesta no pudo evitar demostrar que es el más revoltoso de los tres. Se quejó de calor -'estoy abrasado', comentó con un bufido-, incordió a Eduard Fernández, sentado a su lado, y jugueteó con el abanico de Ariadna Gil. Casi lo destroza. Fernando Trueba bromeó sobre el chico: 'Juanjo es un poco como Agustín González, un profesional fajado con una larga carrera a sus espaldas'.
Babelia
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