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Un millón de lápices

En las escuelas de Irak no hay lápices. Y no los hay porque Naciones Unidas considera que el grafito de los mismos podría utilizarse con "fines militares". Inocentes lápices transformados y convertidos en devastadoras bombas atómicas. Por eso, el cargamento del avión español que el pasado sabado aterrizó en el fantasmal aeropuerto Sadam llevaba en su bodega una peculiar carga: un millón de lápices. Estas "peligrosas armas", como calificó los lapiceros con ironía un organizador del CELSI, fueron donados por centros de enseñanza e instituciones autonómicas y locales. El CELSI fue puesto en marcha en 1996 por el Comité de Solidaridad con la Causa Arabe (CSCA). Los vuelos civiles con ayuda a Irak comenzaron en agosto pasado, cuando Bagdad reabrió su aeropuerto, y ascienden ya a 68. Desde entonces, EE UU ha mostrado su malestar por estos vuelos, y ha intentado frustrar algunos, porque, en su opinión, requieren de un permiso previo del Comité de Sanciones de la ONU.

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