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Los laboristas tratan de pactar un líder que evite la escisión

La coherencia interna del Partido Laborista israelí, puesta de manifiesto estos días en el debate sobre la participación en el Ejecutivo de Ariel Sharon, se enfrenta ahora a otra dura prueba: las elecciones primarias para elegir al sustituto del dimitido Ehud Barak al frente del todavía principal grupo parlamentario en la política de Israel.

La dura batalla interna vivida en torno a una eventual participación en el futuro Gobierno de unidad nacional se recrudecerá ahora en otra mucho más importante, la dedicada a conseguir el control del partido. Las posturas están muy enfrentadas a pesar de los denodados esfuerzos de algunos barones por buscar fórmulas de consenso.

La sugerencia de ofrecer a Simón Peres la dirección interina del partido para convertirlo después en una especie de reina madre vitalicia se desvanece poco a poco mientras cobra fuerza la candidatura del ministro en funciones de Justicia, Yosi Beilin (uno de los críticos de la participación en el Gobierno de Sharon), y quien contaría con el apoyo del propio Peres.

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Esta fórmula trata de impedir una escisión en el seno del laborismo, acogiendo en la dirección al líder más destacado del ala pacifista (Beilin), que en las últimas semanas había dejado entrever sus coqueteos con la formación laica Meretz, para formar un gran partido socialdemócrata de corte europeo. La Operación Beilin amenaza con dejar en la cuneta a otro barón del ala izquierda, Shlomo Ben Ami.

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