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García Márquez publica mañana en EL PAÍS el primer capítulo de sus memorias

'Vivir para contarlo' comienza con el relato de los amores de los padres del escritor

La expectación que rodea todo lo que escribe García Márquez ha aumentado notablemente en esta ocasión. Prácticamente, todas las editoriales fuertes están interesadas en conseguir esas preciadas memorias. La decisión final se conocerá pronto: la tomarán su agente Carmen Balcells y el propio autor. El interés por su obra no ha variado con el paso del tiempo. Sus novelas son reeditadas constantemente. La más emblemática de todas sus obras, Cien años de soledad, se publicó en 1967, ha sido traducida a más de cuarenta idiomas y se han vendido casi treinta millones de ejemplares.

Tras unos meses en los que hubo mucha preocupación por su salud, García Márquez reapareció en la pasada Feria del Libro de Guadalajara (México). 'Hace más de un año que fui sometido a un tratamiento de tres meses contra un linfoma y hoy me sorprendo yo mismo de la enorme lotería que ha sido ese tropiezo en mi vida', contó el escritor en una entrevista publicada por el diario colombiano El Tiempo. La lotería fue, según el escritor, hacer caso a los médicos, cancelar sus compromisos y encerrarse a escribir.

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Pecadores alegres

Fruto, en parte, de esa fiebre fue el primer tomo de sus memorias. Así describe a su madre García Márquez: 'Tuvo una educación de niña rica dentro de las normas católicas de pecadores alegres. Fue alumna aplicada en el colegio de la Presentación, en Santa Marta, salvo en la clase de piano, que su madre le impuso porque no podía concebir una señorita decente que no fuera una pianista virtuosa. Luisa Santiaga lo estudió por obediencia durante tres años y lo abandonó en un día por el tedio de los ejercicios diarios en el bochorno de la siesta. Sin embargo, la única virtud que le sirvió en la flor de los veinte años fue la fuerza de su carácter, cuando la familia descubrió que estaba arrebatada de amor por el joven y altivo telegrafista de Aracataca'.

La historia de esos amores contrariados fue uno de los asombros de la juventud del autor de Cien años de soledad. 'Ambos eran narradores excelentes, con la memoria feliz del amor, pero llegaron a apasionarse tanto en los relatos que cuando al fin me decidí a usarla en El amor en los tiempos de cólera, con más de cincuenta años, no pude distinguir los límites entre la vida y la poesía'.

La oposición de la familia de ella fue la chispa que encendió la llama. Entre los argumentos fuertes contra Gabriel Eligio estaba su condición de hijo natural de una soltera que lo había tenido a la módica edad de catorce años por un tropiezo casual con un maestro de escuela. 'Se llamaba Argemira García Paternina, una blanca esbelta, de genio alegre y espíritu libre, que tenía otros seis hijos de padres distintos. Vivía sin hombre fijo en la población de Sincé, donde había nacido, y estaba criando a su prole con las uñas'. Gabriel Eligio, según le describe su hijo, era un ejemplar distinguido de aquella estirpe descamisada. 'Desde los diecisiete años había tenido cinco amantes vírgenes, según le reveló a mi madre como un acto de penitencia en su noche de bodas'.

La oposición de la familia de la novia contra Gabriel Eligio se agravaba por ser miembro activo del Partido Conservador, contra el cual había peleado sus guerras el coronel Nicolás Márquez. 'Era además un autodidacta absoluto y el lector más voraz que he conocido, aunque también el menos sistemático'.

El vicario de la diócesis escribió una carta a los padres de la novia en la que les expresaba su certidumbre emocionada de que no había poder humano capaz de derrotar aquel amor empedernido. 'Mis abuelos, vencidos por el poder de Dios, acordaron darle la vuelta a la doliente página'. Se casaron el 11 de junio de 1926 en la catedral de Santa Marta, con cuarenta minutos de retraso porque la novia se olvidó de la fecha y tuvieron que despertarla. En Aracataca nació el 6 de marzo de 1927 Gabriel José de la Concordia.

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